El
diamantino Gonzalo Borrás siempre será profesor, investigador y difusor de la
cultura aragonesa. De su trayectoria personal y profesional aquí esbozada,
destacaríamos fundamentalmente dos características esenciales: responsabilidad
y compromiso social. Su ámbito de trabajo ha sido el público más que el
político propiamente dicho, un escenario secundario o complementario de su
faceta anterior, fuente en numerosas ocasiones de desengaños y decepciones,
mientras que el espacio público –fundación de periódicos, publicaciones de
libros, dirección de instituciones, de empresas culturales varias, docencia,
investigación, conferencias, etc.- le ha comportado más satisfacción personal y
reconocimiento colectivo.
Su
personalidad es en esencia la de un intelectual apasionado por la libertad y la
difusión cultural, absolutamente convencido de que la unión hace la fuerza,
máxime cuando los recursos escasean; la de un estudioso inteligente y memorioso
convencido de las posibilidades de futuro de su tierra, es pues aragonesista
además de aragonés, capaz con su trabajo y pasión por el territorio de
entusiasmar a sus paisanos y de devolverles la confianza en sí mismos; la de un
hombre amigo de sus amigos, con un humor inteligente, dotado de cierta retranca
y fina ironía, con toques somardas, como procede, cuyas máxima frustración tal
vez haya sido la de no haber podido crear el Instituto de Cultura Aragonesa,
como le hubiera gustado y por el que luchó con denuedo sin éxito. No pudo ser,
pero todavía estamos a tiempo.
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