CASABLANCA

CASABLANCA
FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

martes, 24 de mayo de 2011

BUÑUEL EN ANÉCDOTAS (I): LOS POBRES DE VIRIDIANA



   ¿Cuántos mendigos hay en el fotograma? Efectívamente, los doce apóstoles más el ciego Amalio (JoséCalvo), en su papel de Jesucristo en el centro, y Enedina (Lola Gaos), que ejerce de fotógrafa, sumarían catorce; sin embargo, si se mira con atención la película en ningún momento podremos volver a contar ese número de mendigos (como máximo llegamos a ver nueve), pues esta escena, como él mismo reconoció, es improvisada y tuvo que buscar en el momento de su realización a varios extras más para completar el grupo. Cuenten, cuenten los mendigos de Viridiana en su próxima revisión del film y descubrirán que la escena más famosa fue fruto de la genialidad de un instante o de algo premeditado con antelación, pero que en modo alguno, por razones obvias de censura, podía anticipar en el guión. Pero dejemos hablar a Juan Antonio Bardem, que vivió en primera persona el montaje de la película y sus avatares posteriores: "En la primavera de 1961, la película Viridiana ya estaba rodada y montada. Fue entonces cuando Uninci tuvo que hacer una proyección del copión de trabajo de la película. Allí sí estuve yo, en tanto que presidente del Consejo de Administración de Uninci. La proyección se hizo en los Estudios CEA, que disponían de un sistema "interlock". Es decir, un proyector para la imagen (copión de trabajo) y otro proyector sincrónico con el primero, para la banda de diálogos. Esa proyección se hacía para dos grupos diferentes: uno era la Junta de Censura y el otro UniEspaña, donde estaban agrupados y representados los Productores Cinematográficos Españoles.

El objetivo de Uninci con la Junta de Censura consistía en solicitar un consentimiento para poder sacar de España con destino a París el material necesario para realizar allí las mezclas de sonido y el tiraje de una copia "stándard" (eso entonces era una práctica habitual en el cine español. Los laboratorios franceses estaban incomparablemente mejor preparados para esos menesteres). Para eludir cualquier problema nosotros quitamos de ese copión dos planos: 1) el plano de la navajita crucifijo y 2) el plano de Lola Gaos levantándose las faldas y "fotografiando" la "última cena" de los mendigos.

Los censores querían saber qué música iba a acompañar las escenas del aquelarre final. Aun sabiendo que íbamos a poner el Mesías de Häendel, yo les convencí de que Buñuel no apreciaba en absoluto la música en sus películas y que a lo sumo pondría los tambores de su Calanda natal. El objetivo de Uninci y UniEspaña al hacer esa proyección también era obtener su visto bueno para que Viridiana concurriera oficialmente en representación del cine español en el inmediato Festival Internacional de Cannes (mayo de 1961). La contestación de UniEspaña, es decir de los productores españoles, fue la siguiente: (Sic) "La película no reúne las suficientes calidades técnicas y artísticas para representar a España en el Festival de Cannes". Unos años después, y cuando ya estábamos en plena "guerra Viridiana" con el Ministerio, Uninci quiso obtener una copia del acta de esa reunión de UniEspaña, pero el acta había desaparecido. Sin embargo, yo estuve allí y sé el nombre y la condición de los componentes de esa Junta de Productores. (En realidad, en Viridiana y Buñuel pasa un poco como con la democracia española: después de la desaparición del dictador, aquí todo el mundo es demócrata de toda la vida. Todo el mundo es ahora "buñuelista"). Bastaría un mínimo trabajo de investigación periodística y recoger ahora lo que dijo la crítica cinematográfica española con ocasión de la proyección de Viridiana en el Festival de Cannes. Porque sí fuimos a Cannes. El entonces director del Festival, M. Fabre Le Bret, invitó oficialmente a Viridiana como representación española. Viridiana ganó la Palma de Oro, ex aequo con la película francesa Une si longue absence, de Henri Colpi. Don José María Muñoz Fontán cumplió con su deber y subió a recoger el premio. Veinticuatro horas después, en la frontera de Irún, un "motorista" le entregó su dimisión fulminante. ¿Qué había pasado? Pues sencillamente que "L'Observatore Romano", la voz de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, había publicado al día siguiente de la proyección y del premio, una editorial que decía: (sic) "¿Cómo es posible que la católica España y la católica Polonia hayan presentado en el último Festival de Cannes dos películas tan blasfemas como Viridiana y Sor Juana de los Ángeles?" Para saber más al respecto ver EL CULTURAL

Por cierto,  el actor que hace de leproso era un mendigo de verdad que Buñuel contrató obligando al productor a pagarle el mismo salario que al resto de sus compañeros, cuestión que originó más de algún importante cabreo del realizador calandino, pues en principio se negaron a cumplir con su justa pretensión. De igual forma, los trajes que visten los actores son reales, quiero decir, comprados ex profeso a mendigos auténticos.


viernes, 20 de mayo de 2011

HISTORIAS MÍNIMAS PARA UNA GRAN HISTORIA

¿Dónde acontece la historia: en los hechos extraordinarios o en la cotidianeidad de los pequeños sucesos? El esquema historicista heredado del mundo grecorromano tiende a la espectacularidad, a buscar la respuesta en las grandes batallas, en los héroes, en la descripción detallada de los partes de guerra… Es esa historia que se vanagloria de las conquistas, que habla de vencedores y vencidos. Sin embargo, la intrahistoria unamuniana o la microhistoria de Ginzburg bucean en la vida de los seres periféricos, hombres y mujeres que protagonizan la historia de manera inconsciente. Estos son los personajes elegidos por Peter Englund para narrar su magnífico libro, La belleza y el dolor de la batalla. La Primera Guerra Mundial en 227 fragmentos (Roca Editorial), seres “de carne y hueso” que viven la rutina de cada día, cuando parece no pasar nada y se está escribiendo la que dicen es la historia con mayúsculas, porque en ese anodino acontecer, se urde la trama del mundo, ahí es donde realmente sucede la Historia.
Al historiador y académico sueco -secretario perpetuo de su Academia- le preocupa sobre todo el sentido de lo humano cuando todo lo humano habita en el infierno o está muy próximo a él. En su libro hay batallas (recordemos que Englund fue cronista de guerra) -el  Somne, Verdún, Ypres, Marne, etc.- y violencia -ataque con gas clorado, la matanza de servios, la cresta 321 de Verdún, etc.-, pero también hay paz en la guerra, tiempo para el amor, la amistad, el recuerdo y la nostalgia…La mirada del escritor no se eleva hasta el pedestal de los héroes, sino que se sitúa a la altura de los ojos alucinados de una niña de doce años viendo partir a los soldados hacia el frente, en las impresiones de una enfermera voluntaria en presencia de su primer cadáver (“La muerte es una inmovilidad horrible, tan silenciosa, tan distante.”), en la percepción del tiempo de un combatiente durante la contienda, en la lectura de una carta… Son dieciocho personas reales que sufrieron la guerra en el frente y dos, como contrapunto, que la padecieron en la retaguardia. 227 microhistorias de entre una y tres páginas que van desgranando el conflicto en su discurrir bélico, sí, pero, sobre todo, emocional: son sus cartas, sus diarios, sus memorias, etc.; testimonios escritos en los que se recogen sus impresiones impresionistas sobre sucesos mínimos de la guerra, sus anhelos, sus temores y sus sueños.
El ardor patriótico, la confusión, la indiferencia iniciales pronto devienen en dolor, impotencia, muerte y rutina, para Englund, “las experiencias personales de esto que llamamos guerra consisten, en el mejor de los casos, en reavivar los recuerdos de un sueño casi incomprensible y confuso. Algunos sucesos individuales destacan con más nitidez que otros, con la claridad que les confiere la fiebre del peligro de muerte. Después, incluso las situaciones más peligrosas se vuelven cotidianas y los días parecen pasar sin contener nada de interés, a excepción de la permanente proximidad de la muerte. Pero también esta idea, por mucho que se destacase al principio, acabamos reprimiéndola, ya que de tan omnipresente se vuelve anodina.” Lo cotidiano trabaja de forma paradójica: es rutina, pero también mudanza. Al concluir la guerra todo es distinto, ya nada ni nadie será igual:  “Observando los rostros de estos hombres a quienes yo conocía comprendí y sentí que habían cambiado. Parecían gastados, consumidos y sus semblantes me desolaron […] Al mirar en derredor todos me parecieron una especie de caricatura de sí  mismos: descompuestos, mutados a algo que me puso en alerta. ¿En qué se estaban transformando? ¿Hasta dónde iba a conducirnos esto, en realidad?”. El soldado australiano morirá en Galipoli; el danés del ejército alemán desaparecerá; el aviador quedará mutilado; el italiano se volverá loco; la conductora de ambulancias australiana en el ejército servio descubrirá el amor; el soldado británico, al final oficial condecorado por sus méritos en el campo de batalla, Alfred Pollard, protagonista de decenas de heroicos combates, sucumbe irónicamente ante un minúsculo enemigo, el virus de la mal llamada “gripe española”, causante de más víctimas que la misma guerra… Y con ellos el mundo ya nunca será el mismo, todo ha cambiado y se abre una “nueva era”. La Primera Guerra Mundial es la frontera de un tiempo que acaba y otro que comienza: los millones de muertos; los cambios de fronteras; el impacto de la revolución rusa; los problemas de adaptación de los millones de excombatientes; las nuevas ideologías (el comunismo y el fascismo, salidos de esta guerra, se convertirán en las grandes alternativas de las nuevas políticas de masas, en el sustento intelectual de los nuevos líderes mundiales que propusieron rupturas radicales con el pasado, de ahí que el libro concluya significativamente con la rotunda afirmación “Había decidido dedicarme a la política”, pronunciada por el mismo Hitler), subyacen en el origen de la violencia y de la cultura del enfrentamiento de todo el siglo XX.
La historia de Englund tiene una perspectiva plural, es poliédrica y la literatura que la adorna, sencilla, despojada de adornos, oral casi, se convierte en expresión del alma popular, y es más verdadera, incluso, que la propia historia.
La belleza y el dolor de la batalla es un libro grandioso, un fresco inmenso de la Primera Guerra Mundial  construido sobre lo pequeño, sobre esas historias mínimas, esos instantes irrepetibles de seres condenados al olvido, que conforman esa “historia del adentro”, esa armazón interior sobre la que se construye la gran historia y cuya temporalidad discurre en silencio y muchas veces, la mayoría, en el anonimato.
PETER ENGLUND, La belleza y el dolor de la batalla, Roca Editorial de Libros, 2011.

martes, 17 de mayo de 2011

TERUEL EN EL CINE (V): LAS TIERRAS DEL JILOCA

El realizador de Villarquemado, José Miguel Iranzo Viciado rodó en el castillo de Peracense el original guión del escritor turolense, Antonio Castellote, Tempora y violeta (1996), una original fábula sobre el tiempo y la luz, ambientada temporalmente en el siglo XII y físicamente en el tan bello como adusto rodeno de Peracense.
Para más información ver BERNARDINAS
            El director y guionista Mario Camús realizó en Sombras en una batalla (1993) un arriesgado thriller político con el terrorismo de ETA y los GAL como telón de fondo, en el que la protagonista, Ana Ruiz de Oria (Carmen Maura) quiere olvidar, sin éxito, su turbio pasado como activa militante de la organización terrorista vasca. Algunas de sus secuencias fueron rodadas en la laguna de Gallocanta, hermoso paraje natural enclavado entre las provincias de Teruel y Zaragoza,
            El realizador José Antonio Vizárraga localizó parcialmente su magnífico corto Historia de un hombre bueno (1987) en  exteriores urbanos de su Calamocha natal (plaza, casino, estación de RENFE), localidad que también está presente en otros documentales suyos de carácter etnográfico, como es el caso del titulado Ecos de una pasión, sobre la Semana Santa calamochina.  Suyos son también los trabajos, Dinópolis Teruel, Crisis y esperanza de la historia de Alcañiz y Las pinturas rupestres de la Val del Charco.
Para más información ver VIZARRAGA y DESDE MI BARRICADA. También XILOCA
            Julio Alvar graba en 1980 en el pueblo de la Cormarca del Jiloca, Blancas, el interesante documental de 13 ms., El azafrán, dedicado al cultivo y recolección de la preciada especie.
Para más información FILMOTECA DEL XILOCA

domingo, 15 de mayo de 2011

TERUEL EN EL CINE (IV): PELÍCULAS RODADAS EN LAS SIERRA DE GÚDAR.

    La tercera de las películas protagonizada por Joselito bajo la dirección de Antonio del Amo, El ruiseñor de las cumbres (1958), se rodó en Alcalá de la Selva, Mora de Rubielos y Rubielos de Mora, fruto de la insistencia del guionista, el morano Jaime García Herranz, quien poco después también conseguiría que su pueblo fuera el escenario de una divertida película, La cesta (Rafael J. Salvia, 1963), cuyo guión fue premiado por el Sindicato Nacional del Espectáculo.  
   Jaime García Herranz había recibido ofertas para rodar su guión en Italia; sin embargo, las rechazó todas, pues como declara en Lucha (19 de enero de 1962): "La cesta nació en Mora de Rubielos y yo al menos, no la concibo sin el genuino carácter de allí ni la idiosincrasia de sus gentes. Además, no es fácil hallar otro pueblo tan a propósito..." Sus palabras son tan ciertas que hasta el último momento no se decidió si su protagonista principal iba a ser un actor profesional o el propio Crescencio, un popular lugareño, conocido en toda la comarca por sus excentricidades, en el que se inspiró el guionista morano para su personaje. En un principio se optó por el actor Paco Camoiras para llevarlo a la pantalla, como se recoge en el artículo de Lucha citado en el que se describe el comienzo del rodaje en los estudios de la siguiente manera: "Efectivamente, bajo los focos, vemos actuando a Gabriel Llopar como auténtica estampa del laborioso y sufrido trabajador de nuestros campos. Fuera del plató, Paco Camoiras ensaya una y otra vez el andar cansino de su personaje y en las manos de sus asesores varias fotografías de Crescencio, el popular ciudadano de Mora, cuya estólida personalidad va a plasmarse en la pantalla, en otra parte, un actor con seminegra sotana me lleva a pensar que también para don Felix, el sencillo y venerable mosen de Mora, ha tenido García Herranz su inspiración..." Sin embargo, pese a todo, hasta el último momento se especuló con la posibilidad de que Crescencio se interpretara a sí mismo, como se puede leer en el Lucha de 5 de julio de 1963, en el que se da cuenta del rodaje de la película en Mora: "El Crescencio original, que se había dejado la barba para debutar en el cine, es, finalmente excluido del rodaje. Preguntado Paco Camoiras por ese asunto, el se decanta, dada la importancia del papel, por un profesional como él".
Fotograma de la película La cesta.


                                      



Fotograma de la película La cesta.
   También en estas localidades el etnólogo Julio Alvar graba en 1980-81 un documental, Toro embolado, sobre esta tradición tan arraigada en la zona.
   Los paisajes de la sierra de Gúdar son el motivo central del documental de Manuel Caño, Sierras altas de Teruel: Sierra de Gúdar (1987).
   Para ampliar información se puede consultar CABIRIA

miércoles, 11 de mayo de 2011

TERUEL EN EL CINE (III): PELÍCULAS RODADAS EN ALBARRACÍN Y SU SIERRA.

Fotograma de Alma aragonesa.
   Uno de los territorios más atractivos para la cinematografía nacional es, sin duda, la ciudad de Albarracín y los paisajes de la sierra a la que da nombre, que han inspirado diversos documentales, caso de El Turia, dirigido por Alberto Carles en 1958 para NO-DO, Albarracín (196-) de Emilio Poveda o Sierras altas de Teruel: Sierra de Albarracín (1987), de Manuel Caño, y han servido como inmejorables decorados naturales para películas de ficción como la folclórica costumbrista, Alma aragonesa, versión libre del mito de la Dolores, dirigida por José Ochoa en 1961 y protagonizada por la popular cantante Lilian de Celis.            


           Albarracín también sirvió de escenario para el policíaco titulado Cerrado por asesinato (1962), dirigido por José Luis Gamboa, y en mayor medida para la magnífica, Valentina  (1982), de Antonio J. Betancor, quien adapta para el cine la novela autobiográfica de Ramón J. Sender, Crónica del Alba. En ella se narra la infancia de José Garcés (alter ego de Ramón J. Sender, en la película interpretado por un jovencísimo Jorge Sanz) en un pueblo de  Aragón (un hermosísimo Albarracín, que se convierte en auténtico protagonista de la cinta), su amor por la niña Valentina (Paloma Gómez),  y las relaciones con su profesor y párroco (Anthony Quinn).
Fotograma de Valentina.
   La fiesta de los Mayos de la Sierra de Albarracín fue rodada por Santos Nuñez en un cortometraje documental de dieciséis minutos de duración, Mayos de Albarracín, premiado con 30.000 pts. por el SNE en 1950 y producido por CIFESA, en el que se muestran fundamentalmente las rondas de los mozos por la ciudad de Albarracín.
    Con una duración similar e idéntica tradición, los cineastas turolenses Víctor Lope y José Miguel Iranzo realizan en 1986 el cortometraje titulado Mayumea, en esta ocasión ambientado en el pueblo de Noguera de Albarracín.




    Conocemos de la existencia de un guión escrito en colaboración por Jaime García Herranz, Ángel Mingote y Clemente Pamplona, titulado Sierralta, en el que se exponía una historia de amor construida sobre la tradición de los Mayos de la Sierra de Albarracín (de alguna manera siguen el esquema argumental de la novela titulada Los Mayos del escritor costumbrista decimonónico, Manuel Polo y Peyrolón), que compusieron con la finalidad de presentarla a un concurso de RNE y que, al fin y a la postre, terminaron adaptando para el cine sin encontrar productor.
Fotograma de Valentina.
Para profundizar en el tema se puede consultar el artículo completo en la revista CABIRIA

sábado, 7 de mayo de 2011

TERUEL EN EL CINE (II): PELÍCULAS SOBRE LA GUERRA CIVIL EN TERUEL.

A pesar de que ningún plano se rodó en tierras turolenses (se filmó en diferentes poblaciones catalanas y se concluyó en Francia), la película más emblemática sobre la guerra civil en nuestra provincia es la conocida Sierra de Teruel, del escritor francés André Malraux, quien en julio de 1936 creó la escuadrilla de aviación España de la que formaba parte como piloto y con la que sufrió un accidente el 27 de diciembre de 1936 durante un plan de ataque con la finalidad de conquistar la capital. Esta experiencia la  plasmaría en su novela L’espoir[1], editada en Francia a finales de 1937. Al fin y a la postre este episodio sería el que se adaptaría para la gran pantalla dando lugar al mencionado film, en el que intervino como traductor y adaptador el también escritor Max Aub, y cuya acción se centra en la destrucción de un campo de aviación y de un puente en poder de los nacionales, ambos ubicados en la provincia de Teruel.
                                  
                                       

                                      
            La inevitable réplica a la película de Malraux fue Cerca del cielo (1951), de Domingo Vidalomat y guión del turolense Clemente Pamplona. El proyecto surgió por encargo expreso de las autoridades de Acción Católica, que pretendieron homenajear mediante esta biografía hagiográfica a la figura del obispo de Teruel, Anselmo Polanco, y apoyar de esa manera su proceso de beatificación. En ella prácticamente todos sus exteriores fueron rodados en la capital y sus alrededores.

Fotograma de Torrepatida. Paseo del Óvalo.
            En Torrepartida (Pedro Lazaga, 1956), se nos narra una trágica historia de maquis en la que destaca sobremanera el buen uso del entonces incipiente CinemaScope, con el que se capta de forma magnífica los bellos paisajes de Teruel capital, Albarracín y su sierra. Esta película supuso el debut de Antón García Abril como compositor de música para el cine, iniciando con ella su fecunda colaboración con Pedro Lazaga. En este sentido debemos significar que muchos extras fueron actores aficionados turolenses.           
              

Jaime de Armiñán elige Teruel, Albarracín y Caudé para narrar en ¡Jo, papa! (1975) el viaje sentimental del viejo alférez provisional Enrique (Antonio Ferrandis), quien decide, acompañado de su hija Pilar (Ana Belén) reconstruir durante las vacaciones de Semana Santa de 1975 el periplo triunfal que durante la Guerra Española hizo desde Vigo hasta Vinaroz, pasando por Teruel. Esta película incluye algunos desnudos de una jovencísima Ana Belén rodados en el Hotel Albarracín.
             Una de las mejores y más sentidas producciones sobre la guerra civil es el documental de ficción, Tierra y libertad (Land and Freedom, 1995), del realizador británico Ken Loach[2]. El tema elegido por Loach dentro del conflicto bélico español no se había tratado con anterioridad en el cine: la revolución que dirigieron los anarquistas en tierras turolenses con el fin de implantar la colectivización agraria. Utopía a la que pone fin el Partido Comunista. Una parte de la película está rodada en Mirambel, bello pueblo del Maestrazgo turolense, donde tiene lugar la larga escena en la que se discute sobre la colectivización de las tierras, ejemplo de improvisación artística interpretada por una mezcla de actores profesionales y no profesionales, con sonido directo y en dos idiomas, castellano e inglés. 
También los patios del Hogar Comandante Aguado de Teruel sirvieron para recrear un cuartel de instrucción republicano.
Fotograma de Tierra y libertad. Hogar Comandante Aguado.

           

La Fresneda en Libertarias
Las protagonistas de la película Libertarias (Vicente Aranda, 1996), Concha (Laura Maña), Aura (Blanca Apilánez), Charo (Loles León), Floren (Victoria Abril), Pilar (Ana Belén) y María (Ariadna Gil), reclaman ir a luchar como los hombres al frente de Aragón con la columna Durruti para liberar Zaragoza, porque una vez ganada la guerra también querían estar presentes en el nuevo orden social y no quedar al margen; sin embargo, la utopía libertaria dura poco, pues Durruti encarga a su secretario, el sacerdote Jesús (Miguel Bosé),  que se deshaga de las mujeres que luchan en el frente. Al final, los moros del general Franco acabarán con ellas. Libertarias es una película perfectamente ambientada, muchos de cuyos exteriores fueron rodados en el Bajo Aragón turolense: Calaceite, Más Labrador-Valjunquera, La Fresneda, Albalate del Arzobispo, Alcañiz y Valjunquera.
           
                        

           En 1997, Manuel Lombardero dirige En brazos de la mujer madura, película basada en la novela del húngaro Stephen Vizinczey, publicada en 1965. El guionista, Rafael Azcona trasladó la historia de la Hungría de la II Guerra Mundial y los primeros tiempos del comunismo, a la España de la guerra civil y de la inmediata posguerra. De esta forma, el protagonista, Andrés (interpretado como adolescente por Miguel Ángel García y como joven por Juan Diego Botto) se integra en una unidad anarquista en el frente de Aragón y, al acabar la guerra, es rescatado por su madre, comprometida con un importante falangista. Su peripecia vital está salpicada de esporádicos encuentros con distintas mujeres, siempre mayores que él, que van conformando su compleja educación sentimental y vital. Durante el rodaje de En brazos de la mujer madura el obispo de la diócesis de Teruel y Albarracín se negó a conceder el permiso para filmar en la ermita de la Iglesuela del Cid por considerar inmoral la película. Al final, el rodaje acabó trasladándose a Mirambel.
Para una visión más completa puede leerse mi artículo en CABIRIA
[1] André Malraux, L’Espoir, París, Gallimard, 1937.
[2] El País Semanal (8-04-1995) realizó un amplio reportaje sobre la filmación de la película en Mirambel.


martes, 3 de mayo de 2011

TERUEL EN EL CINE(I): DOCUMENTALES SOBRE LA GUERRA CIVIL.

Fotograma de Tres fechas gloriosas. (Viaducto).
           La mayor parte de la producción fílmica rodada en nuestra provincia tiene como tema central la Guerra Civil Española. La capital y sus alrededores, por razones tan obvias como desgraciadas, se convirtió en un referente fílmico de primer orden para los dos bandos contendientes, demostrándose de esta manera, por un lado, la importancia de la Batalla de Teruel en el discurrir de la guerra y, por otro, la utilización del Cine como arma política y de propaganda bélica.
            Con temperaturas extremas bajo cero, se produjo el ataque republicano sobre Teruel en el mes de diciembre de 1937. Tras una feroz resistencia, la ciudad fue dominada por completo el 7 de enero del 38. La importancia para el ejército republicano de tomar una capital de provincia se constata en los diferentes documentales dedicados a describir tal acontecimiento. Así en 1937, producida por el Sindicato de la Industria del Espectáculo para la CNT y la FAI, La Columna de Hierro. (Hacia Teruel), muestra imágenes del Cuartel General de la Columna, situado en la Puebla de Valverde, de la vida cotidiana en campaña y de los combates librados en Castralvo. Como continuación a la anterior, Miguel Mutiño dirigió Frente de Teruel (1937), documental de tendencia anarcosindicalista (CNT/FAI) en la actualidad lamentablemente desaparecido, en el que parece ser se recogía el ataque final a la ciudad de Teruel.




Fotograma de Tres fechas gloriosas. (Asilo y Viaducto).
  En Tres fechas gloriosas, dirigido por Felix Marquet en 1937, se presenta, junto a las victorias de Quinto y Belchite, imágenes del asedio y el asalto republicano a la capital el 15 de diciembre: población civil evacuada, edificios en ruinas, la catedral, etc.            
   Con idéntico título, La toma de Teruel, encontramos dos documentales, uno de 1937, también dirigido por Felix Marquet para la productora SIE Films, de la CNT, que describe los primeros soldados republicanos entrando en la ciudad, planos generales del casco urbano, de la plaza del Torico, evacuación de la población civil, etc.; y otro, de 1938, producido por el Cinema  Español de la subsecretaría de Propaganda y dirigido por Mauro Azcona, mucho más minucioso sobre la conquista de Teruel por el ejército republicano.
            La Unidad Fotográfica de la Brigada Lincoln dejó un material cinematográfico muy interesante de su estancia en Teruel capital y provincia, cuyas imágenes nos muestran el terrible día a día de la guerra, tratando al mismo tiempo de documentar los detalles cotidianos de la vida misma.

Fotograma de Tres fechas gloriosas. (Plaza de toros)

            Jornadas de victoria. Teruel (1938), realizado por Manuel Berenguer, es una producción de la Generalitat en la que se pueden ver las operaciones que, entre los días 15 y 19 de diciembre, llevaron a la entrada en Teruel de las fuerzas republicanas. De igual forma, con motivo de la manifestación celebrada en Barcelona el 27 de diciembre de 1937 para conmemorar la toma de Teruel, se produce el documental, Teruel ha caído, un reportaje sobre la citada manifestación en el que aparecen, entre otros, el Presidente de la Generalitat, Lluis Companys y Federica Montseny.
            Teruel por la República es un documental de Antonio Polo, rodado en Teruel los primeros días de la entrada de las tropas republicanas.
            La conquista de Teruel es un reportaje del final del asedio a Teruel dirigido en 1938 por Julián Flor, no localizado hasta la fecha, y que parece ser incluía imágenes de la entrada en la ciudad de las fuerzas mandadas por Valentín González, “El Campesino”.
            La Alianza de Intelectuales Antifascistas, de corte marxista, también se interesó por la toma de Teruel y encargó al realizador Arturo Ruiz Castillo la dirección del documental titulado Guerra en la nieve.
            Recuperar Teruel fue una cuestión de honor para el bando alzado, que lanzó una contraofensiva que culminó el 22 de febrero con la reconquista de la ciudad. El derrumbamiento del Ejército rojo (1938) es un documental de montaje de Antonio Calvache que presenta la ofensiva nacional sobre Teruel, en especial, la Batalla de Alfambra. El film concluye con la visita del general Franco a la ciudad (incluye imágenes de Rillo, Perales de Alfambra, ruinas del seminario, catedral, plaza del Torico y del monumento a los Amantes). 



Fotograma de El derrumbamiento del Ejército rojo.


     El mediometraje La gran victoria de Teruel, perdido hasta la fecha, fue dirigido en 1938 por Arturo Castro y Alfredo Fraile y producido por CIFESA y FET y de  las JONS, en él se seguía a los cuerpos de ejército mandados por los generales Varela y Aranda desde Santa Eulalia hasta su entrada en la capital.
            La Guerra Civil Española suscitó un enorme interés internacional que, evidentemente, tuvo una importante repercusión mediática.  De manera que en 1938, Romolo Marceli, dirige  I fidanzati della morte (Los novios de la muerte), un documental de corte profranquista en el que se exalta la fuerza aérea fascista italiana y el papel desempeñado en la reconquista de Teruel.
            Con una finalidad similar a la anterior, pero destacando en esta ocasión la intervención de la Legión Condor, el alemán Karl Ritter dirige Im kampf gegen den weltfeind. (Deutsche Freiwillige in Spanien), cuyo título en español fue el de En lucha con los enemigos del mundo, en cuya primera parte se incluyen imágenes de la batalla de Teruel junto con otros hitos fundamentales de la guerra.
            También son abundantes las noticias relativas al desarrollo de la guerra en tierras turolenses en los noticiarios de la Gaumont British News, como por ejemplo en Spanish Civil war centres upon Teruel (1938) o en Snow in different parts of the world including Francos’s troops on snow-covered ground near Teruel(1938);de la British Paramount News (500.000 Spaniards locked in death fight for Teruel, 1938); de la British Movietone News ( Spain. Struggle for Teruel, 1938); la Cinegiornale Luce, Universal News, Ostmark-Wochensahau, Pathé Journal, Eclair Journal ( Ocupation de Caspe, Alcañiz et Calanda par les troupes nacionalistas, 1938), etc.
            Ya en la más inmediata postguerra, el mismo año 39, se rueda Aragón liberado, documental de tendencias nacionalistas en el que se recogen, entre otros, los trabajos de reconstrucción de edificios emblemáticos de nuestra ciudad como el seminario, la catedral, el Banco de España, el acueducto, el hospital y la plaza del Torico. MÁS INFORMACIÓN EN LA REVISTA CABIRIA



domingo, 1 de mayo de 2011

DE RELOJES Y MUERTE EN EL CINE


El triunfo de la muerte
El reloj mide el tiempo y es el símbolo de su fugacidad irreversible, baste con recordar su presencia en multitud de cuadros, caso de los esqueletos que portan relojes de arena en El triunfo de la muerte  de Brueghel

El caballero y la muerte


o a la muerte blandiendo un reloj de arena en el grabado de Durero titulado El caballero, la muerte y el diablo.
        También en el cine ha sido utilizado con este valor, así la imagen por excelencia en este sentido es la del sueño del reloj de la película de Ingmar Bergman, Fresas salvajes, en la que el protagonista, Isak, ve un reloj colgado de una pared, el cual no tiene agujas; saca de su bolsillo el suyo y observa que tampoco las tiene. En ese momento pasa a su lado un carro funerario tirado por un caballo. El carro tropieza con el bordillo y un ataúd cae al suelo, se abre y del interior asoma la mano del muerto. La mano agarra al protagonista y éste descubre con horror que el cadáver es él mismo. 
Fotograma Fresas salvajes

La persistencia de la memoria
Esta escena –deudora de Buñuel, Dalí o Magritte y, en última instancia, de Bergson-, ha dejado su huella en otros cineastas, caso de Lars von Trier, quien la homenajea en Europa, o la graciosa parodia que le dedica Woody Allen en su película Desmontando a Harry.
EL RELOJ EN CERCA DEL CIELO (1951)
 El proyecto de la película Cerca del cielo, cuyo guión se debe a Clemente Pamplona y Jesús Vasallo, surgió por encargo expreso de las autoridades de Acción Católica, que pretendieron homenajear mediante esta biografía hagiográfica la figura del obispo de Teruel, fusilado por los republicanos, junto con otras cuarenta personas, en la carretera de Pont de Molins a Boadella, en las proximidades del barranco Can de Tretze. Gran parte de la película se rodó en Teruel y hacia su segunda mitad, la ciudad está cercada por los republicanos y a punto de caer en su poder, se lucha en las calles y los bandos contendientes se disputan casa a casa el control de la misma. La población civil es militarizada y el tío Romualdo, a pesar de su avanzada edad, se apresta para empuñar un arma. En su primera guardia se presenta con un reloj-despertador del que nos dirá que es lo único que ha podido salvar de su casa. Poco después, reducidos los sublevados al edificio del Seminario, vemos como el tío Romualdo despide el año con su compañero de guardia comiendo garbanzos cocidos en lugar de las uvas frente al despertador, que es alcanzado por una bala perdida. El tío Romualdo, con gesto contrariado y premonitorio, lo recoge del suelo y comprueba que no funciona, su mirada nos transmite su rabia y la sensación de que su fin se acerca. Efectivamente, acto seguido otra bala acaba con su vida. El reloj es la vida del personaje, su tic-tac, el latir de su corazón: cuando se detiene el reloj, el personaje muere.
EL RELOJ EN LIBERTARIAS (1996)
Las protagonistas de la película Libertarias (Vicente Aranda), Concha (Laura Maña), Aura (Blanca Apilánez), Charo (Loles León), Floren (Victoria Abril), Pilar (Ana Belén) y María (Ariadna Gil), reclaman ir a luchar como los hombres al frente de Aragón con la columna Durruti para liberar Zaragoza, porque una vez ganada la guerra también quieren estar presentes en el nuevo orden social y no quedar al margen; sin embargo, la utopía libertaria dura poco, pues Durruti encarga a su secretario, el sacerdote Jesús (Miguel Bosé),  que se deshaga de las mujeres que luchan en el frente. Al final, los moros del general Franco acabarán con ellas.
 Libertarias es una película perfectamente ambientada, muchos de cuyos exteriores fueron rodados en el Bajo Aragón turolense: Calaceite, Más Labrador-Valjunquera, La Fresneda, Albalate del Arzobispo y Alcañiz. En ella encontramos al obrero que interpreta en la película Pepe Sancho, el padre en la misma de Jorge Sanz, compañeros ambos de las mujeres que dan título a la cinta y a cuyo lado combaten, quien todos los días da cuerda a un reloj-despertador que lleva a todas partes, pues como explica su hijo, cree que si se para habrá llegado su hora.
El personaje morirá en el ataque a un pequeño pueblo. En su entierro podemos ver como otro camarada lleva su despertador y comprueba, no sin inquietud, que funciona, en un gesto a caballo entre el homenaje a su dueño anterior, que sigue vivo en el ideal anarquista, y la angustia de la manía-superstición heredada
EL RELOJ EN FELIZ NAVIDAD (2005).
Feliz Navidad es una coproducción francesa, alemana, británica, belga y rumana, dirigida por Christopher Carion, en la que nos propone un mensaje de paz en unos tiempos caracterizados por la violación de los derechos humanos y la guerra. Para ello recrea un episodio real de la primera guerra mundial en la que unos soldados decidieron olvidar sus diferencias, enterrar juntos a sus muertos, jugar al fútbol, y salvarse mutuamente de los ataques aéreos provenientes de los ejércitos a los que sirven. Al final, todos son acusados de fraternizar con el enemigo y castigados con severidad por sus respectivos superiores.
El teniente que manda las tropas francesas tiene un asistente que desde el primer momento aparece con un reloj-despertador al que da cuerda antes de entrar en batalla y que según nos dice suena cada día a las cinco, recordándole ese momento del día en que en tiempos de paz tomaba  café con su madre.
En un momento dado aprovecha la tregua para, disfrazado de soldado alemán, llegar a la ciudad, merendar con su madre y traer noticias de la mujer del teniente, embarazada en sus últimos días de gestación. A su regreso, un soldado escocés, llevado del resentimiento por la muerte de su hermano en los combates con los que comienza la película, rompe el pacto de no agresión y le dispara hiriéndolo de muerte, el teniente acude en su ayuda y cuando llega hasta el cuerpo de su asistente todavía está vivo, quien le comunica el nacimiento de su hijo antes de morir, al tiempo que suena su reloj-despertador: son las cinco.
EL RELOJ EN EL LABERINTO DEL FAUNO (2006)
En El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro, el capitán Vidal vive obsesionado por el tiempo; el tiempo congelado de la muerte de su padre -encarnado en el reloj roto heredado-, quien lo quebró para marcar la hora en que murió, para recordarle cada segundo cómo debe morir un valiente por unos ideales (los fascistas), la hora de la muerte de un héroe, todavía vivo en el recuerdo de su hijo, pese a que en todo momento niegue incluso la existencia de ese reloj que limpia con mimo todos los días.
El reloj es un símbolo que caracteriza al personaje y en él se encierra gran parte de su historia, tanto pasada como futura, pues, por un lado, es la historia de un déspota iluminado por el ideario fascista, deseoso de hacer pagar con dolor y muerte toda la humillación que arrastra desde niño y obsesionado con la idea de tener un hijo varón, a su entender la única forma de superar su frustración existencial; por otro, presumimos que tarde o temprano ese reloj exigirá que entregue su vida en aras de su honor militar y acallar de esa manera las exigencias del recuerdo de ese padre castrador. A lo largo de la película vemos como cuida meticulosamente del reloj, el cual, en la secuencia de su muerte, cobra un especial protagonismo al mirarlo y pedir a sus asesinos que transmitan a su hijo la hora en la que murió su padre -tal y como el General Vidal hizo con él al destrozar su reloj y detener el tiempo en el momento de su muerte-, petición que le es denegada por Mercedes (Maribel Verdú ), quien le responde que "ni siquiera sabrá tu nombre", negándole de esa manera el derecho a ser recordado y condenándolo al olvido absoluto, para de esta forma castigarlo y proteger al niño recién nacido de ese renovado recuerdo tiránico y castrador. En ese momento, Pedro, el jefe de la partida maqui y hermano de Mercedes, le dispara a bocajarro en la cara y lo mata.
A MODO DE CONCLUSIÓN.
                        En Cerca del cielo, Libertarias y Feliz Navidad, el reloj-despertador es similar en su apariencia física e idéntica su función: por un lado, se trata de un objeto que  vincula a un personaje secundario con su hogar y su familia en tiempos de paz, donde su función era señalar el fluir del tiempo, mientras que en el presente, en la guerra,  trasciende su valor de mero recuerdo del pacífico discurrir de la cotidianeidad de su vida anterior, para pasar a convertirse en todo un símbolo de la fugacidad irreversible del tiempo y de la presencia constante de la muerte, a cuyo latir se liga la vida del personaje, que en los tres casos acabará muriendo en combate acompañado del palpitar de ese corazón de metal que en tiempos mejores marcaba el paso de la horas y  que en ese momento fatal se detiene señalando la hora de su muerte, haciendo realidad las populares sentencias que solían decorar los relojes de sol: “mors certa sed hora incerta” (“la muerte es segura, la hora no), “vulnerant omnes ultima necat” (“todas las horas hieren, la última mata”) o “redibo tu nunquam” (“yo regresaré, tú nunca”).
            En El laberinto del fauno nos encontramos que el reloj ya no es despertador, sino un reloj de bolsillo cuya función es recordarle a un personaje, en este caso al antagonista principal, el capitán Vidal, la hora de la muerte de su padre, un padre castrador que mediante el reloj seguirá vivo en la memoria de su hijo para recordarle que el precio del honor familia res morir como un valiente. Ese reloj es una frustración de bolsillo que él diariamente repara, una maldición heredada del fanatismo ideológico a la que da cuerda todos los días para mantenerla viva y poderla legar a su hijo.