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sábado, 18 de enero de 2014

LA MELODÍA DE UNA VIDA: ANTÓN GARCÍA ABRIL, UN MÚSICO UNIVERSAL TUROLENSE.


Concurso Internacional de Piano “Antón García Abril” (2004)
            Con ocasión de su 70 cumpleaños, un grupo de músicos (el trío Ars Amandi : María del Carmen Muñoz, Ignacio Lozano y Pedro Paterson) decidieron homenajear al maestro y crearon el Concurso Internacional de Piano que lleva su nombre, un verdadero motivo de satisfacción para el maestro como reconocía en estas mismas páginas en una entrevista de 2005: “… el concurso me colma de satisfacción, porque ha sido a propuesta de jóvenes músicos, apoyados por las instituciones…” y que agradecía ese mismo año, en la inauguración de la II edición del Concurso, con el estreno de Tres piezas Amantinas, ejecutadas por el pianista Leonel Morales, a las que seguirían en otras ediciones posteriores Lontananzas (presentadas en la edición del año 2006, se trata de seis piezas que rezuman juventud, romanticismo y arrebato, pues datan de 1953, y que el maestro rescató y revisó especialmente para la ocasión), Microprimaveras (interpretadas por la pianista Ilona Timchenko, ganadora del concurso en su edición del año 2009, y que hace un par de años grabó la obra pianística más reciente del maestro)  y Diálogo con las estrellas (2010).



A modo de conclusión
Antón García Abril nos sigue sorprendiendo, no sólo por su madurez y plenitud artística (en el año 2006 le fue concedido el VII Premio Iberoamericano de la Música Tomás Luis de Victoria, considerado el equivalente al Cervantes de la música clásica, el mayor reconocimiento para autores vivos en el ámbito hispanoamericano), sino por su enorme actividad compositiva y por su fidelidad a sí mismo, por su forma de entender el arte en libertad, como una forma de comunicación, de obra en marcha, en continuo hacerse y conformarse como parte de un todo unitario, plena de humanidad y mezcla de raíces, tradición y vanguardia, sin exclusiones de ningún tipo.
Quizá, quien mejor lo haya definido haya sido Álvaro Zaldívar con las siguientes hermosas palabras, a nuestro juicio definitorias del ser artístico de nuestro paisano: “Enraizado profundamente y por tanto abiertamente universal, turolense militante, aragonés en ejercicio y español orgulloso de serlo […]” Ese, sin duda, es Antón García Abril: una melodía viva, con notas de siempre, pero siempre nuevas; un músico universal turolense. Sea así por muchos años.


viernes, 10 de enero de 2014

LA MELODÍA DE UNA VIDA: ANTÓN GARCÍA ABRIL, UN MÚSICO UNIVERSAL TUROLENSE (IX)

Seis Preludios de Mirambel (1984-96)



            Los Preludios de Mirambel corresponden a una colección de seis piezas para piano escritas en homenaje al pequeño pueblo del Maestrazgo turolense que tal y como nos recuerda el mismo Antón García Abril, surgieron “en un recorrido por todo el Maestrazgo, coincidiendo con la visita de nuestra reina, en el año 1983, para hacer entrega del premio "Europa Nostra" al pueblo de Mirambel, sentí el deseo de ofrecer mi pequeño homenaje como turolense.” Añade que su pretensión fue la de enraizar su obra con la tradición pianística española, cuestión que resulta evidente en los seis preludios, si bien, en el primero se aprecia también una cierta influencia raveliana y en el cuarto una mayor modernidad y variedad rítmica. 



domingo, 1 de diciembre de 2013

LA MELODÍA DE UNA VIDA: ANTÓN GARCÍA ABRIL, UN MÚSICO UNIVERSAL TUROLENSE (0)

Ayer por la tarde, la ciudad de Teruel rindió un emotivo homenaje al maestro Antón García Abril. En la Escuela de Música que lleva su nombre se presentó el documental de Laura Sipán, El hombre y la música. Magnífico, sin más. Un delicado y entrañable recorrido por su obra y por su persona, que lo muestra como lo que es: un genio humilde y familiar, turolense hasta la médula. No se lo pierdan.



Cuando el maestro cumplió ochenta años, la revista cultural TURIA, Nº 107  se sumó a los múltiples homenajes que se le estaban tributando y me encargó una semblanza vital y profesional, de la que extraigo algunas partes para presentarlas por entregas en el blog. Como se pueden imaginar, no pretendimos, ni mucho menos, abarcar la enormidad de su persona, ni analizar la vastedad de su obra. Nuestro compositor, director y pedagogo sigue en la brecha en plena producción y son ya más de setecientas las piezas que ha compuesto, con lo que la mera enumeración de las mismas desbordaría ampliamente nuestras posibilidades. 
En el momento de redactar aquellas páginas, se encontraba trabajando en la revisión de La gitanilla, una creación que hizo para el ballet nacional de España sobre las novelas ejemplares de Cervantes. Además estaba inmerso en la composición de dos obras de piano para sus dos últimos nietos: "Siempre les he escrito [hijos y nietos] a todos una partitura de bienvenida al mundo".
De la intensidad y la altura del presente momento creativo de Antón García Abril dan buena cuenta los múltiples encargos que recibe constantemente: la gran violinista americana, Hilary Hahn, ha paseado por un buen número de ciudades europeas y de Estados Unidos su obra Tres suspiros, escrita a petición propia para ella por Antón; por su parte, el quinteto de metal Spanish Brass Luur Metalls,  tras estrenar en el año 2009 con gran éxito su primer encargo, El vuelo del viento, se apresuró a repetir experiencia el pasado año con un nuevo estreno de turolense título, Guadalaviar, una composición largo tiempo gestada, escrita para quinteto de metales solista y orquesta de cuerda, dos pianos y percusión.
Quien quiera aproximarse a su vida y a su producción musical deberá consultar las obras de Fernando J. Cabañas Alamán, Antón García Abril. Sonidos en libertad (Instituto Complutense de Ciencias Musicales. SGAE.1993); de Paula Coronas, Estética y estilo en la obra de Antón García Abril (Orquesta Filarmónica de Málaga, 2001); de Álvaro Zaldívar, Antón García Abril. Poeta de vanguardia (Ediciones Maestro, 2003); de Andrés Ruiz, Antón García Abril, un inconformista. El compositor, visto y sentido, por sus intérpretes (Fundación Autor. SGAE. 2005), así como los diferentes estudios de Esther Sestelo dedicados a su obra. Para finalizar esta mínima bibliografía que, de una u otra manera, gravita sobre el presente artículo, recomendamos también la lectura del estudio de Pablo Pérez y Javier Hernández, Antón García Abril. El cine y la televisión (Diputación de Zaragoza, 2002), dedicado a su música incidental.
El mundo compositivo de Antón García Abril es inmenso, se extiende desde las bandas sonoras, pasando por la canción de concierto, el poema sinfónico, las obras orquestales, para piano, guitarra, ballet, las de carácter didáctico y pedagógico, hasta llegar a la ópera. Todo un universo creativo, tan ciclópeo como ecléctico y polimórfico, pero al mismo tiempo unitario, de obra en marcha, en constante construcción, fruto de una vida consagrada por entero a la música que, como hemos anticipado, resulta imposible resumir en unas pocas páginas, por lo que nos limitaremos a recorrer su trayectoria vital deteniéndonos brevemente en aquellos momentos fundamentales de la misma o de su producción, en los que Teruel, su patria chica, está presente, bien sustentando e impulsando su trayectoria profesional, bien latiendo bajo sus composiciones: sus paisajes, sus gentes, sus familiares, sus amigos, sus recuerdos de infancia y adolescencia, etc., conforman un magma creativo que aflora en forma de homenajes continuos a su tierra, pues como anticipábamos en el título, Antón García Abril es un músico universal turolense; un artista que no renuncia a sus raíces, al contrario, las posee en lo emotivo, en el fondo de su espíritu creador y las proyecta hacia el mundo convirtiéndolas en universales, demostrando una vez más la verdad de las palabras del escritor portugués Miguel Torga de que “lo universal es lo local sin paredes”, máxima que alienta siempre en los grandes creadores.
Las entradas que presentaré sucesivamente, surgen de seguir la pista de Antón en el periódico local turolense (antiguo Lucha, en la actualidad, Diario de Teruel)  se comprueba, sin ningún género de duda, el respeto y la admiración que ha suscitado y suscita entre sus paisanos, así como también se percibe con claridad meridiana la justa correspondencia del compositor, hijo agradecido que dedica a su tierra lo mejor de sí mismo: su trabajo, su música, sus composiciones más sentidas.
Dejo aquí una entrevista realizada por Radio Aragón al maestro con motivo de la publicación del mencionado artículo. Espero que la disfruten.

viernes, 8 de noviembre de 2013

LA MELODÍA DE UNA VIDA: ANTÓN GARCÍA ABRIL, UN MÚSICO UNIVERSAL TUROLENSE (V)

Concierto en el Cine Victoria (1955).
            Anunciado a bombo y platillo en la prensa local, el 23 de diciembre de 1955, organizado por la asociación “amigos del Arte”, tuvo lugar en el Cine Victoria “la presentación formal de nuestro joven y ya famoso compositor Antonio García Abril, considerado como el máximo valor de esta hora entre la nueva generación de músicos españoles. Dará a conocer a sus paisanos alguna de esas obras que le han dado renombre… El artista ha querido que su música llegue al público con todos los matices expresivos y contenido lírico, de los que la interpretación pianística podría únicamente dar referencia.” (Lucha, 21-12-1955). El concierto fue un éxito total, el joven compositor, al piano, se acompañó de la soprano y profesora en el Conservatorio de Valencia, Emilia Muñoz, y del violinista, José Moret. En la primera y segunda parte presentó composiciones propias (Tres villancicos, Marinera, Canto a la madre, Mañanicas de Mayo, Arrojome las naranjicas, La zagala alegre, Capricho para violín y piano y Sonata de Siena). En la tercera, interpretó obras de Rachmaninoff, Chopin, List y Turina, cerrando con dos obras propias más, Danza aragonesa y Andaluza. Para finalizar, regaló fuera ya de programa su Nana, primera parte de su composición titulada, Dos piezas breves.
            A esta actuación siguieron otras muchas, así, algún tiempo después y en el Teatro Marín, se iniciaría en el campo de la dirección con la Orquesta Municipal de Valencia para interpretar obras de Weber, Dvorak, Dukas y Rimsky-Korsakov.
            En la década de los cincuenta, inició la composición del Ballet de los Amantes de Teruel   -inconcluso hasta la fecha-, en colaboración con sus paisanos, el citado juez Belloch, y el periodista y cineasta turolense, Clemente Pamplona, autores de la espectacular obra teatral representada en la Plaza del Seminario de la ciudad a principios de septiembre de 1955, con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de las momias de los Amantes, seguramente con la intención de que formara parte de la misma (incluía poemas de Federico Muelas).
           

En abril de 1961, tuvo lugar una conferencia-concierto en honor a los participantes en la I Asamblea Provincial de la Familia, que corrió a cargo del crítico musical, Antonio Fernández Cid, la soprano Mª Teresa Tournè y la pianista Carmen Díez Martín. El musicólogo disertó sobre el tema “La canción contemporánea española”, a partir de Granados, pasando por Eduardo Toldrá, Ataulfo Argenta, Montsalvatge, Jesús Leoz, Turina, Falla y García Abril, que se encontraba entre el público y de quien se interpretaron, quizá como estreno, sus Diez canciones infantiles (la parte literaria correspondía al citado Federico Muelas). El compositor fue tan aclamado que se vio obligado a subir al escenario y acompañar él mismo al piano “Pala y pico”, una de sus canciones. Con ellas, el compositor turolense había conseguido el accésit al Premio Nacional de Música del año 1956, cuyo ganador fue su mentor y maestro, Ángel Mingote. Ese año la música nacional tuvo acento aragonés: un veterano y una joven promesa; el maestro y el alumno que cumple con su obligación de intentar superarlo.

            Llevado de su amor por Teruel y siguiendo en esa línea compositiva, en 1965 dedicó el apunte coreográfico, Jota del Torico, al que quizá sea el símbolo más emblemático de la ciudad.

viernes, 1 de noviembre de 2013

LA MELODÍA DE UNA VIDA: ANTÓN GARCÍA ABRIL, UN MÚSICO UNIVERSAL TUROLENSE (IV)

Ángel Mingote (1952)
            Siguiendo los consejos del afamado pianista Leopoldo Querol, Antón tomó la determinación de proseguir sus estudios en Madrid. Decisión que suscitó cierta preocupación en su casa, pues no veían con buenos ojos emprender tamaña aventura sin tener lo que en aquellos momentos se conocía como un “valedor” en la gran ciudad, figura que al fin y a la postre encontraría en Ángel Mingote -padre del gran humorista gráfico, turolense de adopción, Antonio Mingote- que había vivido durante algunos años en Teruel y que a la sazón era profesor del conservatorio madrileño.
Apoyado de nuevo económicamente por la Diputación de Teruel, Antón García Abril dio inicio a sus estudios superiores avalado por el músico darocense, fraguándose de inmediato entre ellos una sólida amistad sustentada en el convencimiento del profesor en las grandes posibilidades del joven músico, confianza recogida por escrito  en su artículo titulado “Antón García Abril, músico”, publicado en el diario local (3-07-1955): “Mi acierto, hasta hoy, en pronósticos y augurios, me anima y decide a esta afirmación: García Abril está dotado de tal musicalidad, que puede llegar hasta donde los mejores lleguen […]”, para concluir solicitando a “las más relevantes y oficiales personalidades de Teruel a que velen por él y protejan a quien de seguro ha de rendir ciento por uno; a quien puede dar días de gloria a su región.”
El tiempo, el buen hacer del maestro y la crítica han confirmado su pronóstico, así, casi cincuenta años más tarde, el estudioso Álvaro Zaldívar afirmaba respecto de García Abril: “es el compositor más robusto y solvente de la segunda mitad del siglo XX, heredando el lugar que cupo a Manuel de Falla en la primera mitad de ese siglo”.
            Los deseos de Ángel Mingote no cayeron en saco roto y como sucediera hasta ese momento, la Diputación Provincial turolense siguió apoyando con puntuales ayudas económicas al en ese momento aprendiz de composición a complementar sus estudios en los prestigiosos cursos de verano que organizaba la Academia Chigiana de Siena, donde asistió a cursos de composición con Vito Frazzi, de dirección de orquesta con Paul van Kempen, de música cinematográfica con Angelo Francesco Lavagnino y sobre el mundo del ballet con Alexander Sajarov.

            En el curso 1963-64,  completó su formación en nuevas técnicas de composición en la Academia “Santa Cecilia” de Roma con el prestigioso maestro Gofreddo Petrassi.

jueves, 24 de octubre de 2013

LA MELODÍA DE UNA VIDA: ANTÓN GARCÍA ABRIL, UN MÚSICO UNIVERSAL TUROLENSE (III)

                    Himno de “La Vaquilla (1950)

Como no podía ser de otra manera, entre estas composiciones iniciales, se encuentra el Himno de “La Vaquilla (1950), fruto de ese sentimiento tan turolense que es ser y sentirse “vaquillero”; sentimiento que se mantiene vivo durante toda la vida y que rememora el maestro siempre que se le pregunta al respecto recordando con nostalgia las fiestas de sus años mozos, cuando con sus compañeros de colegio y otros jóvenes trabajadores formaron la peña de significativo nombre “studtrab” (de estudiantes y trabajadores) para vivirlas con camaradería y sana intensidad. De esta forma, con su trabajo compositivo, el joven Antón comenzó a devolver a su ciudad lo que recibía de ella, creando ese flujo de influencias y mutuo reconocimiento que se mantendrá a lo largo de toda su vida (en 1991 la Federación de Interpeñas turolense lo nombró, junto a Antonio Ubé Casinos, autor de la letra, “peñista del año”).


Se oye un cámpanico cerca
que replica alegremente
es el campanico del Ángel
que está llamando a la gente.
La subasta ha comenzado
Teruel empieza a vivir
y en la tarde del domingo
nos vamos a divertir,
Es la Vaquilla del Ángel
la fiesta más popular,
la que a los viejos y jóvenes
hace reír y llorar.
Es la Vaquilla en Teruel
famosa y tradicional,
la que invita, todo el mundo:
noble bravía y leal.
Teruel, viva Teruel
con la Vaquilla del Ángel
el Torico de su plaza
y los famosos Amantes.
Teruel viva Teruel
Con sus peñas vaquilleras,
la música y la canciones
Teruel, viva Teruel.
Vaquillero, vaquillero
que desbordas alegría
con la música y sus peñas
el día de la vaquilla
La Vaquilla es en Teruel
la fiesta tradicional
que a los jóvenes y viejo,
hace gozar y soñar.
Es la vaquilla del Ángel
la fiesta más popular,
la que a los viejos y jóvenes
hace reír y llorar.
Es la vaquilla en Teruel
famosa y tradicional,
la que invita a todo el mundo:
noble bravía y leal.
Teruel, viva Teruel
con la Vaquilla del Ángel
el Torico de su plaza
y los famosos Amantes.
Teruel viva Teruel
Con sus peñas vaquilleras,
la música y la canciones
Teruel, viva Teruel.


Autor Música: Antón García Abril

Autor Letra: Antonio Ubé

sábado, 12 de octubre de 2013

LA MELODÍA DE UNA VIDA: ANTÓN GARCÍA ABRIL, UN MÚSICO UNIVERSAL TUROLENSE (I)

Esta entrada es parte de un trabajo más extenso publicado íntegramente en la revista TURIA Nº 107,  con motivo del ochenta cumpleaños del maestro, en el que tratamos de dibujar la trayectoria personal y profesional de este turolense universal entregado a la música, siempre desde la óptica de su vinculación con Teruel y sus gentes, tratando de descubrir en su universalidad la presencia de sus raíces. 


Antón es el niño que hay detrás del bombo


La banda de música (1943)
            Antón García Abril nació en Teruel el 19 de mayo de 1933. Su padre, pintor industrial, tenía vocación de músico y cuando los menesteres de su trabajo se lo permitían, tocaba el saxofón en la banda de la ciudad. Será en ella donde a los diez años descubra el encanto de la música y nazca su vocación. Antón García Abril reconoce su importancia siempre que se le pregunta: “Allí nació mi amor por la música y, desde entonces tengo un respeto extraordinario por las bandas, que son un vehículo de cultura popular […] En aquel medio descubrí el misterio de la música como lenguaje […]” “[…] y es que la banda, con esa gran tradición que tiene en España, ha producido muchas aficiones musicales, entre ellas la mía. Lo digo por los que piensan que tienen una importancia secundaria. Están equivocados. Como elemento de cultura popular tiene la misma importancia que una orquesta sinfónica.”

            Por su parte, la banda de Teruel lo reconoció como “Socio de Honor” (2003)  y como “Director Honorario”, dándole también su nombre a la Escuela de Música de la ciudad (2011).

miércoles, 18 de abril de 2012

ANTÓN GARCÍA ABRIL (VIII). BANDAS SONORAS. CONCLUSIÓN

CONCLUSIÓN

En ningún momento Antón García Abril ha pretendido con sus bandas sonoras convertirse en el protagonista de ninguna película, su música siempre fue subsidiaria de las imágenes, del argumento o de los personajes; es decir, como compositor de música funcional entendió a la perfección que debía supeditar su actividad al conjunto, de ahí también  la variedad de estilos compositivos a los que recurrió, buscando siempre la máxima eficacia y ajustar lo mejor posible la partitura encargada al argumento, al paisaje, al ambiente, al género, al tono, a los personajes o a las situaciones fílmicas que debía ilustrar o describir en cada caso concreto. De alguna manera, podemos afirmar que Antón García Abril fue un todoterreno de la música aplicada, un estajanovista de las bandas musicales que compuso para todo tipo de proyectos con eficacia y sin alardes,  que entendió esta faceta de su trayectoria profesional como un campo de aprendizaje y de experimentación, por eso, como él mismo afirmó en su momento, “tanto en el siglo XX como en el XXI, donde la sociedad estará seguramente totalmente audio visualizada, es fundamental que los compositores conozcan su forma de expresión”, proféticas palabras completamente ciertas que han llevado a incluir la composición de música para cine como asignatura en algunos conservatorios.

            Todo lo expuesto anteriormente explica que no le hiciera ascos a ningún tipo de género ni subgénero. Así trabajó el western en sus dos versiones musicales más reconocidas, la sinfónica, melódica y colorista de los grandes paisajes del oeste americano a lo Elmer Bernstein y la más expresiva, basada en instrumentos como la armónica, los silbidos, la voz humana, trompetas desgarradas, etc.; introdujo el jazz en el cine policíaco, con percusiones opresivas y temas angustiosos; innovó en el cine de terror hispano y en el fantástico, donde dio rienda suelta a su vena experimental con las películas de Amando Osorio y León Klimovski.  Un claro ejemplo es la banda sonora de La noche del terror ciego (1971), con momentos de alto grado erótico y una musica evocadora y sensual, como esta de la escena de las dos amigas, quizá una de las primeras permitidas en el cine nacional que tratan el tema del lesbianismo con claridad.
Trabajó también la comedia popular de forma digna, aportando al imaginario colectivo español melodías tan reconocidas como la de Sor Citroën, la comedia sentimental, la musical (como la que cuelgo, que incluye una de las pocas canciones que el mismo compuso para Rocio Durcal), el cine de toreros, etc.


Aportó melodías sensuales y desenfadadas en el cine del “destape”. Y una etapa final de madurez en la que creó las más bellas composiciones de su carrera en películas de autor para Mario Camus, Antonio Isasi, Roberto Bodegas, Pilar Miró, etc., alcanzando sus máxima expresión en las bandas sonoras de series televisivas.

martes, 17 de abril de 2012

ANTÓN GARCÍA ABRIL (VII). BANDAS SONORAS: LOS SANTOS INOCENTES.



La banda sonora pues se relaciona en general con la familia de Paco el Bajo y en particular con el personaje del Azarías. El tema primero se da fundamentalmente en la relación de Azarías con la Milana: suena al comienzo de la película cuando corre el cárabo, un animal que se asocia a las fuerzas negativas y que provoca en el personaje una extraña mezcla de miedo y felicidad que conduce a una especie de catarsis física y espiritual; cuando Quirce le regala la Milana; cuando cree que la ha perdido al asustarse y el pájaro regresa a su hombro y en una variante mucho más obsesiva y rápida en el momento final de la venganza del Azarías sobre el señorito Iván. Este tema es un fiel reflejo sonoro de su mundo interior caracterizado por su primitivismo y también de su mundo exterior, marcado por su marginación mental y social. Azarías limita su mundo y su vida a la repetición –como los mismos temas musicales que lo acompañan en los momentos esenciales de su vida- de aquellos actos mecánicos para los que alcanza su corta inteligencia: abonar plantas, pelar pájaros, quitar tapones de las válvulas de las ruedas, correr el cárabo, apartarse del mundo cuando lo invade la “perezosa”, etc.; mientras que el segundo, queda para expresar los momentos de desolación y de abandono (el desamparo que siente al sentirse burlado o triste por algún motivo le lleva invariablemente a buscar la soledad, único refugio posible para un individuo que no alcanza a comprender la sociedad) que vive este personaje cuando pierde a sus pájaros y es recluido en un manicomio.
En definitiva, igual que Delibes y Camus consiguen con su relato y película enervar al lector-espectador mediante la lectura o la visión de las imágenes, Antón García Abril colabora a la perfección con esta pretensión de transmitir una irritación creciente en el espectador-oyente mediante su banda sonora: asistimos a un mundo injusto en el que los personajes no protestan, resignadamente aceptan y callan –valor de los silencios en la banda sonora-, pero de su silencio en progresión creciente nace la solidaridad y una especie de justicia natural que ejecuta Azarías con su venganza, en cuyo mundo la justicia no está ligada a las leyes sociales, sino a leyes naturales que el viene a restaurar con el asesinato del señorito Iván.
            La elección del rabel para el segundo tema resulta muy acertada por dos razones: se trata de un instrumento popular –presencia e importancia del pueblo en la película-, que en el inconsciente colectivo nos remonta hasta la España feudal de la Edad Media, esa misma que anacrónicamente todavía pervive en el libro de Delibes y que refleja a la perfección Mario Camus. En el cortijo extremeño de principios de los años sesenta todavía se mantienen las relaciones feudales, de vasallaje, los señoritos disponen arbitrariamente de la propiedad, y su propiedad es la tierra, pero también los hombres que habitan en ella. Los pobres se sustentan de la caridad del rico y el único derecho que poseen es abandonar el territorio si no están conformes. Esta es la relación general de la novela y la película que se establece entre los ricos y los pobres, la marquesa y sus empleados y, en especial, entre Paco, el Bajo, un personaje servil,  y el señorito Iván, quien no le concede la dimensión de ser humano, sino que lo trata simplemente como un objeto o como un perro de caza.
            Este es el balance que el compositor hace de su trabajo: “La música creo que ha funcionado muy bien, porque es la mezcla, pienso, de lo popular y de lo culto en un cine también culto pero unido a un tema popular, en el sentido de que se produce en el pueblo…”; es decir, se trata de música popular en el sentido dramático, pero intelectualizada a posteriori.
            Junto con los dos temas comentados habría que destacar, como hemos anticipado, la importancia de los silencios, que sirven para resaltar de manera significativa el papel de la partitura. La música diegética se reduce a una cancioncilla tradicional y al tema del órgano en la boda.

lunes, 16 de abril de 2012

ANTÓN GARCÍA ABRIL (VI): ANÁLISIS DE LA BANDA SONORA DE LOS SANTOS INOCENTES (I)









No somos expertos en música, por lo que no es nuestra intención analizar la dimensión musicológica de las partituras, sino la relación que se establece entre la música y las imágenes. Quiero agradecer la colaboración para esta entrada de mi compañero, el profesor de música, Martín J. Sanz.

Foto de familia del rodaje de Los santos inocentes (Covadonga Galeote).

A nuestro juicio, en la banda sonora de Los santos inocentes destacan dos cosas:  su sobriedad y su afán experimental, entendido esto último no tanto como una pretensión vanguardista, sino más bien desde un punto de vista etnomusicológico; es decir, de alguna manera su pretensión final sigue la estela de los procedimientos y estudios llevados a cabo por los compositores encuadrados por la musicología dentro del nacionalismo musical, en especial de la segunda oleada (Bartok, Kodaly, Smetana, etc.; si bien, en el caso de Antón García Abril la influencia bien podría provenir de su maestro en este campo. Francesco A. Lavagnino), que se caracterizó por estudiar las estructuras profundas del folclore para aplicarlas a sus composiciones, dotando a estas de sonidos novedosos. La banda sonora se compone esencialmente de dos temas bien diferenciados que transmiten, cada uno a su manera, una sensación de tristeza y desamparo.

Antón, Mario Camus y Pedro Madrid.
Foto tomada del libro citado de Javier Hernández y Pablo Pérez.
Ambos temas aparecen seguidos al comienzo de la película: el primero es una composición desarrollada a partir de percusiones (membranófonos e idiófonos y con cierta probabilidad también de la botella labrada, el almirez, etc., tan propios de la música popular) y sonidos experimentales que acompaña al Azarías en su rito primitivo, tribal, de correr el cárabo con el que arranca la película; y el segundo, “atonal” –su atonalidad viene marcada porque la organización folclórica es “modal”-, ejecutado con un rabel” (para la creación de este tema, se grabó a un vaquero cántabro, Pedro Madrid, al que se le pagó 5.000 Pts.- tocando el rabel, y luego se hizo un tratamiento tímbrico y se combinó con otros instrumentos, como un violín con cuerdas especiales metálicas), con clara textura de melodía acompañada, siendo el tema melódico muy reconocible y el propio rabel puede hacer un bordón primitivo sobre el que la melodía se “asienta”, el tema se encadena al anterior y surge con los títulos de crédito que aparecen en pantalla sobre la foto fija en blanco y negro de la familia de Paco el Bajo enmarcada musicalmente por su ejecución. Es el desarrollo musical más largo, con diferencia, de toda la película, algo más de tres minutos de música.


Los dos temas son, por decirlo de alguna manera, “monocromáticos”, y se adaptan perfectamente a los colores fríos del film, como las propias vidas “monocolor” de sus protagonistas, rutinarias, sin presente ni futuro. Antón García Abril al eliminar las restantes secciones de la orquesta en cada caso, le resta “color” a la partitura buscando crear un mundo sonoro que transmite a la perfección la vida de esos “santos inocentes” que son la familia de Paco el Bajo,  y en especial el Azarías –también la Niña Chica-, al igual que la voz narrativa en la novela y en la película, esa música se asocia a su figura y manifiesta de alguna manera su falta de raciocinio, sus impulsos primitivos. La música como el lenguaje del Azarías se expresa con frases-sonidos breves, sencillos  y repetitivos.




martes, 10 de abril de 2012

ANTÓN GARCÍA ABRIL (V). BANDAS SONORAS: "LA COLMENA"


La película de Camús -como la novela de Cela que adapta- carece de una sólida trama porque el relato no es más que la sucesión de múltiples escenas o secuencias de diferente longitud que se centran en la descripción física o moral de los personajes, o bien en la narración de los pequeños actos de su vida cotidiana. En suma, La colmena es un fresco del discurrir diario del Madrid de la posguerra, un Madrid de mañanas “eternamente repetidas”, lleno de miradas “que jamás descubren horizontes nuevos, paisajes nuevos…”; en suma, un Madrid desolado, gris y hambriento, donde el estraperlo está a la orden del día como medio de ganarse la vida unos y de enriquecerse otros; es decir, sus secuencias conforman un mosaico con las pequeñas derrotas de hombres y mujeres que viven con poca esperanza. De ahí que la banda sonora aparezca despojada de toda grandiosidad sonora y se reduzca a una sintonía melódica simple de tonos tristes, dominada por un saxo que desgrana notas como lágrimas, creando un clima frío y nostálgico; un saxo que solloza y transmite con claridad meridiana al espectador la frustración y el hastío en el que viven los personajes, derramando sus notas sobre el fondo musical de carácter rítmico, conformado por un cuarteto de cuerda que lo acompaña interpretando una melodía triste (importancia de la melodía en las composiciones de García Abril) como las vidas de los protagonistas del film. De esta forma, Antón García Abril ilustra de forma magistral ese ambiente depresivo, de abatimiento general de las personas que vivieron esos duros momentos.
Incluso la música diegética utilizada para ilustrar secuencias tanto en el café de doña Rosa, donde tocan en directo unos pobres músicos, como en la sala de baile, en la que suena un gramófono, suena triste, lánguida, desganada, sin demasiada alegría: tangos, vals, etc.
 Todo lo expuesto se refuerza con una contención absoluta de la música a lo largo de la película, a la que se la despoja, como a los personajes, de su presencia, de su teórica alegría, y sólo emergerá en los momentos más dramáticos del film para subrayarlos levemente, son tan sólo siete secuencias y en los títulos de crédito de la apertura y cierre de la película, siempre asociadas al personaje de Martín Marco, el más representativo de ese vivir desolado, con leves instantes de mínima alegría.

lunes, 9 de abril de 2012

UN MÚSICO DE CINE: ANTÓN GARCÍA ABRIL (IV). MÚSICA PARA TELEVISIÓN

También merecen destacarse la práctica totalidad de sus trabajos para series televisivas, muchos de los cuales perviven en la memoria colectiva de las genereraciones que se educaron en la televisión de finales de los setenta y durante la década de los ochenta: El hombre y la Tierra, Curro Jiménez, Los camioneros, Fortunata y Jacinta, Anillos de Oro, Ramón y Cajal, historia de una voluntad, Cervantes, Segunda enseñanza, Los desastres de la guerra,  Réquiem por Granada, Brigada Central, y un largo etcétera, dejando a un lado, incluso, las sintonías para cabeceras de programas tan célebres como La tarde, Deportes, Tarde de toros, Punto de encuentro... Aquí cuelgo algunos ejemplos.








sábado, 7 de abril de 2012

UN MÚSICO DE CINE: ANTÓN GARCÍA ABRIL (III)


 Mario Camus y Antón García Abril.
Foto tomada del libro de Javier Hernández y Pablo Pérez,
Antón García Abril. El cine y la televisión
 (Zaragoza, Diputación Provincial, 2002)
 Cuando este tipo de cine comercial decrece,  la producción de Antón García Abril también desciende, pero, sin embargo,  busca nuevos caminos musicales y sus partituras acusan un importante enriquecimiento sinfónico y se hacen mucho más ambiciosas, logrando trabajos tan depurados como La lozana andaluza (1977), de Vicente Escrivá, El perro (1978), de Antonio Isasi,  El crimen de Cuenca (1979) y Gary Cooper, que estas en los cielos... (1980), de Pilar Miró, La colmena (1982), Los santos inocentes (1984) y La rusa (1987), de Mario Camus, Réquiem por un campesino español (1985), de Fernando Betríu, en la cual, por cierto, la interpretación musical corrió a cargo de la “Rondalla Alegría” de Alcañiz, o Romanza final (1986), de José Mª Forqué.

Como señala Fernando J. Cabañas, es en 1986 cuando la actividad que García Abril desarrolla en el cine alcanza uno de sus momentos cumbres, pues la banda sonora de la película de Rodney Bennet, Monsignor Quixote (1985), le lleva a conseguir el premio “The music Retailers Association Annual Awards for Excelennce” (1986) y es elegida, junto a otras de John Barry, John Williams o Maurice Jarre, para ser interpretada por la Orquesta Filarmónica de Londres en el Albert May, espacio  en el que se reúne la música cinematográfica más relevante en el panorama internacional de cada temporada.




Ese mismo año, en el “I Encuentro Internacional de Música de Cine”, celebrado en Sevilla, se le dedica un ciclo especial a su obra y se graba un disco homenaje, interpretado por la Orquesta Sinfónica de Madrid dirigida por el propio compositor, en el que se recogen sus mejores bandas sonoras, tanto cinematográficas  como televisivas.
En esta misma línea, y como reconocimiento a su labor, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España le encarga en 1987 la  Obertura de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, composición con la que se abre desde ese año el acto anual de entrega de los “Premios Goya” de la citada Academia.

miércoles, 4 de abril de 2012

UN MÚSICO DE CINE: ANTÓN GARCÍA ABRIL (II)


Antón García Abril en el rodaje de La fiel infantería.
Foto tomada del libro de
Javier Hernández y Pablo Pérez,
Antón García Abril. El cine y la televisión
 (Zaragoza, Diputación Provincial, 2002)
SUS COMIENZOS EN EL CINE
Tras estudiar en el Conservatorio de Valencia y después en el de Madrid, Antón García Abril completa su formación musical en Italia bajo el magisterio de Goffredo  Petrassi y el gran compositor de música de cine Francesco Lavagnino.  Sus inicios en el cine se remontan al año 1955, siendo todavía Antón García Abril estudiante en Madrid, cuando, José Mª Belloch, a la sazón juez de Teruel y guionista en esos momentos de la película Torrepartida, que se estaba rodando en Albarracín, lo recomendó a su director, Pedro Lazaga, para que compusiera la música. En un primer momento, esta propuesta no parece agradar al prolífico realizador, pero, al fin y a la postre, no sólo la aceptó, sino que concluyó con una fecunda colaboración que se prolongó durante 22 años y  se materializó en 68 películas, algunas de ellas tan famosas como Ana dice sí, La fiel infantería (con esta banda sonora obtiene el Premio Nacional del Sindicato de 1959, galardón que volvería a conseguir en 1968 con otra película de Lazaga, No le busques tres pies, y por tercera vez en 1975 con Los pájaros de Baden-Baden, de Mario Camus), Los tramposos, Los económicamente débiles, La ciudad no es para mí, etc. De esta forma, Antón García Abril se convierte en un nombre fundamental de la composición musical aplicada al cine en la etapa que fue de mediados de los cincuenta hasta finales de los setenta, caracterizada principalmente por la producción de las denominadas “comedias a la española” o “españoladas”, muchas de ellas dirigidas por Lazaga, Mariano Ozores o Vicente Escrivá, y producidas en su mayor parte por José Luis Dibildos y Pedro Masó, a las que Abril aporta ritmos de jazz, melodías y canciones pegadizas en la mejor tradición de sus contemporáneos italianos: Sor Citröen, El turismo es un gran invento, Vente a Alemania Pepe, Abuelo made in Spain, Las Ibéricas F.C., La llamaban la Madrina, Lo verde empieza en los Pirineos, Manolo la nuit,  etc. También cultivó el thriller  en El rostro del asesino (1965), de Lazaga, y Culpable para un delito (1966), de José Antonio Duce, el spaghetti-western, por ejemplo en  Tierrra brutal (1961), de Michael Carreras o Adios, Texas (1967), de Ferdinando Baldi, y el cine de terror  en el caso de las películas de León Klimovsky o de Amando Osorio, entre otros.




jueves, 24 de noviembre de 2011

MUDÉJAR


Foto tomada de la web El ojo digital
(Pedro Blesa)
  Entre 1250 y 1350 la ciudad de Teruel vivirá un periodo de esplendor del arte mudéjar. El recinto medieval turolense presenta una planta amurallada, con cuatro puertas orientadas a los puntos cardinales: la de Daroca, al norte; la de Zaragoza, al este; la de Valencia, al sur y la de Guadalaviar, al oeste. Desde estas puertas parten las principales calles que se cortan en el centro, donde hoy se sitúa la plaza del Torico.
La Torre de El Salvador se alza en las cercanías de la puerta de Guadalaviar. Se levantó en los primeros años del siglo XIV y está constituidas por dos torres: la exterior, de ladrillo, y la interior, de mampostería, quedando entre ambas las escaleras. El arco de la parte baja se cubre con bóveda de crucería. En la decoración podemos observar una sucesión de arcos mixtilíneos entrecruzados y series de lazos de cuatro formando estrellas de ocho puntas combinadas con cruces.
La Torre de San Pedro se eleva en las proximidades de la Plaza Mayor. Se fecha a mediados del siglo XIII y en su parte baja encontramos el habitual arco apuntado, de doble rosca. En el sistema ornamental se destaca el friso de arcos de medio punto entrecruzados, así como las tonalidades verdes de su cerámica.
En el centro de la ciudad se halla la Torre de Santa María, la catedral. Fue construida entre 1257 y 1258, destacando algunas particularidades como el arco apuntado de la parte inferior, la decoración en tonalidades verdes o los arcos de medio punto entrecruzados.
Hacia el norte de la urbe se ubica la Torre de San Martín, construida entre 1315 y 1316. Sigue fiel al sistema de abrir un arco en la parte inferior, así como a la decoración de ladrillo resaltado y cerámica, enriqueciendo la gama cromática y reduciendo el tamaño de las piezas.
Como bien dijo Francisco Iñiguez, estas torres no son otra cosa que un alminar islámico al que se le ha superpuesto un cuerpo cristiano de campanas. Este texto es el que precede en youtube al siguiente video ilustrativo.


Continuamos con un corto, Mudéjar, dirigido por el turolense Víctor Lope (1957), que allá por 1987 realizaba su particular homenaje a nuestra arquitectura. La música es del también turolense Javier Navarrete.


Seguimos con la primera parte del concierto Mudéjar para guitarra y orquesta de nuestro paisano Antón García Abril.



Simplemente GENIAL. Antón García Abril es el mejor compositor vivo de nuestro país. Un auténtico lujo para Teruel y los turolenses, como nuestro mudéjar.

Ahora continuamos con el no menos genial bailarín aragonés Miguel Ángel Berna en su promoción de su espectáculo Mudéjar, realizado por el director también aragonés Jorge Nebra.







Ahora un breve concierto de presentación del proyecto de sonificación del Arte Mudéjar Aragonés realizado el 20 de Octubre de 2011 en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Como complemento visual del espectáculo, se ha diseñado un sistema de proyección sobre un modelo a escala de una torre mudéjar mediante tecnología de video-mapping CONCIERTO MUDÉJAR.

Vamos ahora con algo de arte y otro de nuestros turolenses ilustres vivosm GONZALO TENA, quien junto con el serígrafo Álvaro Lombarte, haciéndose eco de la declaración hace veinticinco años del mudéjar de Teruel como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, proponen una mirada al pasado, conjugando nuestra herencia cultural con las nuevas corrientes artísticas EN TORNO AL MUDÉJAR.

Concluiremos este homenaje con un video con música de Luis Delgado que hemos preparado al efecto. El tema se titula "La torre del Salvador" y es de su disco TANGER.