CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

miércoles, 25 de mayo de 2022

RESEÑA DEL LIBRO, "ELVIRA DE HIDALGO, DE PRIMA DONNA A MAESTRA DE MARÍA CALLAS POR ANDRÉS AMORÓS

 

RESEÑA DE ANDRÉS AMORÓS PARA LA REVISTA TURIA

         


    Confieso mi ignorancia: de Elvira de Hidalgo sólo tenía la vaga noticia de que era una cantante española que había sido maestra de María Callas. No es gran disculpa suponer que coincidía yo en eso con muchos, incluso aficionados a la música. Lo digo con vergüenza, no con la tonta vanidad con  la que algunos suelen  presumir de sus carencias. Ya definió esa hispana actitud Antonio Machado: “desprecia cuanto ignora”. Sobre todo, entre nosotros, si se habla de música clásica. (Fin del prefacio).

         La lectura del reciente libro de Juan Villalba , “Elvira de Hidalgo. De prima donna a maestra de María Callas” (ed. Fórcola)  me ha hecho comprender mi error . En efecto, Elvira de Hidalgo fue maestra muy querida de María Callas; sus enseñanzas fueron decisivas para que aprendiera la disciplina belcantista y la técnica del actor, además de mejorar su imagen. A Elvira volvió a recurrir María  cuando tenía problemas en la voz o necesitaba consuelo sentimental: con su dramática biografía, no fueron pocas las ocasiones en que esto sucedió. Además de eso, Elvira fue una prima donna de nivel internacional y un personaje de singular atractivo.     

         El turolense Juan Villalba, escritor y profesor, había publicado ya estudios sobre cantantes como Juan García y como sus paisanos Amable Leal Alegría y Victoriano Redondo del Castillo. Su biografía de Elvira me parece muy completa, incluye fotos, cronología, discografía, repertorio, bibliografía; además de lo publicado, usa la información de los archivos de los principales teatros de ópera . Se divide en dos partes: la primera, la más amplia (300 páginas) sobre Elvira; la segunda, más breve (140 páginas), sobre sus relaciones con María como maestra, amiga y confidente. (Mi único reparo: limitando los datos y el número de páginas, sería más atractivo para un lector no especializado).

         Nació Elvira en  1892,  en el pueblo turolense de Valderrobres, que  está luchando por recuperar su memoria y le ha dedicado una parte de su Museo. De  familia humilde, fue precoz como cantante: a los 16 años ya debutó en el teatro de Nápoles; luego, actuó como prima donna en todos los grandes escenarios del mundo durante tres décadas, desde 1908. Muchos la consideraron la mejor Rosina ( “El barbero de Sevilla”) y aclamaron su interpretación de “Una voce poco fa”. Cantó con los más grandes: Caruso, Chaliapin, Titta Rufo, Fleta, Hipóito Lázaro, Lauri-Volpi...

 Además, fue una figura popular en Europa y América, amiga, entre otros, de Cocó Chanel, la Pawlova, Josphine Baker, Sarah Bernhardt, Raquel Meller... Era una mujer atractiva, mandona, independiente, que vivió siempre de su trabajo. Se inventó un título nobiliario, el de marquesa de Hidalgo, pero logró ser noble de verdad gracias a su primera boda, con el milanés Gean Guido Zambelli. Se casó luego, en Ostende, con el millonario Armand Bette y tuvo relaciones sentimentales con Panayis Karandino, empresario del Teatro Olympia de Atenas, y con el joven barítono Lakis Vassilakis. También la pretendieron un miembro de la familia Romanov y nada menos que el Aga Khan III: una vida de novela...

Los críticos la llamaron “El ruiseñor gentil de Iberia” y “La Victoriosa”. Compararon su voz con “la arista de un diamante”, “toda fuego”, y “el sabor del azafrán español”. En “El Debate”, hizo su crítica un joven llamado José Calvo Sotelo. En “El Heraldo de Madrid”, humorísticamente, adoptaron los tópicos baturros: “¡Rediez, qué mañica más maja!” El italiano Bruno Barilli lució su exagerada retórica: “Como el Dios creador de Miguel Ángel. con un gesto ligero que toca al primer hombre, así Rossini... le da la mirada, la voz y la sangre milagrosa a Rosina; hoy, en el estado civil, Elvira”.

Cuando su voz flaqueó, se estableció en Atenas como maestra. Allí acudió un día una joven “alta, gorda, torpe y cubierta de granos. Su modo de vestir era muy ordinario”. Pero su voz tenía “una fuerza excepcional, como un trombón” o una cascada. Elvira le enseñó a suavizarla, con menos potencia, eliminando temblores; le transmitió la disciplina belcantista y de actriz; le puso un régimen alimenticio. Logró que llegara a ser  una soprano “sfogata”, ilimitada. Se llamaba María Callas. Y la consoló en sus desventuras sentimentales.

Alrededor de estas dos figuras, aparecen en el libro de Juan Villalba una serie de anécdotas divertidísimas, sobre muchos personajes y ambientes muy singulares: Orson Welles pretendía ser hijo de Chaliapin.  Onassi tenia en su yate cuadros de Rembrandt y El Greco. En Milán, Tito Schipa denunció judicialmente a la mafia de la claque. En Brasil, la compañía de ópera de la que formaba parte Elvira ocupaba un tren entero, con el último vagón convertido en casino. Elvira enseñó a tocar las castañuelas a Lina Cavalieri, considerada “la mujer más guapa del mundo” (encarnada, en el cine, por Gina Lollobrigida). En París, en los años veinte, había cerca de 550 salas de espectáculos. Elvira vivió en Madrid, en 1923, una “apoteosis del aragonesismo”: la función de despedida de Fleta, con “La Dolores” de Bretón, dirigida por el compositor, en la que el gran tenor cantó como propina la jota de “El trust de los Tenorios”: “Te quiero, morena...”

También cuenta este libro anécdotas curiosísimas de personajes como el donjuan Hipólito Lázaro o el barítono español Andrés Perelló de Segurola, íntimo de Caruso, al que Gloria Swanson - como en “El crepúsculo de los dioses” - llevó a Hollywood...

Al final del libro, leemos con emoción, una vez más, las desgracias sentimentales de María, que se resumen en una frase: “Empecé a morir cuando conocí a este hombre (Onassis) y cuando dejé la música”. En esas fechas siguió visitando y escribiendo cartas a su antigua maestra: no sólo le enseñó a cantar, también jugó, para ella, un cierto papel maternal. Las dos compartieron el mismo ideal: el canto, ante todo.

La conclusión es muy sencilla: un trabajo muy completo y erudito sobre Elvira de Hidalgo, un personaje curiosísimo, que merece absolutamente ser rescatado del olvido.



Juan Villalba: “Elvira de Hidalgo. De prima donna a maestra de María Callas”, Madrid, ed. Fórcola, septiembre 2021, 596 págs., 32’50 euros. ISBN: 978-84-17425-90-6                                                     

lunes, 2 de mayo de 2022

 

HOMO HOMINI LUPUS


         Julio Castedo es un narrador infatigable, medio año más tarde de su excelente Rey Don Pedro, vuelve a las librerías con El Renegado, galardonada con el XXXVII Premio Jaén de Novela, pero si en aquella los hechos históricos servían para crear el marco narrativo de una introspección psicológica y hablar de la condición humana en sus múltiples aspectos, en esta son utilizados para construir un vertiginoso relato de aventuras y, en última instancia, mostrarnos cómo el hombre es el mayor depredador que ha existido y existirá jamás, no solo para la Naturaleza, sino también para el hombre mismo. Como afirmara Plauto, “Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro”. Concepto íntimamente relacionado con el epígrafe de la primera parte, el saludo maya, “In Lak’ ech. A Lak’ en”, “Yo soy otro tú. Tú eres otro yo”, es decir, el universo es una gran unidad donde todo está relacionado: los individuos, la comunidad, las plantas, animales, espíritus… nada existe sin relación con el otro, cualquier acción de uno afecta al otro, por eso, si te respeto a ti, me estoy respetando a mí, y si te agredo, me estoy agrediendo. Por desgracia, los acontecimientos son tozudos y se impone la versión popularizada por Hobbes: “Homo homini lupus”.

         En las postrimerías de 1511, una nave zozobra en el mar Caribe frente a Jamaica y las corrientes llevan a los náufragos hasta las costas de Yucatán.       El Renegado arranca con el tenso nerviosismo de una calma chicha, en la que 19 marinos luchan por sobrevivir sobre una barcaza a la deriva en el desierto del mar, el suspense hitchcockiano se resuelve cuando arriban a la costa y son apresados por una tribu maya; el ritmo se aviva y la tensión se incrementa con los sacrificios humanos hasta que se produce la huída de algunos de ellos, que correrán por salvar sus vidas sin descanso en una persecución tan agónica como implacable a lo Apocalypto, a cuya conclusión los lectores quedarán, como los personajes, empapados en sudor, barro y sangre.

         Tan solo dos de ellos sobrevivirán, el clérigo Jerónimo de Aguilar y el alférez Gonzalo Guerrero. Salvados por una tribu enemiga y convertidos en esclavos (los mayas no conformaron un imperio en sentido estricto, dominaron una vasta y variada región controlada por ciudades-estado, similar a las de la Antigua Grecia, conectadas entre sí, pero en constante rivalidad), sus vidas tomarán rumbos diferentes: el primero servirá en principio como recolector, más tarde como aguador, en las “tierras altas” y salvará su vida aceptando con resignación cristiana su destino; el segundo lo hará como tejedor y carpintero, pero será su orgulloso espíritu de indomable guerrero el que le llevará a librar de una muerte segura a un jefe tribal y conseguir de este modo su libertad, que empleará en emprender un arriesgado viaje en solitario por la selva para tratar de rescatar a su amigo. Tras enfrentarse a un jaguar -como Hugh Glass con el oso en El Renacido-, comprenderá la necesidad de que sus recuerdos cicatricen tanto como sus heridas y que es uno con esa naturaleza, esta experiencia iniciática, unida al paulatino conocimiento de las costumbres y las formas de vida de su tribu -como Kevin Cosner en Bailando con lobos- le llevarán a ser no solo uno más de ellos, sino un líder importante que, llegado un momento, deberá optar por defender sus antiguos valores o los nuevos de su situación actual.

         Siete años más tarde, en la segunda parte de la novela, en 1519, la paz en la que vive Gonzalo y su clan, se verá alterada con la llegada de la expedición de Hernán Cortés, misión de evangélica conquista que algunos -o muchos- convirtieron en un anticipo de la búsqueda de El Dorado protagonizada por el loco Lope de Aguirre, una peligrosa aventura en la que la irracionalidad humana, la ambición de poder y la codicia se imponen y devienen en violencia extrema brevemente esbozada en los enfrentamientos narrados en el “Epílogo”, fechado en 1536, que se emparenta con ese viaje de exploración a las raíces de lo humano de El corazón de las tinieblas.

         El Renegado es una magnífica novela de aventuras, con personajes atractivos bien construidos, extraordinarias descripciones, tanto de la belleza de los paisajes, como de la crudeza de los combates, heridas y mutilaciones –en estas últimas se nota en su precisión la experiencia médica del autor- y, sobre todo, una prosa fluida y un ritmo vivo, intenso, que te atrapa y te obliga a continuar leyendo hasta el final. Sin duda la disfrutarán.


ESTA RESEÑA SE PUBLICÓ EN EL SUPLEMENTO "ARTES & LETRAS" DEL HERALDO DE ARAGÓN



JULIO CASTEDO, El Renegado, Almuzara, 2021.