CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

sábado, 8 de septiembre de 2012

JUAN GARCÍA Y LA JOTA.





García siempre se mostró orgulloso de su origen humilde, por eso consideramos que gozó en todo momento del favor del pueblo. Lo cierto es que su canto siempre destila efusión y emotividad a raudales, traduciendo mediante su voz su forma de ser y de comportarse: afable, comunicativo, solidario, respetuoso con todos, amante de los suyos, de su país, de Aragón, de Teruel y de su pueblo, Sarrión.
Así, a pesar de recorrer medio mundo durante más de cuarenta años de carrera ininterrumpida, él siempre se consideró un hombre del pueblo y de su pueblo, su patria chica siempre le acompañaba allá donde fuese, de manera que en todas sus actuaciones cantaba unas jotas, en especial títulos de fuerte sabor popular como “Piropo baturro” “Copos de nieve en tu cara” o “Jotas de Alcañiz”; grabó también jotas de estilo, es el caso de “Como la caña del trigo” y rondadoras como “Riau, riau”; hizo interpretaciones brillantes del estilo de “la fiera” en “La regulvidera” (en este caso es una “fiera con estribillo”, cargada de dobles sentidos y simbolismos, tan propios del romancero o de la lírica tradicional española: hisopo, agua bendita, etc.) o en “No tires piedras, cobarde”, etc.


También cantó con solvencia “aragonesas netas” o “femateras”, como en “Tu abuelo era labrador” y “Lo que siente un fematero”,  e hizo algunas interpretaciones muy personales, pero de altísimo nivel, como en el caso de  “La parra”, perteneciente al grupo de las jotas típicas de la provincia de Teruel, por otra parte, nada fácil de cantar,  pero que Juan García resolvía de manera prodigiosa:
No te subas a la parra,
que te tendrás que bajar,
y amás de no coger uvas,
te puedes estozolar.


Compuso numerosas jotas, algunas llegó incluso a grabarlas, como “El beso que tú me diste”, “Copos de nieve en tu cara”, “No tiréis piedras, cobardes”, “Despacico y callandico” (lo cierto es que la jota que popularmente se conoce como “Despacico y callándico” tiene dos coplas más que la que grabó Juan García, ya que se canta como estribillo, quizá, a su autoría se deba la primera canta), “No necesitamos himnos”, “Una andaluza y un maño”, “Pasaban al Nazareno”, “El cuello t’han afeitau”, “Si mi guitarra pudiese”, “Por detrás” “Los estilos que yo canto”, “Ya puedes cerrar el ventano”, “Din… Don”, o títulos en los que homenajeaba a los pueblos de su infancia, es el caso de “La Terolana”, “En Aragón’e nacío”  “Los de Abejuela y Titaguas” y, sobre todo, de “La sarrionera”:
De las coplas de Aragón
de las coplas de Aragón
ninguna tan noble y fiera
como la que canto yo
y se llama Sarrionera
y se llama Sarrionera
de las coplas de Aragón.

 A este respecto, debemos señalar que Sarrión siempre ocupó un lugar preeminente en su corazón, así, por ejemplo, en una entrevista concedida a La Estampa,  al ser preguntado por sus proyectos de futuro, responde de la siguiente graciosa manera:
“-Lo del chico del cuento. ¡Qué no haya escuela! Tener unos días libres para irme a mi pueblo a jugar a la pelota, a tirar la barra y a cantar la jota. Ya sabe usted que los de la provincia de Teruel somos terqueados, pequeños, rechonchos y fuertes.
-¿Le esperan los de Sarrión?
-¡Qué si me esperan! Vea esta carta. Dicen que si paso por allí sin parar, suben al tren y me tiran las maletas por la ventanilla. ¡Y en mi pueblo no gastan bromas!”
    
                        También cantó -y muchas de ellas las grabó- las jotas incluidas en las zarzuelas más populares de su amplio repertorio, es el caso de El dúo de “La Africana (Manuel Fernández Caballero, 1893), La Dolores (Tomás Bretón, 1895), Gigantes y cabezudos (Manuel Fernández Caballero, 1898), El trust de los tenorios (José Serrano, 1910),  La Alegría de la Huerta (Fernando Chueca) Los de Aragón (José Serrano, 1927) y La Dolorosa (José Serrano, 1930).
Como hemos podido comprobar, desde su más tierna infancia y hasta su muerte, Juan García siempre cantó jotas, de hecho, todos sus conciertos los cerraba con varias de ellas y no había banquete o celebración donde él no las regalara con su característica generosidad. Le dedicó jotas a los impresores, a los directores de periódicos, al aviador Gallarza, a Conchita Supervía, a los Reyes, al Ejército, a su pueblo y… a la Virgen del Pilar.
Es más, en su larga etapa argentina, como recoge el ya citado Marcelo Porto, se consolidó como un gran jotero, lo que lleva al articulista a afirmar con rotundidad que “el que si de niño, allá en su pueblo aragonés de la Teruel famosa, cantaba jotas como los propios ángeles, puede hoy  (estamos en 1944) ufanarse sin inmodestia de ser un rey de la jota”,  y llega, a afirmar que, incluso, “de una jota suya, ‘La fematera’, popularísima, se han vendido 576.000 discos”, lo cual para aquella época, como se puede suponer -incluso para la nuestra-, eran muchos, muchísimos discos.


Pocos son, sin embargo, los libros sobre jota que lo mencionan -¿desconocimiento?, ¿olvido?-, da la impresión, dado la gran cantidad de testimonios que dejó grabados, que los especialistas obvian, quizá porque su jota es más lírica, más de concierto, tal vez porque Juan García quiso aplicar a la jota todas sus facultades, toda su técnica, toda su maestría en el canto, y puede que por ello no siempre se ajuste a los cánones exigidos por los puristas del género. Sin embargo, en los últimos tiempos su figura ha sido reivindicada por Mariano A. Faci Ballabriga en su completo y original estudio-recopilación,  Siempre la Jota, editado por Heraldo de Aragón, y por Natividad Brivián y Juan Labrador, quienes junto con su grupo folclórico, "Aires de Albada", llevan años trabajando sus jotas. Aquí dejo algunas perlas en la voz de Naty.










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