INFANCIAS PERDIDAS
Exceptuando
las pinceladas descriptivas de Galdós y las de los noventayochistas, Baroja y
Valle, que se ocuparon tangencialmente en algunas de sus obras de Teruel
capital, la ciudad existe para la literatura únicamente como doloroso escenario
en el que tuvo lugar la cruenta Batalla de la guerra incivil que lleva su
nombre. Son más de treinta las obras que, de una u otra forma, se ocupan de
ella, desde Malraux, pasando por Hemingway, Gironella, Serrano Poncela, Benet o
Labordeta, entre otras, hasta llegar a aquellas en las que la ciudad trasciende
su condición de espacio bélico para convertirse en dramático personaje, en
muchas de las cuales llega, incluso, a ser la auténtica protagonista, caso
de Hospital de guerra (1981) de Santiago Lorén, Cuando
las lágrimas se helaban en Teruel (1988) de Pacomio Sebastián, Concierto
al atardecer (1992) de Ildefonso Manuel Gil o Estragos (2000)
de Daniel Pelegrín. A ellas viene a sumarse Muñecos de hielo,
primera novela de la escritora turolense Eva Fortea, publicada por el sello
Tres Sorores de Prames.
En
toda sociedad, los niños constituyen la parte más débil, vulnerable y
manipulable, son, sin duda, el colectivo en el que incide de manera más
determinante cualquier alteración del entorno. No es pues extraño que en un
conflicto armado sean ellos junto a la verdad las primeras víctimas, quizá por
su inocencia y fragilidad. La guerra, cualquier guerra, pero de manera especial
una guerra civil, destruye todo: la vida política, social, cultural y económica
de un país, y los niños contemplan –es el caso de la novela de Eva Fortea- sin
comprender cómo la violencia y la crueldad de los adultos irrumpen en sus vidas
cotidianas, en sus mundos infantiles de fantasías y juegos, para asistir
atónitos a un macabro espectáculo y observar cómo se rompe el hogar familiar,
se dispersan los miembros de la familia y, en la mayoría de los casos, se
enfrentan por primera vez de manera precipitada, sin preparación alguna, con la
terrible realidad de la muerte, en su caso con la de sus padres.
La
novela se estructura en breves capítulos nombrados con las letras del
alfabeto, agrupados a su vez en cinco apartados. Los tres primeros corresponden
a las vivencias personales de cada uno de los pequeños protagonistas, quienes
en primera persona nos narran sus peripecias vitales desde el estallido de la
guerra, su evacuación a tierras levantinas y su regreso a la ciudad devastada.
En el cuarto, “Crecer”, asistimos a la dura y difícil estancia de Tomás, el
hermano pequeño, en la “Beni”, el Hogar de la Beneficencia , lugar
donde trabaja la que podemos considerar como única heroína de toda la historia,
Julia. Al final, el reagrupamiento de los tres hermanos tras más de tres años
de separación. La novela se cierra con una especie de epílogo titulado
significativamente “Recuerdos”, en el que Tomás hace un repaso rápido a lo que
ha sido su vida y la de sus hermanas tras la contienda.
En
Muñecos de hielo la guerra es el telón
de fondo en el que se desarrollan las historias, o mejor dicho, las
intrahistorias que viven los protagonistas, no hay pues grandes batallas, sino
el diario discurrir de hambre, frío, miedo y muerte de unos niños, cuya
narración sincera y veraz de los hechos deja entrever con claridad meridiana las
vivencias de personas reales que sufrieron tan traumática experiencia, pero
todo está expuesto de manera aséptica, con dolor, sí, pero sin odio ni rencor,
eludiendo lo ideológico y político, no hay buenos ni malos, tan sólo la guerra
que destruye y mata.
En
definitiva, se trata pues de una historia de infancias perdidas y vidas rotas,
de aprendizaje en medio de la adversidad, de orfandad, desgarro y barbarie
histórica, pero que a la vez es tierna, vital e inolvidable, pues resulta
convincente y atractiva a pesar de la dureza de los hechos, quizá, o eso
pensamos, por la reivindicación a ultranza que hace la autora en sus páginas de
la pureza y energía de la inocencia infantil. Afortunado debut el de nuestra
paisana.
Esta reseña ha sido publicada en la revista Turia (núm. 115)
Esta reseña ha sido publicada en la revista Turia (núm. 115)
Eva Fortea Baguena, Muñecos de hielo, Zaragoza, Prames, 2015.
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