CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

miércoles, 18 de abril de 2012

ANTÓN GARCÍA ABRIL (VIII). BANDAS SONORAS. CONCLUSIÓN

CONCLUSIÓN

En ningún momento Antón García Abril ha pretendido con sus bandas sonoras convertirse en el protagonista de ninguna película, su música siempre fue subsidiaria de las imágenes, del argumento o de los personajes; es decir, como compositor de música funcional entendió a la perfección que debía supeditar su actividad al conjunto, de ahí también  la variedad de estilos compositivos a los que recurrió, buscando siempre la máxima eficacia y ajustar lo mejor posible la partitura encargada al argumento, al paisaje, al ambiente, al género, al tono, a los personajes o a las situaciones fílmicas que debía ilustrar o describir en cada caso concreto. De alguna manera, podemos afirmar que Antón García Abril fue un todoterreno de la música aplicada, un estajanovista de las bandas musicales que compuso para todo tipo de proyectos con eficacia y sin alardes,  que entendió esta faceta de su trayectoria profesional como un campo de aprendizaje y de experimentación, por eso, como él mismo afirmó en su momento, “tanto en el siglo XX como en el XXI, donde la sociedad estará seguramente totalmente audio visualizada, es fundamental que los compositores conozcan su forma de expresión”, proféticas palabras completamente ciertas que han llevado a incluir la composición de música para cine como asignatura en algunos conservatorios.

            Todo lo expuesto anteriormente explica que no le hiciera ascos a ningún tipo de género ni subgénero. Así trabajó el western en sus dos versiones musicales más reconocidas, la sinfónica, melódica y colorista de los grandes paisajes del oeste americano a lo Elmer Bernstein y la más expresiva, basada en instrumentos como la armónica, los silbidos, la voz humana, trompetas desgarradas, etc.; introdujo el jazz en el cine policíaco, con percusiones opresivas y temas angustiosos; innovó en el cine de terror hispano y en el fantástico, donde dio rienda suelta a su vena experimental con las películas de Amando Osorio y León Klimovski.  Un claro ejemplo es la banda sonora de La noche del terror ciego (1971), con momentos de alto grado erótico y una musica evocadora y sensual, como esta de la escena de las dos amigas, quizá una de las primeras permitidas en el cine nacional que tratan el tema del lesbianismo con claridad.
Trabajó también la comedia popular de forma digna, aportando al imaginario colectivo español melodías tan reconocidas como la de Sor Citroën, la comedia sentimental, la musical (como la que cuelgo, que incluye una de las pocas canciones que el mismo compuso para Rocio Durcal), el cine de toreros, etc.


Aportó melodías sensuales y desenfadadas en el cine del “destape”. Y una etapa final de madurez en la que creó las más bellas composiciones de su carrera en películas de autor para Mario Camus, Antonio Isasi, Roberto Bodegas, Pilar Miró, etc., alcanzando sus máxima expresión en las bandas sonoras de series televisivas.

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