CASABLANCA

CASABLANCA
FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

lunes, 26 de septiembre de 2011

ELVIRA DE HIDALGO: MAESTRA DE MARÍA CALLAS (y II).

Elvira de Hidalgo en 1969
Tras su retiro definitivo de los escenarios en 1936, Elvira de Hidalgo se dedicó a la enseñanza, primero en Atenas, luego en Ankara, y, más tarde (1959), en Milán, donde el Teatro de la Scala la nombró maestra única de canto en su conservatorio, plaza que estaba vacante desde hacía tiempo por no encontrar a nadie con la categoría suficiente.
En el verano de 1939, María Kalogeropoulos tuvo su primera audición con Elvira. En primera instancia fue su maestra durante cinco años, si bien nunca dejó de instruirla, llegando a darle clases incluso por teléfono. Le enseñó a vestirse, a moverse, a descubrir las partituras y compositores olvidados del bel canto y, lo más importante, a lograr seguridad en sí misma, cuestión esta ciertamente complicada, no sólo por la personalidad de su alumna, sino también por su físico: se trataba de una niña con tendencia a engordar (cuando se conocieron, María media 1 m. 64 cm.y pesaba 82 kg.), tenía el rostro marcado por el acné y una miopía tan profunda que era incapaz de ver la batuta del director, por lo que debía memorizar las partituras. Elvira transformó a aquel patito feo aspirante a cantante de ópera en un hermoso cisne lírico que dominó los escenarios de todo el mundo durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX.
La diva griega no fue una anomalía de la naturaleza, sino fruto del trabajo de una maestra que descubrió en ella un tipo vocal extinguido desde hacía décadas: la soprano sfogato; es decir, la soprano ilimitada, aquella que recuperaba la unidad perdida de esta tesitura, adaptando y flexibilizando su emisión a las necesidades propias de cada partitura, capaz de cantar todo tipo de óperas, desde las de coloratura hasta las puramente dramáticas.
Pero Elvira no se limitó únicamente a modelar su voz, también le enseñó la importancia de la puesta en escena, de la interpretación actoral (algunos años más tarde Maria seguiría trabajando esta faceta con el director de cine Luchino Visconti), transmitiéndole la forma de entender la representación operística de su gran amigo Chaliapin, una gran voz y un mejor actor. Su amistad con el divo ruso se mantuvo a lo largo de los años: fue su Rosina favorita (representaron El Barbero en multitud de ocasiones) y ejerció sobre él una poderosa influencia hasta el punto de convencerlo y prepararlo para que en 1927 cantara Marina en el Liceo de Barcelona en perfecto castellano. Hasta la irrupción de Feodor Chaliapin en el mundo de la ópera, los cantantes descuidaban tanto el aspecto dramático de las representaciones que muchos de ellos no pasaban de ser simples bustos cánoros. Él añadió la psicología y el pathos apropiado a cada uno de sus personajes, viviéndolos en escena como reales, haciéndolos evolucionar y crecer ante el espectador como seres de carne y hueso. Su arte fue una auténtica revolución y tan  original que hubo que esperar hasta mediados los años cincuenta para encontrar un fenómeno vocal de similares proporciones dramáticas: la alumna de su adorada Elvira, la misma Maria Callas.
Para aproximarnos a la categoría humana de la Hidalgo baste con decir que en la Grecia ocupada por los alemanes, la aragonesa le hizo cantar a la Callas las dos óperas que, tal vez, son las más representativas de la lucha por la libertad y contra la tortura: Tosca, de Puccini, y Fidelio, de Beethoven.
Pero Elvira de Hidalgo fue más que una maestra, fue también amiga y confidente, como se puede apreciar por las confesiones de tipo personal que María siempre tuvo con ella, en especial las relativas a sus turbulentas relaciones amorosas con el magnate griego Onassis. Al morir la diva griega, entre sus recuerdos personales tan sólo se encontró una foto: la de su vieja maestra Elvira de Hidalgo.




Aquellos que estén interesados en profundizar más en el personaje pueden acudir a VOCES TUROLENSES EN LA ÓPERA MUNDIAL

martes, 20 de septiembre de 2011

UNA ROSINA DE ENSUEÑO: ELVIRA DE HIDALGO, SOPRANO (I).

Elvira a la edad de 16 años
Foto tomada de Caras y caretas, 27-7-1907
Elvira de Hidalgo (Valderrobres, 1891- Milán, 1980) ha pasado a la historia de la ópera como la maestra de María Callas, pero este magisterio oculta bajo su magnitud la figura artística y humana de Elvira Juana Rodríguez Roglán, una de las más grandes sopranos coloratura del mundo de todos los tiempos, heredera y continuadora de las delicadas cantantes españolas del siglo anterior de lo que fue la técnica -¿escuela?- romántica del canto, creada por el cantante, compositor y pedagogo belcantista, el español Manuel García –quien, por cierto, fue el tenor que estrenó El barbero de Sevilla-, consolidada por sus hijas, María Malibrán y Pauline Viardot, y transmitida, entre otros, por Melchor Vidal, maestro en Milán de varias de sus más destacadas continuadoras, caso de María Barrientos y de nuestra paisana, quien con todo merecimiento puede ser considerada como la mejor interprete del personaje de Rosina desde que en 1816 Rossini compusiera su genial obra.
El compositor italiano escribió el papel principal para una mezzosoprano; sin embargo, el gran prestigio de algunas sopranos coloratura de principios del siglo XX llegó a imponer entre el público la exigencia de una tesitura más alta. Así, hacia 1908 -fecha del debut de Elvira- por la interpretación del papel en la ópera completa solían pagar 15.000 liras, pero si se cantaba más alto, llegaban a las veinte o veinticinco mil, cantidad que cobraba la de Valderrobres si en la interpretación de “Una voce poco fa” alcanzaba hasta el fa sobreagudo. Cabe imaginar el daño que estos alardes provocaron en su voz y quizá en estos excesos se encuentre la explicación a lo efímero de su carrera: abandonó los escenarios con poco máde cuarenta años, si bien desde los veintiuno comenzó el declinar de su voz.
Elvira de Hidalgo presentaba en escena a una Rosina llena de sutilezas y bien definida psicológicamente: jovial, caprichosa y un tanto melancólica que, según las crónicas, utilizaba a la perfección las dotes de seducción femenina a través del lenguaje oculto del abanico, manejado en todo momento con elegancia y coquetería. Al desparpajo y frescura de su interpretación unía una dicción perfecta en el fraseo, un rostro entre candoroso y pícaro de niña convertida en mujer anticipadamente y, sobre todo, una voz bellísima. De su particular composición del personaje son deudoras, de manera directa o indirecta, todas las intérpretes posteriores, en especial la de su discípula María Callas.

Elvira a la edad de 31 años.
Mundo Gráfico,7-3-1923.
Con su Rosina triunfó en todos los teatros de primera categoría del mundo, desde El  Kedivale de El Cairo al Metropolitan de Nueva York, pasando por los de Roma, Barcelona, Madrid, Viena, Buenos Aires, Praga, Florencia, Londres y otras muchas grandes ciudades. De hecho, participó en la mejor representación que jamás haya tenido lugar en la Ópera de París, cuando en 1912, el gran empresario Gunsbourg reunió a un elenco de lujo con los cantantes más importantes en las diferentes tesituras del momento: junto a Elvira, contrató al  barítono Titta Ruffo, al bajo Feodor Chaliapin y al tenor Caruso, si bien, al final, este último sería sustituido por Dimitri Smirnov. De igual forma, también fue la soprano elegida por la Scala de Milán para conmemorar el centenario de la composición de la ópera, tal honor supuso el reconocimiento unánime del mundo del bel canto a la perfección vocal y escénica de su incomparable Rosina.
De su estancia en Valderrobres y primeros estudios musicales no sabemos nada, pero de lo que no cabe duda es que fue una niña prodigio en toda regla. Su trayectoria profesional así nos lo confirma: debutó a los dieciséis años escriturada como una auténtica prima donna por la nada despreciable cifra de dos mil francos la noche; con dieciocho fue contratada como soprano permanente del Metropolitan Opera House; con diecinueve ya había compartido escenario con los cantantes más destacados de la denominada época dorada de la historia de la ópera: los citados Caruso, Ruffo y Chaliapin; antes de concluir su carrera, había cantado con todos los grandes tenores de su tiempo, los míticos Caruso, Fleta  Schipa, Lauri-Volpi, etc.


PARA SABER MÁS VOCES TUROLENSES EN LA ÓPERA

viernes, 16 de septiembre de 2011

LUIS MILLÁN SÁNCHEZ "EL TERUEL" (IV): MUERTE EN EXTRAÑAS CIRCUNSTANCIAS.

Publicidad de Luis Millán "El Teruel" tras su triunfo en Madrid
 (Revista el Ruedo) Foto tomada del libro de Aniceto Blasco, De toros...
¿Qué llevó a Luis Millán a abandonar los ruedos tras tomar la alternativa una tarde triunfal en la que cortó las dos orejas y el rabo del toro “Corcito”? ¿Su rebeldía?, ¿su orgullo torero?  ¿su carácter indomable que le impedía doblegarse a los dictados de quienes manejaban los hilos del negocio de los toros?, ¿su mala cabeza para la vida?, ¿sus ansias de vivir deprisa? Nunca lo sabremos; es el misterio del ser humano, su insondable complejidad, su perpetuo conflicto… Lo cierto es que nunca más volvió a torear y su figura se diluye en la niebla de unos años tormentosos -salpicados de escándalos-, la soledad, el olvido y la muerte en plena juventud, cuando aún no había cumplido los treinta y un años. Su final es el de aquel que se aproxima al abismo y se precipita en él en caída libre. Vamos a tratar de reconstruirlo asépticamente, sin juzgarlo, que cada cual llegue a sus propias conclusiones.
            Tras colgar el traje de luces, la primera noticia que tenemos de su persona la encontramos en los periódicos de tirada nacional el 8 de enero de 1974, cuando todavía se le recuerda como matador de toros. Así, en una noticia breve de agencia, el ABC  la titula de manera un tanto sensacionalista de la siguiente manera: “El matador de toros “El Teruel” detenido en Valencia por alborotar en un bar” y la subraya con un subtítulo tendencioso: “Los escándalos hay que formarlos en el redondel”. En ella se puede leer que el día 7 de enero, en Valencia, “El torero Luis Millán “El Teruel” quedó a disposición de la Comisaría de Zaidia de esta capital, por promover un escándalo en un bar. Hacia las once y media de la mañana, Francisco Cerezo Arenas, dueño del bar El Cordobés, requirió la presencia de la Policía Municipal para reducir a un individuo que escandalizaba en el establecimiento donde llegó, incluso, a romper algunas copas y vasos. Identificado el alborotador, resultó ser Luis Millán Sánchez de veinticinco años, de profesión matador de toros. Se ignora la causa del alboroto.” La misma noticia se puede leer en La Vanguardia con un título no menos sensacionalista: “Valencia: escándalo promovido por un torero.” De igual forma, se describen los sucesos en la prensa local valenciana.
Traje de Luis Millán en el Museo de la Vaquilla.
Foto J. Atienza. Aragón Digital.

            No volvemos a tener noticias de él hasta el día 12 de septiembre de 1978, cinco meses antes de su muerte, cuando la prensa canaria se hizo eco de un extraño suceso ocurrido en el camping de El Confital, es la siguiente: “En la Comisaría de Policía del Parque de Santa Catalina fue denunciado a las once de la mañana de ayer un extraño caso que le ocurrió a dos súbditos extranjeros y a un español. El denunciante, Werner Schmid, de nacionalidad suiza, de 37 años de edad y que actualmente vive en el Camping del Confital, se personó en las dependencias de la citada Comisaria para declarar que le habían sustraído hacia unos días una cartera de su tienda de campaña, en la que poseía 1.500 francos y 10.000 pesetas españolas, además de diversos documentos, hecho que sucedió mientras dormía. Posteriormente y ya en la noche del 10 al 11 de septiembre, cuando dormitaba en compañía de su amigo alemán, Peter Grone, de 38 años de edad y de un negro —según su versión pusieron en la entrada un mecanismo para que ningún ladrón pudiera volver a entrar. El ingenio se componía de una cuerda que por los dos lados sujetaba dos bidones metálicos que al hacer ruido despertarían a los ocupantes. Como los inventores «idearon», los hechos ocurrieron en la noche del 10 al 11, y según también sus versiones, el presunto ladrón fue Luis Millán Sánchez, natural de Valencia, de 30 años, sin domicilio conocido. Las declaraciones de Werner y Peter añaden que lo único que hicieron al detenido fue atarle y ponerle una manta a la espera de que amaneciera y poderlo llevar a la Comisaría.
Interrogado Luis Millán, la explicación de los hechos fue totalmente distinta- Declaró que como su último trabajo —en una Sala de Fiestas, como jefe de barra— lo había perdido hacía tres meses, y se encontraba sin dinero, se fue a vivir a una de las chabolas de El Confital con unos pescadores. Cuando dormía, estos tres individuos lo asaltaron, atándole de pies y manos. Le amordazaron y llevaron a la playa, donde, después de desnudarle, le apalearon, además de meterle hierros entre las uñas y apagarle cigarrillos en distintas partes del cuerpo. Todas estas torturas fueran negadas rotundamente por los súbditos alemán y suizo. El caso es que a las 9 de la mañana de ayer se personaron los tres implicados en la Comisaría del Puerto, quedando a disposición judicial, unos por supuesta detención indebida y otro por posible delincuencia.”
Como se puede observar, la noticia aporta cierta información sobre la situación de nuestro torero en el año 1978: como mínimo podemos presuponer que en este año se encontraba ya instalado en Las Palmas de Gran Canarias, donde como explica había trabajado durante un tiempo indeterminado como jefe de barra en una Sala de Fiestas; que desde junio se encontraba sin empleo y ya en el momento de los hechos sin dinero; que vivía casi en la indigencia en unas chabolas de pescadores cercanas al camping de El Confital.
De la noticia también podemos deducir que nuestro torero o bien fue un chivo expiatorio al que culpan de un robo no cometido o bien se encontraba desesperado y se dedicaba a la delincuencia para sobrevivir.
Una escueta noticia en El Eco de Canarias de 13 de febrero de 1979 da cuenta de su muerte, pero no nos aclara mucho más, si bien confirma la dramática situación de soledad y abandono en la que vivía nuestro paisano y tal vez, pero sólo tal vez, apunta a que pudiera estar relacionada con los hechos narrados anteriormente, pero esto ya sería una hipótesis folletinesca que no es nuestra intención desarrollar. La breve decía así:
 “HOMBRE ENCONTRADO MUERTO EN EL CONFITAL
Varios vecinos de la zona de El Confital avisaron a la dotación de un coche patrulla de la Policía Nacional que en una tienda de campaña había un hombre sin vida, siendo identificado el cadáver como el correspondiente a L. M. S., de 30 años de edad, sospechándose que su óbito se ha debido a causas naturales. Por orden judicial, fue trasladado al Instituto Anatómico Forense de San Lázaro.”
            Hasta aquí la noticia de un torero que pudo haber sido y no fue. Lo tenía todo, pero como concluye Aniceto Blasco en su libro: “Qué lástima de torero malogrado, que mala cabeza fuera de la plaza, él que la tenía tan clara delante de los toros para hacerles lo que les hacía, con aquella sangre fría, aquel temple en las muñecas y aquel valor seco que tantas veces demostró ante las cornadas y adversidades que tuvo que soportar.”

domingo, 11 de septiembre de 2011

LUIS MILLÁN SÁNCHEZ "EL TERUEL" (III): UNA ALTERNATIVA DE IDA Y VUELTA.

Luis Millán comiéndole el cuerno al novillo (Todocolección)
            No comenzó bien la temporada del año 1972, pues fue herido por el primero de su lote a principios de marzo en la feria de la Magdalena de Castellón; sin embargo, a pesar de la gravedad de la cogida dio muerte al toro y ya en la enfermería recibió una oreja como premio a su faena y pundonor.
            El treinta de abril toreó en Zaragoza y consiguió un trofeo. Repitió en junio junto a “El Niño de la Capea” y “El Mesías”. El 7 de julio lo hizo en la novillada de la Vaquilla siendo el triunfador de la tarde con dos orejas, rabo y dos vueltas al ruedo en una tarde inolvidable que compartió con José Ortega y Pepín Peña. Este mismo cartel se repitió el 24 de septiembre para el jamón, consiguiendo cada uno de ellos una oreja.
            El 25 de julio se presentó en la monumental de Madrid junto con Ángel Llorente y Pedrín Castañeda con toros de Flores Albarrán. Fue un triunfo memorable, con el primero cortó dos orejas y otra más en el último del festejo, saliendo a hombros de la plaza.
            En septiembre volvió a las Ventas, pero las cosas no fueron iguales, un espectador le increpó durante la faena de su primer novillo, el fuerte carácter del diestro y la tensión de la lidia le hicieron perder los nervios y se enzarzó en una discusión con el citado espectador, pronto fueron muchos los que lo abucheaban y terminó protagonizando un verdadero escándalo que recogió la prensa del momento.  Incluimos aquí recorte de Flores y abejas, donde se recoge el incidente:  
    
             Aunque Aniceto Blasco señala que a raíz de estos incidentes "nunca más volvió a pisar el coso madrileño", lo cierto es que sí lo hizo al año siguiente en una novillada que tuvo lugar el 18 de marzo, como se puede ver en el siguiente cartel anunciador:

          Junto a los hechos señalados, lo que quizá sí marcó su carrera fue que Luis Millán no se plegó en ningún momento a las exigencias económicas que le quiso imponer el importante empresario taurino, Alberto Alonso, quien junto con Jardón, regentaban por aquel entonces las importantes plazas de Madrid, Valencia y Castellón, cuestión que si debió de marcar la carrera del torero turolense.
            Tras la desagradable situación descrita, toreó cuatro novilladas antes de encarar su alternativa, fechada para el siete de julio de 1973, en Teruel. Alternativa que se malogró al ser herido de cierta gravedad en uno de los primeros lances con el capote en el toro de la ceremonía. Tomás Ortiz, el crítico del Diario de Teruel, describió así los sucedido: “Era un día grande para el muchacho. Era el día de su alternativa. Era estar entre sus paisanos porque para ello es de donde salió torero. El muchacho hasta había estrenado terno, un “vestío” como dicen los taurinos, color tabaco y oro. Estaba ilusionado. Por la mañana de su alternativa no había querido ir al “apartao”, sin embargo, sí había estado junto a un grupo de amigos comentando las circunstancias de su enorme responsabilidad: del día de su alternativa que debía significar mucho en su vocación, en su vida taurina. Llegó la hora. En el patio de caballos todo eran saludos y deseos de que el triunfo llegara; todo eran beneplácitos; fotografías junto a sus incondicionales; era el sabor de la alegría innata en todos los que deseaban lo mejor para el torero; sin embargo, esa alegría se tornó, como las nubes que arrastran tormenta, en dolor y tristeza. Es... Es el ansia de un triunfo ante los suyos; es un nuevo tropiezo; una nueva cogida, de querer ser el mejor, el único ante los incondicionales y esto le pasó a Luis Millán, este torero que es todo pundonor, fuerza y vergüenza torera cada vez que hace el paseíllo en cualquiera de los cosos españoles. Y así sucedió. Se hizo el paseíllo y la ovación fue de gala. Enfundado en su “vestío” de tabaco y oro. Luis Millán estaba junto a Paquirri y a Manolo Cortés. Uno, que debía ser el padrino de la ceremonia de ser “matador de toros” y otro que sería el testigo. Testigo, como los muchos aficionados que asistieron al espectáculo taurino, ya que debido a esta alternativa, nada más que por esa alternativa, cubrieron prácticamente las gradas del coso turolense. Todo se brindaba al espectáculo hasta que…
            Salió por chiqueros el toro y lo recibió con el capote Luis Millán. Un primer lance sin rectificar, otro de igual factura y un tercero “medio afarolado”. Sin embargo, llega el intento de hacer por cuarta vez el pase capoteril y Luis se ve enganchado por el pitón del burel. Es el dolor. Dolor que se ve plasmado en los semblantes de todos los aficionados, mucho más por el callejón de la plaza. Es el dolor y lo irremediable. Luego, ya en la enfermería, se le hace la primera cura. El muchacho no pierde el conocimiento pese a la gravedad que lleva dentro de sí. Le hacen la primera cura y cuando Luis ve que se  encuentra fuerte y aún falta el último toro que salir por chiqueros, arremete, sí arremete contra todos los que están curando sus heridas y salta de la mesa de operaciones porque quiere estar en la fiesta. Quiere estar ante sus paisanos y amigos y demostrarles su valor inigualable y su vergüenza torera…”
            Tras recuperarse de las graves heridas sufridas, se vuelve a anunciar la alternativa para el día treinta de septiembre, pero la corrida se suspendió por la mañana al quedar impracticable el albero debido a una fuerte tormenta que descarga sobre Teruel
            Por fin, el 7 de octubre, en la plaza de toros de Zaragoza, formando parte del mismo cartel anunciado una semana antes para Teruel en la corrida suspendida por la lluvia, recibió la tan ansiada alternativa de manos de Julián García en presencia de Luis Algara “El Estudiante”, con toros de don Carlos Sánchez Rico. Según relata Aniceto Blasco, fue una tarde triunfal ya que cortó las dos orejas y el rabo del toro “Corcito”, el de su alternativa, sumando una más en el que cerró el festejo. Los tres matadores y el mayoral de la ganadería salieron a hombros de la plaza.
            Aquí acabó la carrera taurina de Luis Millán, “El Teruel”, después de tomar su alternativa, nunca más volvió a vestir el traje de luces y su vida se fue diluyendo en la niebla del olvido precipitándose en una continua caída a los infiernos como veremos en la última entrega.

lunes, 5 de septiembre de 2011

LUIS MILLÁN SÁNCHEZ "EL TERUEL" (II): UN PROMETEDOR NOVILLERO.

            
Cogida de Luis Millán en Zaragoza el 15 de octubre de 1971.
Foto tomada del libro de Aniceto Blasco,
 De toros... Y de toreros de Teruel.
                                                                                         Su primera novillada, según señala el crítico taurino Aniceto Blasco, fue en la plaza de toros de Zaragoza, el uno de septiembre de 1968. Donde volvió a torear  en dos ocasiones más hasta su debut con picadores en  Utiel, junto a los novilleros valencianos: Pepe Luis Díaz y Vicente Luis Murcia, con ganado de Luis Frías. Cortó dos orejas y salió a hombros  de la plaza.
            Su presentación con picadores fue en Zaragoza el 19 de septiembre de 1970, en compañía de “Marcelino” y Manuel Sicilia “Campillo”. Cortó una oreja en su primero y resultó herido leve en el segundo.
            Una semana más tarde, para las fiestas del jamón, toreó en Teruel, donde volvió a ser cogido, en esta ocasión de gravedad, pues la cornada fue de dos trayectorias y profunda. Esta nueva cornada le hizo perderse la novillada del Pilar que tenía ya firmada. Finalizó la temporada con 22 festejos, varios de ellos con importantes triunfos en plazas de cierta categoría como Pontevedra o Beziers.
            En la temporada del año 1971, sus actuaciones bajaron a diecisiete, si bien sus triunfos fueron especialmente importantes como veremos. Comenzó en La Misericordia, el coso zaragozano, donde compartió cartel con Pedro Moya “Niño de la Capea” y Julio Robles. El 9 de julio lo hizo en la novillada de las fiestas del Ángel de nuestra ciudad con Pascual Mezquita y Julio Robles, su éxito fue importante como recoge la crónica de Tomás Ortiz: “Había interés por ve al torero de la tierra después de la cogida que sufrió a finales de temporada en este mismo ruedo. Interés que se transformó en ambiente y luego en triunfo para él, porque sin duda fue el mejor de la terna. Luis triunfó en toda regla porque supo echarle a su toro ese acicate y gracia que llega a las gradas, supo realizar y dar una gran gama de pases a cada burel y además, ¿por qué no decirlo?, lo vimos mejor que en otras ocasiones con el estoque, entrando con fuerza, yendo a la ‘cuna’ sin remilgos. Por todo ello Luis triunfó en su tierra que siempre es difícil. A ‘Cortejano’, primero de turno, lo recibió con un ‘afarolao’ y continuó con verónicas que remata. La ovación es grande cuando se retira al burladero en espera de los varilargueros. El público le pide que banderillee, no lo hace porque recuerda su última cogida. Brinda a la Reina y Damas y Luis comienza su faena. Recibe con la izquierda aguantando mucho y los olés aparecen en bocas de los espectadores. Luego serían unos solemnes redondos sin tocar el novillo, pero sí haciéndole girar extraordinarimanete y al son de la música, esa gama que hemos señalado anteriormente de su toreo va apareciendo en cada serie con remates vistosos y alegres. Se perfila el muchacho, de ‘un mete saca’ y luego entera yendo a la ‘cuna’ como mandan los cánomes. Total, dos orejas, petición de rabo, vuelta y delirio para los espectadores que ven el triunfo de su torero.  Si en su primero lo vimos superior, aún nos gustó más Luis en su segundo, porque además de realizar una faena muy torera, supo atraer la expectación con esos desplantes que nadie como él sabe hacerlos. También ilustró su toreo con la rodilla en tierra y sabiendo correr muy bien la mano con la izquierda en una de las más bonitas series de naturales que nos brindara. Finalmente, un pinchazo y una entera exponiendo mucho, hace rodar al novillo. La presidencia está más remisa y solamente le concede una oreja, pese a que el público insistentemente pidiera más trofeos. Otra vez será. Así, Luis Millán, el torero de la tierra triunfó. Y triunfó por méritos propios, por su toreo y por su clase.”
            Esa temporada triunfaría también en Valencia, el 12 de septiembre, compartiendo cartel  Antonio Porras y Vicente Luis Murcia, consiguió tres orejas y fue paseado en hombros hasta el hotel. Una semana más tarde de nuevo triunfó en esta plaza fetiche para el turolense.
            En la feria de septiembre, en Algemesí, donde acuden los novilleros punteros del escalafón, nuestro torero se hizo con el preciado trofeo de triunfador, el Estoque de Oro, por el que compitieron nombres tan importantes como Pedro Moya “El niño de la Capea, que tenía en su haber tres orejas, pero fueron insuficientes teniendo en cuenta que Luis había conseguido en el primero una y en el segundo se hizo merecedor de las dos orejas y el rabo.
              De nuevo en Zaragoza, las cañas se tornaron lanzas y volvió a ser empitonado el 15 de octubre por un novillo de la ganadería de Lamamie de Clairac, en una tarde aciaga donde también fue herido de mucha gravedad, temiéndose incluso por su vida, César González.

jueves, 1 de septiembre de 2011

LUIS MILLÁN SÁNCHEZ, “EL TERUEL” (I): SUS COMIENZOS

La historia de Luis Millán Sánchez, “El Teruel”, es un recorrido por el haz y el envés de la vida, con sus miserias y sus grandezas, con la ruleta de la fortuna girando al azar y la rebeldía por montera, sin cabeza para gobernar un corazón desbocado, henchido de valor suicida y ansioso de  vivir deprisa; su historia es la del triunfo efímero de un torero con el público a sus pies y una caída vertiginosa hacia el olvido, la soledad y la muerte.
Reconstruimos su trayectoria vital y profesional partiendo de las notas que el crítico Aniceto Blasco apunta en su libro De toros… y de toreros de Teruel (Gráficas Teruel, 2003).
Luis Millán nació en Vallanca (Valencia, pueblo en el rincón de Ademuz, lindante con la provincia de Teruel) el nueve de marzo de 1948. Al poco de su nacimiento sus padres se trasladaron a vivir a Teruel.  
Su primer festejo se produjo en 1965 en Teruel, se trataba de un festival benéfico en el que se anunció como “El Turronero”, pues sus padres vendían como feriantes turrones y golosinas en los pueblos en fiestas.
Durante los tres años siguientes vivió a salto de mata tratando de formarse como torero por tierras salamantinas de tentadero en tentadero, como señala Aniceto Blasco, “haciento ‘tapia’y aprovechando las ocasiones para robar unos muletazos a la vaca que ha sido toreada por el torero invitado a la finca.” A este respecto cuenta la siguiente sabrosa anécdota: “En uno de estos tentaderos a los que acude se encuentra Santiago Martín “El Viti”, ha toreado una vaca hasta dejarla exprimida, el ganadero le da puerta y Luis pide permiso para bajar a torearla. ¡No le queda un pase chaval!, espérate a otra, le aconseja el ganadero. Pero Luis ya está en el ruedo de la plaza de tientas, deslía su muletilla y le pega más de veinte muletazos ante el asombro de todos los concurrentes siendo felicitado por el ganadero y por “El Viti”.”
Durante estos años se busca la vida como maletilla en las plazas y salta en alguna como espontáneo buscando una oportunidad. Así, el dos de abril de 1966, acude acompañado por su amigo Francisco López Juanido, natural de Valencia del Ventoso (Badajoz), a la plaza de Alcalá de Henares, con la intención de saltar al ruedo. El día era desapacible, frío y lluvioso, se toreaban reses de José María Moreno Yagüe y en el cartel se anunciaban los diestros, Joaquín Bernardo, Fermín Murillo y Andrés Vázquez. La corrida transcurre sin incidentes con faenas de mérito. En el último de la tarde saltan al ruedo los muchachos. El primero, Francisco, “fue cogido aparatosamente y sufrió una cornada en el muslo izquierdo con entrada y salida, de pronóstico gravísimo.” A pesar de lo sucedido, Luis no se arreda y salta después, poco o nada puedo hacer, tan solo ver su nombre por primera vez en los periódicos de tirada nacional: “El otro espontáneo, Luis Millán Sánchez, “El Pelao”, natural de Teruel, solo sufrió un rasguño en un muslo, de pronóstico leve.” Andrés Vázquez mató a la res de estocada baja sin hacer faena alguna.