CASABLANCA

CASABLANCA
FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

miércoles, 19 de septiembre de 2012

ANTONIO MAENZA

            Antonio Maenza (Teruel, 1948-1979) escribió poemas, guiones, una novela fragmentaria, Séptimo medio indisponible –publicada póstumamente por Mira en 1997- y realizó tres películas de las que se tenga constancia: El lobby contra el cordero (1967-1968), Orfeo filmado en el campo de batalla (1968-1969) y Hortensia/ Beance (1969). Pero, sobre todo, fue un provocador, un agitador intelectual, un francotirador del cine independiente, “un incuestionable líder con estrella que arrastraba a otros jóvenes fascinados por un discurso en sintonía con las propuestas izquierdistas de moda en esos años”.  
Hasta la aparición de un artículo en la revista Turia (nº 17, junio de 1991) de los investigadores Pablo Pérez y Javier Hernández sobre su obra cinematográfica poco o nada se había escrito sobre el vanguardista realizador turolense, cuya producción se daba por perdida o, incluso, se dudaba de su existencia; sin embargo, tras el citado artículo se descubre en el archivo de Pere Portabella en Barcelona la presencia de las tres películas mencionadas. Animados por este feliz hallazgo, Pérez y Hernández continúan trabajando sobre el caótico director turolense  y le dedican un completísimo estudio difícilmente superable, Maenza filmado en el campo de batalla (Zaragoza, Departamento de educación y Cultura, 1997).
Siguiendo la estela del libro de Pérez y Hernández, y en algunos extremos también el de Riambau y Torreiro, La Escuela de Barcelona: el cine de la ‘gauche divine’”, en 2002, dos jóvenes realizadores aragoneses, Graciela de Torres y Fernando Plou, le dedican un documental de 50 minutos, Filmbiografía de Maenza. De noche alzamos el vuelo y en la llama morimos, en el que recrean la vida y la obra  de Maenza mediante testimonios de sus familiares, amigos y colaboradores en cada una de sus películas: su hermana, Alejo Lorén, Fernando Villacampa, Juan María Marín, Alberto Sánchez, Enrique Murillo, Rosa Arcega o Luis Ballabriga explican su etapa zaragozana y el rodaje de ese “maremagnum polisémico” de difícil interpretación unívoca que es El lobby contra el cordero. Los actores Luis Puig y Maite Larrauri, y el librero Pepe Campos, recuerdan Orfeo, que ejerció una gran influencia entre los estudiantes de Valencia. La tercera parte del documental aborda su estancia en Barcelona y el rodaje de Hortensia, con una bellísima Emma Cohen, Vila-Matas y Félix de Azua, por citar sólo algunos de los nombres más conocidos. Unos y otros nos presentan una personalidad dispersa, poco o nada convencional, radical en sus planteamientos y tendente a la provocación extrema, muy próxima a la locura, infierno en el que quizá vivió Maenza en sus últimos años, hasta su prematura muerte, envuelta en  el misterio de un suicidio no muy claro; la proeza de su salto al vacío y la distancia alcanzada suscitaron siempre la sospecha de un asesinato nunca esclarecido.




Como muestra de su personalidad sirva la siguiente sabrosa anécdota que recogen Pérez y Hernández en su libro:
“El equipo de rodaje de El lobby se había presentado en Calanda con la intención, al parecer un tanto mitómana, de captar imágenes y entrevistar al autor de Viridiana. Maenza viajó en el Citroën 2 CV del citado Román junto a su mujer María Elena Sanjuán. Llegaron a primera hora de la tarde, se juntaron con los otros en un bar y allí ya percibieron, además de un grupo con insignias falangistas, un ambiente hostil de los calandinos hacia los forasteros “con mala pinta”; no en vano, nos días antes se comentaba que, amparados en la acusación de hacer orgías, los lugareños habían pinchado las ruedas de los coches madrileños que estaban aparcados en las proximidades de una casa en la que pasaban unos días Carlos Saura y Geraldine Chaplin acompañados de algunos amigos”.
El grupo se separó y, al cabo de un tiempo, Román y su esposa oyeron que una joven –cuya descripción coincidía plenamente con la de Maenza- había sido detenido por “altercado público”. Entonces enlazamos con la versión que el alcalde de Calanda le dio a Alejo Lorén, en la que un antiguo falangista recriminó al joven cineasta por su aspecto, su indumentaria y su actitud y éste se defendió de forma provocativa e irónica y logró así que lo llevaran al Ayuntamiento detenido. Entre tanto, José Antonio Román y su mujer, al serles impedida la entrada en la Casa Consistorial, recuerdan que fueron a buscar a Luis Buñuel y lo encontraron al pie de su casa calandina; allí le pidieron que intercediera por ese joven cineasta que había venido a hacerle una entrevista, aunque su hermano Leonardo le aconsejaba que no se metiera en líos... Un grupo de gente, con autoridades municipales y Guardia Civil, traía a un Maenza muy agitado que gritaba, ante una muchedumbre agolpada en torno al Consistorio a la espera de la actuación de los tambores, algo así como que ‘ya vendrán los nuestros, que tenemos armas de Checoslovaquia en un barco anclado en el puerto de Barcelona’”

Tal magnitud debió alcanzar el escándalo que el propio Buñuel lo recuerda en su libro de memorias, Mi último suspiro (Madrid, Aguilar, 1985, p. 46), de la siguiente manera:
“Hace dos o tres años vinieron a verme unos muchachos de la Universidad de Zaragoza. Tres chicos y dos muchachas y un insensato que se paró frente a la puerta de mi casa. Me extraño ver allí al alcalde, al cabo de la Guardia Civil. Y el insensato gritando: ‘¡Mao nos va a enviar armas! ¡Y se va armar la gorda! ¡Y el camarada Buñuel está con nosotros!. Lo agarraron, claro. El alcalde protestaba: ‘el señor Buñuel es una persona muy respetada aquí’. Entonces es cuando querían poner a una calle mi nombre, pero cuarenta vecinos se negaron a firmar. Y el gobernador de Teruel le escribió al alcalde: ‘nada de calle por ahora. Además, el señor Buñuel es mejicano’”


 Para saber más ANTÓN CASTRO ; GEA ; GTCE; WARSAW MAGAZINE

jueves, 13 de septiembre de 2012

martes, 11 de septiembre de 2012

JESÚS PASCUAL AGUILAR. EL OTRO SUPERVIVIENTE DEL FUSILAMIENTO DEL COLLEL


               
   Jesús Pascual Aguilar (Alcorisa, 1912- Barcelona, 1997) ha pasado a la posteridad más como un personaje real ficcionalizado en una magnífica novela ajena, que por su propia producción literaria y cinematográfica. Paradojas de la vida.
  Efectivamente, en la exitosa novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina, acertadamente adaptada al cine por David Trueba, leemos: “Sánchez Mazas no había sido el único superviviente del fusilamiento del Collell; un hombre llamado Jesús Pascual Aguilar también había escapado con vida. Más aún: al parecer, Pascual había referido el episodio en un libro titulado Yo fui asesinado por los rojos. ‘Me temo que el libro es casi inencontrable’, concluía Aguirre con inconfundible petulancia de erudito. ‘Pero, si le interesa, yo tengo un ejemplar a su disposición’...” De esta forma, situado en la frontera de la realidad, Jesús Pascual Aguilar alcanza una existencia más consistente para el mundo como personaje literario de Cercas que como director de cine, guionista y escritor, en estos momentos absolutamente olvidado.
Sobre este libro y la biografía de Jesús Pascual ver JOSÉ LUIS MELERO
            Jesús Pascual estudió Derecho en la Universidad de Barcelona y, a principios de la década de los cincuenta, antes de decidirse a dirigir sus propios guiones, colaboró como argumentista  en Almas en peligro (1951), de Antonio Santillán, y Catalina de Inglaterra (1951), de Arturo Ruiz Castillo.


            Su debut como director se produjo con Elena (1954), un melodrama con trasfondo de redención sobre tres amigas que supuso el debut cinematográfico de la inefable actriz Gracita Morales. Continuó con la comedia Escuela de periodismo (1956), un homenaje autocomplaciente a las instituciones docentes de la profesión periodística, a la fiesta nacional y a los deportes (boxeo, ciclismo, etc.), producido por el empresario catalán Antonio Bofarull que, como era habitual en él, exigió su papel en la película, en la que destaca una jovencísima Nuria Espert.
En El azar se divierte (1957), protagonizada por el cómico catalán Joan Capri, sigue la estela del film de Neville, La ironía del dinero (1955), y narra en Off la historia de un billete falso de cien pesetas, toda una fortunilla en ese momento. Tras el fracaso de El ángel está en la cumbre (1958), un drama sobre el mundo del fútbol basado en su novela homónima y protagonizada, entre otros por Jesús Pascual Jr., deja de dirigir hasta 1966, año en el que llevó a la pantalla su última película, La banda del Pecas,  una comedia de aventuras infantil basada en la novela de Marina Fernández, cuyo guión coescribe con Francisco Mateu.

            Su producción literaria se completa, junto a los guiones citados, con una biografía del Duque de Gandía, la literaturizada por Cercas autobiografía, Yo fui  asesinado por los rojos (S.l.,el autor, 1981) y  los relatos humorísticos El aficionado está en orsay y La gran oda a España.

FILMOGRAFÍA

-Elena (1954)
-Escuela de periodismo (1956)
-El azar se divierte (1957)
-El ángel está en la cumbre (1958)
-La banda del Pecas (1966)
 Curioso, muy curioso resulta el guión cinematográfico que gravita en torno a su persona escrito por JOSÉ ANTONIO BIELSA, cuya lectura recomiendo fervientemente.

sábado, 8 de septiembre de 2012

JUAN GARCÍA Y LA JOTA.





García siempre se mostró orgulloso de su origen humilde, por eso consideramos que gozó en todo momento del favor del pueblo. Lo cierto es que su canto siempre destila efusión y emotividad a raudales, traduciendo mediante su voz su forma de ser y de comportarse: afable, comunicativo, solidario, respetuoso con todos, amante de los suyos, de su país, de Aragón, de Teruel y de su pueblo, Sarrión.
Así, a pesar de recorrer medio mundo durante más de cuarenta años de carrera ininterrumpida, él siempre se consideró un hombre del pueblo y de su pueblo, su patria chica siempre le acompañaba allá donde fuese, de manera que en todas sus actuaciones cantaba unas jotas, en especial títulos de fuerte sabor popular como “Piropo baturro” “Copos de nieve en tu cara” o “Jotas de Alcañiz”; grabó también jotas de estilo, es el caso de “Como la caña del trigo” y rondadoras como “Riau, riau”; hizo interpretaciones brillantes del estilo de “la fiera” en “La regulvidera” (en este caso es una “fiera con estribillo”, cargada de dobles sentidos y simbolismos, tan propios del romancero o de la lírica tradicional española: hisopo, agua bendita, etc.) o en “No tires piedras, cobarde”, etc.


También cantó con solvencia “aragonesas netas” o “femateras”, como en “Tu abuelo era labrador” y “Lo que siente un fematero”,  e hizo algunas interpretaciones muy personales, pero de altísimo nivel, como en el caso de  “La parra”, perteneciente al grupo de las jotas típicas de la provincia de Teruel, por otra parte, nada fácil de cantar,  pero que Juan García resolvía de manera prodigiosa:
No te subas a la parra,
que te tendrás que bajar,
y amás de no coger uvas,
te puedes estozolar.


Compuso numerosas jotas, algunas llegó incluso a grabarlas, como “El beso que tú me diste”, “Copos de nieve en tu cara”, “No tiréis piedras, cobardes”, “Despacico y callandico” (lo cierto es que la jota que popularmente se conoce como “Despacico y callándico” tiene dos coplas más que la que grabó Juan García, ya que se canta como estribillo, quizá, a su autoría se deba la primera canta), “No necesitamos himnos”, “Una andaluza y un maño”, “Pasaban al Nazareno”, “El cuello t’han afeitau”, “Si mi guitarra pudiese”, “Por detrás” “Los estilos que yo canto”, “Ya puedes cerrar el ventano”, “Din… Don”, o títulos en los que homenajeaba a los pueblos de su infancia, es el caso de “La Terolana”, “En Aragón’e nacío”  “Los de Abejuela y Titaguas” y, sobre todo, de “La sarrionera”:
De las coplas de Aragón
de las coplas de Aragón
ninguna tan noble y fiera
como la que canto yo
y se llama Sarrionera
y se llama Sarrionera
de las coplas de Aragón.

 A este respecto, debemos señalar que Sarrión siempre ocupó un lugar preeminente en su corazón, así, por ejemplo, en una entrevista concedida a La Estampa,  al ser preguntado por sus proyectos de futuro, responde de la siguiente graciosa manera:
“-Lo del chico del cuento. ¡Qué no haya escuela! Tener unos días libres para irme a mi pueblo a jugar a la pelota, a tirar la barra y a cantar la jota. Ya sabe usted que los de la provincia de Teruel somos terqueados, pequeños, rechonchos y fuertes.
-¿Le esperan los de Sarrión?
-¡Qué si me esperan! Vea esta carta. Dicen que si paso por allí sin parar, suben al tren y me tiran las maletas por la ventanilla. ¡Y en mi pueblo no gastan bromas!”
    
                        También cantó -y muchas de ellas las grabó- las jotas incluidas en las zarzuelas más populares de su amplio repertorio, es el caso de El dúo de “La Africana (Manuel Fernández Caballero, 1893), La Dolores (Tomás Bretón, 1895), Gigantes y cabezudos (Manuel Fernández Caballero, 1898), El trust de los tenorios (José Serrano, 1910),  La Alegría de la Huerta (Fernando Chueca) Los de Aragón (José Serrano, 1927) y La Dolorosa (José Serrano, 1930).
Como hemos podido comprobar, desde su más tierna infancia y hasta su muerte, Juan García siempre cantó jotas, de hecho, todos sus conciertos los cerraba con varias de ellas y no había banquete o celebración donde él no las regalara con su característica generosidad. Le dedicó jotas a los impresores, a los directores de periódicos, al aviador Gallarza, a Conchita Supervía, a los Reyes, al Ejército, a su pueblo y… a la Virgen del Pilar.
Es más, en su larga etapa argentina, como recoge el ya citado Marcelo Porto, se consolidó como un gran jotero, lo que lleva al articulista a afirmar con rotundidad que “el que si de niño, allá en su pueblo aragonés de la Teruel famosa, cantaba jotas como los propios ángeles, puede hoy  (estamos en 1944) ufanarse sin inmodestia de ser un rey de la jota”,  y llega, a afirmar que, incluso, “de una jota suya, ‘La fematera’, popularísima, se han vendido 576.000 discos”, lo cual para aquella época, como se puede suponer -incluso para la nuestra-, eran muchos, muchísimos discos.


Pocos son, sin embargo, los libros sobre jota que lo mencionan -¿desconocimiento?, ¿olvido?-, da la impresión, dado la gran cantidad de testimonios que dejó grabados, que los especialistas obvian, quizá porque su jota es más lírica, más de concierto, tal vez porque Juan García quiso aplicar a la jota todas sus facultades, toda su técnica, toda su maestría en el canto, y puede que por ello no siempre se ajuste a los cánones exigidos por los puristas del género. Sin embargo, en los últimos tiempos su figura ha sido reivindicada por Mariano A. Faci Ballabriga en su completo y original estudio-recopilación,  Siempre la Jota, editado por Heraldo de Aragón, y por Natividad Brivián y Juan Labrador, quienes junto con su grupo folclórico, "Aires de Albada", llevan años trabajando sus jotas. Aquí dejo algunas perlas en la voz de Naty.










sábado, 1 de septiembre de 2012

CUENTOS DE CINE PARA LEER CON MÚSICA (VI): GERMINAL

A Germinal nunca nadie le habló de su madre. De su padre tan solo le quedó una primera edición del libro de cuyo protagonista tomaron su nombre y una breve filmación de un minuto escaso de duración de gente saliendo de misa del Pilar.
            Aquellas imágenes en blanco y negro le atraían; le fascinaba mirar la cotidianeidad del hecho rescatado de su efímero acontecer; le gustaba mirar los cientos de rostros anónimos desfilar ante la cámara y fabular sobre sus vidas, salvarlos de la muerte, jugar a ser dios.
En una nueva revisión, con casi cien años a sus espaldas, descubrió entre la multitud a una joven embarazada con una angustia infinita en su mirada -la misma que sintió Germinal en ese preciso instante en el centro de su pecho-, buscaba a alguien perdido. Su desesperación cesó al fijar sus ojos en el objetivo, parecía haber encontrado el motivo de su búsqueda más allá de la cámara y del tiempo. Un hombre mayor de gesto adusto la empujó fuera de plano, pero antes de desaparecer, a Germinal le pareció ver que ella se tocaba con dulzura su vientre abultado y una sensación de calma lo invadió por completo invitándolo a dormir, como si una madre lo acariciara tiernamente con sus manos.