EL ESPÍRITU DEL PUEBLO
La
editorial aragonesa Prames reedita El
bardo de la memoria. Mitos, leyendas y narraciones de Teruel, obra del
profesor y escritor Francisco Lázaro Polo, cuyo origen se remonta a 1992,
cuando el autor comenzó a recopilar las primeras narraciones y publicó por
primera vez una edición con el germen de las 129 que integran el actual volumen
y cuyos primeros treinta relatos también vieron la luz en el Diario de Teruel durante domingos
alternos del año 1993. En 1996, la Diputación General
de Aragón volvió a publicar la obra y en 2006, la editorial Aragón Vivo presentó
una cuidada edición, con ilustraciones del artista gráfico Juan Iranzo, que en
la que hoy comentamos han sido elaboradas a dos tintas por el ilustrador
calamochino Ricardo Polo Cutando.
No
es fácil en el mundo editorial aragonés que una obra se consolide de esta
manera y cíclicamente vuelva a ver la luz, sin embargo, El bardo de la memoria es ya todo un clásico de las recopilaciones
de leyendas turolenses, una obra de referencia esencial que, si bien no agota
el tema, constituye un corpus fundamental de leyendas, mitos y tradiciones
turolenses, imprescindible para todo aquel que quiera acercarse al espíritu de
esta tierra, a su volksgeit.
El
libro puede tener varias lecturas: antropológica, folclórica, histórica y
literaria. Pero que nadie se confunda, no se trata de un libro para estudiosos
ni especialistas, El bardo de la memoria
es una obra pensada con espíritu divulgativo, amena y entretenida, expuesta con
un lenguaje claro y sencillo, dirigida para todos los públicos, un libro de
lectura reposada, de mesilla de noche para paladear poco a poco su contenido,
compuesto por textos literarios inspirados en temas tradicionales, la mayor
parte de ellos leyendas, muchas de las cuales
son versiones literarias de tradiciones recogidas por otros compiladores
anteriores como el padre Faci, Arcadio Larrea y Jaime Caruana, o por escritores
como Pío Baroja y Tirso de Molina entre otros.
No
resulta fácil deslindar con claridad y precisión las fronteras, siempre
inestables y borrosas, del cuento, la leyenda y la historia oral, géneros que
por pertenecer a la literatura popular se resisten a ser definidos y
encorsetados dentro de unos moldes estructurales demasiado rígidos; sabemos que
el mismo desarrollo argumental puede presentarse unas veces como mera ficción y
da lugar al cuento folclórico; otras, dotadas de mayor credibilidad por el
pueblo, generan la leyenda; y otras veces son consideradas como acontecimiento
histórico de carácter irrefutable acerca del cual nadie duda y que incluso
puede haberse convertido en seña de identidad de una comunidad o hasta en su
relato fundacional (historia oral).
En
El bardo de la memoria abundan las
leyendas de corte histórico ambientadas en la Edad Media , en especial
las de enfrentamientos entre culturas -cristiana, musulmana y judía-, pero
también las relativas al mestizaje o al amor entre ellas. También hay varias
relativas a la Guerra
de la Independencia
y muy numerosas son igualmente las de temática religiosa: marianas,
hagiográficas, de cristos y milagros. Las hay también sobre animales fabulosos,
brujas, demonios, dragones, tesoros escondidos y, por supuesto, como no podía
ser de otra forma cuando se escribe desde la ciudad del amor, la ineludible
cita con el mito del amor trágico, cuyo exponente más conocido es la
leyenda-tradición-historia de los Amantes, pero que tiene diferentes ecos en
otras localidades de la provincia como Albarracín, Griegos o Montalbán, por
citar algunas.
En
rigor, no son muchas las narraciones presentes en El bardo de la memoria que en puridad sean cuentos populares propiamente
dichos, de entre ellas destaca la magnífica serie recogida en Huesa del Común compuesta
por “La buena hija” (la muchacha sin
manos, variante del motivo 706 de la clasificación de Aarne Thompson), “Un
marido hambriento y una mujer glotona” (la
mujer ayunadora, motivo 1373A), “La mujer que no discutía con su marido”
(motivo 1408B), “El sueño del dinero” (motivo 2035B) o el titulado “Camino del
Pilar”. También son narraciones de corte claramente folclórico las ambientadas
en Bronchales, “El dragón goloso”, y Corbalán, “El valiente y la fiera” (
motivo 300, el dragón asesino. Actualización
local de un relato universal que Vicente Blasco Ibáñez ambientó en su tierra e
incluyó en sus Cuentos valencianos. En él se cuenta la derrota de
un monstruoso dragón, que asolaba Valencia, que fue exterminado por un reo de
muerte a cambio de que el tribunal le perdonara la vida. Según la leyenda, los
restos de la fiera pudieron contemplarse hasta fecha casi contemporánea en una
iglesia de la ciudad. La versión turolense explica la creación de la Baronía de Escriche). Como
el anterior, hay también varios cuentos explicativos, próximos a la leyenda,
pero que dan razón de los nombres de determinados accidentes geográficos, caso
de La pota del Cid en Calanda o de “La
huella del caballo de Santiago” en La Iglesuela.
En
suma, lo que nos propone Lázaro Polo es un viaje a las raíces y al alma de
nuestra tierra a través del mundo mágico de los mitos, las leyendas,
tradiciones y cuentecillos populares de la provincia de Teruel. Su reescritura
puede interesar al antropólogo o etnógrafo, al investigador de la literatura
tradicional, al filólogo o al educador interesado en el cuento y su importante
función en la educación infantil, pero de manera especial debe ser lectura
obligada para todo aquel que quiera profundizar en la idiosincrasia turolense y
en el conocimiento de una tierra mítica.
FRANCISCO
LÁZARO POLO, El bardo de la memoria, mitos, leyendas y narraciones, Zaragoza,
Prames, 2014.
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