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Estas entregas que hoy comienzo se publicaron como artículo en TURIA Nº 116 y deben interpretarse como
un modesto homenaje que rinde esta revista y el Instituto de Estudios
Turolenses a la persona de Gonzalo M. Borrás Gualis, tan vinculado a ambas, no
sólo como colaborador, sino como figura esencial en su misma existencia. En él
trataremos de dibujar, siquiera someramente, las diferentes caras de su
poliédrica personalidad, en la que se compagina en perfecta coherencia vital su
labor docente e investigadora con el compromiso personal, intelectual y
político con su tierra y con sus gentes, no sólo difundiendo su patrimonio
artístico, sino también modernizando –democratizando en algunos casos- algunas
de sus instituciones públicas más importantes vinculadas con el mundo de la
cultura.
El
profesor Gonzalo Borrás pertenece a esa generación de intelectuales -en su
mayoría profesores- que vivió con pasión y compromiso los últimos años del
franquismo y los primeros de la transición. Un colectivo que entendía la
cultura y la libertad como elementos indisociables, como instrumentos
prácticos, como herramientas de transformación social capaces de generar
proyectos de futuro para un territorio ancestralmente olvidado y de ilusionar a
sus gentes, devolviéndoles la confianza perdida en sus posibilidades, al
hacerles ver, en el caso concreto de nuestro protagonista, que sus recursos
patrimoniales son únicos en el mundo y que podían convertirse en verdaderos
motores de desarrollo generadores de riqueza.
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