CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

viernes, 24 de abril de 2015

DONOSO Y EL CINE. BUÑUEL Y EL LUGAR SIN LÍMITES: UNA RELACIÓN TORMENTOSA (III)

Los amigos prodigiosos
        Este artículo se ha publicado en la  REVISTA CABIRIA

La casa y el patio de los Donoso pronto se convirtió en un lugar de encuentro de los llamados por los lugareños, “los catalanes”, que en un primer momento aglutinó al traductor Didier Coste, a la periodista peruana, Elsa Arana Freire, el escritor chileno, Mauricio Wacquez y una familia de colombianos, los Gutiérrez, además de los Zimmermann, amigos suizos. Pronto se sumarían los Gili, dueños del imperio editorial. De manera esporádica recibirían de visita a grandes escritores del momento: Juan Benet, Luis Goytisolo, Carlos Barral, Luis Rosales, Ana María Moix, Vargas Llosa –que llegó a comprar una casa durante varios meses que luego vendió a los Zimmermann-, García Márquez, Carlos Fuentes, Carlos Saura, Antonio Saura, Geraldin Chaplin, Paco Rabal, etc.

sábado, 11 de abril de 2015

DONOSO Y EL CINE. BUÑUEL Y EL LUGAR SIN LÍMITES: UNA RELACIÓN TORMENTOSA (II)

Calaceite, la casa y las tertulias en los jardines colgantes de Donoso.  

        Este artículo se ha publicado en la REVISTA CABIRIA

En 1971, José Donoso vivía en Sitges y quedó con su traductor al francés de El obscuro pájaro de la noche, Didier Coste, para revisar algunos aspectos de la traducción. Didier no residía en Francia, sino en la localidad turolense de Calaceite, “un pueblo de dos mil habitantes […] que es uno de los más bellos y no prostituidos de España”, como lo describiría el propio Donoso después de conocerlo; un “pueblo de piedra, teja y campanario. Una isla entre un mar de viñas y olivares”, como lo recordaría años más tarde su hija, Pilar Donoso[1].
         Este primer encuentro con la localidad perduró también en la memoria de Mª Pilar Serrano, la mujer del escritor chileno, por su intenso frío:
"Para navidades hace mucho frío en Calaceite, el pueblecito del Bajo Aragón en España donde vivimos varios años Pepe, mi marido, nuestra hija Pilarcita, nuestro perro "Peregrine" y yo, amén de tres gatos que allí acogimos. Aquel año 1971 el cierzo (viento helado de la región) soplaba con particular encono. La gente del pueblo, acostumbrada a pasar frío en sus antiquísimas casonas de piedra, lo soportaba sin mayores comentarios, preparándose para celebrar las fiestas de fin de año"[2].


         Donoso se enamoró de Calaceite, compró una casa - en realidad, eran tres- por 600 dólares (“Era una casa bella –describe su hija-, toda de piedra, con un living grande que tenía como originalidad dos chimeneas y el cielo de bovedilla catalana; troncos a la vista, cada medio metro, entre tronco y tronco, una pequeña bóveda de yeso y las paredes de piedra descubierta. En el tercer piso estaba la ‘solana’, granero típico de las casas de la región, con una vista incomparable hacia la sierra de los campos de olivos”), plantó un jardín aterrazado –“los jardines colgantes de Donoso” los llamaron- y se retiró con Pilar y con su hija a escribir y a vivir entre aquellas piedras hasta 1975. Así, residió allí durante cuatro años, vividos con gran intensidad creativa (él incluso está varios meses de 1976, terminando en soledad su novela Casa de campo), mientras su hija asistía a la escuela y su mujer se aburría mortalmente, traducía La letra escarlata y se debatía entre los antidepresivos y el alcohol.
         De hecho, en Calaceite, Donoso escribió tres de sus libros: Historia personal del boom, Tres novelitas burguesas y la mencionada Casa de campo, y también concluyó El jardín de al lado. El mismo escritor asume que fue allí también donde se insipiró su único volumen de versos, Poemas de un novelista, si bien debió tomar distancia para escribirlos.
         Incluso años después de abandonar Calaceite, Donoso sintió la necesidad de regresar, de reencontrarse con ese hermoso paisaje:
“El camino más bello, en el día de sol más bello de mi vida, mucho más bello que el campo de Aix y la Provenza, que acabo de ver con la misma luz y con mucha menos emoción, pese a que entonces creí que se trababa de la luz definitiva y de la emoción definitiva. Viaje maravilloso desde Benisanet y Mora del Ebro por el campo, realmente me dejó con la boca abierta, no lo recordaba así, con las eremitas verdes desde las viñas negras a ras del suelo rojo, los almendros de verde, reciente, comestible. No creo que vuelva a sentir la emoción de belleza que sentí esta tarde en el campo del Bajo Aragón. Pienso en la emoción de Hemingway frente a este campo, que no debe haber cambiado mucho desde el campo descrito por Hemingway.”

         En el patio-jardín de su casa de Calaceite se celebraron tertulias memorables. Así lo evoca, por ejemplo, Jorge Edwards en un artículo publicado en El País el 18 de octubre de 2000:
"Pasaban los campesinos, las viejas, los niños, sumidos en una indiferencia profunda, más allá de toda sorpresa, mientras nosotros, como energúmenos, discutíamos de Henry James, de Proust, de Dostoiesvski, de autores mucho más desconocidos y difíciles. No faltaba nunca en las cercanías un traductor francés, un filósofo catalán que hubiera pasado por la Escuela de Francfort. Calaceite era un ombligo literario, un escenario medio sordo, un punto de convergencia enigmático. Y en el patio nacieron también algunas de las obras memorables de los autores, como el propio Donoso explica en una entrevista dada a Juan Andrés Piña para la revista Hoy de junio de 1979: ‘La chispa inicial de la novela Casa de Campo vino una vez que yo estaba escribiendo unos guiones de cine para Antonioni... Los hijos de Vargas Llosa jugaban en el patio con mi hija, que en ese tiempo tenía unos siete años. Me acordé de aquello de 'los misteriosos juegos de los primos con las primas a la hora de la siesta' y empezó a funcionar en mi cabeza una fantasía con el tema de los niños. Me puse a trabajar en septiembre del 73 en el tema; el escrito fue tomando cuerpo y ya después me olvidé del guión de cine para seguir con la novela’.”

         Los críticos de la obra de Donoso han señalado que en el centro de todos sus libros existe, como un espacio cerrado, en ocasiones asfixiante, una casa –el palacete modernista de Coronación, el burdel de El lugar sin límites, la mansión de Marulanda en Casa de campo, etc.- Son, a decir del novelista, “las casas de que me evadí, eternamente, en todos sus posibles avatares y con los disfraces de sus personajes que son ecos de las personas de mi pasado, estoy condenado a crearlas y recrearlas en mis libros, a crearlas y recrearlas en las casas de mi trashumancia.” Calaceite no sería una excepción, tal vez, junto con la de su infancia, fuera una de las más importantes.






[1] Pilar Donoso, Correr el túpido velo, Barcelona,  Alfaguara, 2010. En este fascinante libro, construido sobre sus propios recuerdos, los diarios hasta ese momento inéditos de su padre entre 1959 y 1994, y los diarios de su madre, le dedica  un extenso capítulo a “Calaceite, 1971-1974”.
[2] Mª Pilar Serrano escribió en 1987 un polémico libro de memorias, Los de entonces (Barcelona, Planeta), en el que aporta una visión personal, aguda y crítica, de lo que fue el “boom”, tanto de los escritores como de sus mujeres. En verdad muy interesante.

domingo, 5 de abril de 2015

DONOSO Y EL CINE. BUÑUEL Y EL LUGAR SIN LÍMITES: UNA RELACIÓN TORMENTOSA (I)

         

Este artículo se ha publicado en la REVISTA CABIRIA
   El cine de Buñuel fue un referente para los autores del llamado boom. Don Luis para todos ellos era una figura admirada como prueban los libros con dedicatoria enviados al cineasta por autores como Miguel Ángel Asturias o Alejo Carpentier, y las cartas que le remitieron Julio Cortazar, Álvaro Mutis, García Márquez y José Donoso, el escritor objeto de la presente entrada. Carlos Fuentes reconocía explícitamente esta atracción de la siguiente manera: “No era tanto que él se fijara en nosotros, como nosotros en él. Tanto García Márquez como yo, que lo tratamos a fondo, admirábamos su libertad, su rebeldía. En cualquier cosa que rodara, lo encontrabas a él.” Parecidas razones apuntaba Álvaro Mutis: “En todo lo que filmaba estaba él entero, su personalidad, su ser.” O el mismo Vargas Llosa: “Se las arregló para imprimir su sello personal en cada película. Reconocemos a Buñuel en toda su obra y eso, más en un medio como el cine, es una rareza.”
     Buñuel por su parte también manifestó un interés constante por la obra de muchos de ellos, si bien en todos los casos los proyectos no terminaron de cuajar, creando importantes frustraciones, en especial en el caso de José Donoso, con el que mantuvo, como vamos a ver, una importante amistad y una tormentosa relación profesional.

(continuará)