CASABLANCA

CASABLANCA
FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

domingo, 17 de agosto de 2014

RESEÑA DE LA NOVELA "LIMBO" DE AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO.

Esta reseña se publicó en la revista TURIA Nº 111

En la actualidad la literatura se mide más por los resultados económicos que por su valor literario, de ahí que proliferen por doquier las novelas clónicas y el golpe del martillo creativo remache, una y otra vez -una y otra vez-, en los mismos clavos de los géneros que más venden -histórico, policíaco, fantástico, etc.- y se repudie al diferente calificándolo con sutileza eufemística de raro o excéntrico, cuando debería reconocerse su esfuerzo por salirse de los caminos trillados de la narrativa de consumo y buscar un espacio propio en el que vivir la escritura como oficio de libertad, no es fácil encontrar escritores con la personalidad de Agustín Fernández Mallo, licenciado en física, músico, poeta, ensayista y novelista, que lucha por tener voz propia y lo hace en todos sus planteamientos creativos, recordemos, por citar un ejemplo, su interesante Preyecto nocilla, una trilogía novelística ciertamente novedosa.
           
Su última obra, Limbo, es una nueva propuesta personal que podrá gustar o no, pero que, sin duda, no dejará indiferente a nadie. El arte de la novela es el arte de la forma en la que se narra, Eloy Fernández Mallo así lo entiende y en su escritura, alimentada por una nutrida intertextualidad literaria y científica, late siempre un impulso experimental unido a una mirada humanista –con sobredosis de ciencia para lo que estamos acostumbrados- que indaga en la identidad del hombre contemporáneo, pero que nadie espere respuestas redondas, esquemáticas o ideológicas: Fernández Mallo trata de mostrar antes que contar una historia, o historias, con moraleja.
            Limbo es una exploración de la realidad, una visión, una intuición del mundo expuesta desde perspectivas varias que se ofrecen al lector para que saque sus propias conclusiones: el retrato de los otros puede ayudarnos a entender mejor el mundo y a nosotros mismos, sin importar tanto la historia que se cuente, pues, al final, todas las historias son la misma historia.
            Su distribución narrativa en contrapunto es un intento de reflejar la fragmentación  del mundo actual y su globalización, donde todo está conectado y todo dota de sentido a todo y, como se dice en la novela, donde una mínima variación cambia radicalmente el conjunto. La heterogeneización estructural y narrativa de su propuesta viene enmarcada por el capítulo 0, “El gran salto”, donde expone el momento en el que Werner Heisenberg, a la edad de 23 años, experimentó la iluminación del principio de incertidumbre, en especial su intuición de “entender cómo es el mundo fijándose en los estados iniciales y finales de las cosas, sin preocuparse de cuanto ocurre en medio de ambos, camino o tránsito que de este modo queda constituido en una especie de limbo.” Limbo en el que se encuentra una mujer que recorre Estados Unidos acompañando a un hombre obsesionado por encontrar el quimérico Sonido del Fin, y en el que se sumió al ser secuestrada también a la edad de 23 años y sufrir un largo encierro en el que tuvo interesantes intuiciones sobre su cuerpo, su sexualidad y la vida. 
Por otro lado, en otro tiempo y lugar, dos amigos se aíslan en una extraña casa de la bretaña francesa para investigar sobre el sonido y grabar un no menos extraño disco con canciones gemelas. En otro momento, un escritor español conoce en una librería mexicana a una  enigmática joven que le descubrirá el suicidio de una secuestrada años atrás, encerrada en el mismo piso que habitan, la existencia del Sonido del Fin y le propondrá viajar por Estados Unidos. En este punto, la narración se ha convertido ya en un anillo de Moebius, en un juego especular barroco y borgiano, en una fuga narrativa en la que el lector se sumerge tratando de aclarar quién es quién en la historia o cuándo sucede qué: el tiempo se estira como una goma de mascar, la frontera entre la vida y la muerte se diluye y el azar juega con las vidas, manifestando la fragilidad del ser humano y la sutil conexión holística de unos con otros. La novela se cierra con “El informe del limbo”, noticias que dan cuenta de todo aquello que pasa mientras están sucediendo las historias anteriores, donde los observadores se convierten en observados -visión escópica-, donde, siguiendo con Heisenberg, al observar cambiamos la realidad observada.
            Fernández Mallo no busca una recepción racional de las ideas, sino más bien una empatía subjetiva con las situaciones, los sentimientos y las diferentes intuiciones de sus personajes al percibir la realidad. Su propuesta supone un nuevo modelo de identificación lectora: el lector no se identifica con una situación, sino con la de todos en su conjunto. De alguna manera, su novela pretende ser un espejo universal humano, una deconstrucción del mundo y de la realidad asentada en el principio de incertidumbre o, mejor aún, en una poética de la incertidumbre; el lector no encontrará un ideal encarnado en un único personaje, sino que se verá a sí mismo incompleto, fragmentario, confundido, como reflejado en un espejo roto que nos muestra partes de nosotros mismos que bien pudieran ser las de otros. Limbo es una novela poema, una novela composición musical que hace vibrar al lector más allá del sentido controlado del relato, de lo racional, adentrándose en el terreno de las emociones, de las intuiciones.

AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO, Limbo, Madrid, Alfaguara, 2014.

           


No hay comentarios:

Publicar un comentario