CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

domingo, 3 de febrero de 2019

TUSITALA: AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL O EL CONTADOR DE HISTORIAS (III)



Miguel Hernández: una investigación siempre en marcha o como huir de los tópicos 



Hizo el Bachillerato y la Reválida por Ciencias con premio extraordinario, pero se cruzó en su camino un profesor de Filosofía extraordinario, el jesuita Ignacio Zumeta Olano y terminó matriculándose en Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza. Dentro de la Facultad, fascinado por el estructuralismo y su semántica, su siguiente opción fue Lingüística, pero al trasladarse Ynduráin a Madrid, se llevó consigo a Santos Sanz Villanueva, Díez Borque, etc., por lo que se le propuso integrarse en el Departamento de Literatura Española nada más terminar la carrera. 

Se doctoró en 1974 con una tesis sobre Miguel Hernández, significativa elección de un poeta de orígenes claramente populares que anticipa y evidencia los gustos y las afinidades del por entonces jovencísimo profesor universitario, que ejercerá la docencia durante más de 38 años, y someterá desde ese momento su obra a una constante revisión, en lo que podemos considerar una investigación siempre en marcha. 

Su trayectoria profesional se divide en dos etapas de duración casi idéntica: una primera en el que imparte clases de Literatura Española, con Miguel Hernández y la obra literaria de Buñuel como objetos principales de estudio; y otra segunda -desde 1991-, como catedrático de Cine y otros medios audiovisuales, con la producción fílmica del calandino y la pintura de Dalí como temas centrales de su labor investigadora, si bien tuvo un largo periodo de transición -desde 1984-, durante el que impartió simultáneamente ambas especialidades. 

Como profesor de literatura explicó casi todos los periodos de su historia, en especial la contemporánea, enorme trabajo que le obligó a leer de forma sistemática las obras más relevantes de cada uno de ellos y, por consiguiente, a conocer en profundidad la tradición del idioma y del ser español. Esta contundente preparación lectora explica su excelente uso de la lengua en todos sus escritos, pero de manera especial en sus novelas, siempre acorde con la época en las que se ambientan. 

Con ser importante lo anterior, lo más destacado de su dilatada labor docente ha sido su capacidad para conectar con las sucesivas generaciones, esfuerzo mantenido en el tiempo para estar siempre al día, no solo en lo que respecta a todo tipo de informaciones, sino también en sensibilidades y gustos, quizá aquí radique la explicación de otra de las características esenciales de su obra: su frescura y modernidad. 

Su exhaustiva investigación sobre la vida y la obra de Miguel Hernández, le llevó a cuestionarse los tópicos y lugares comunes preexistentes y a desentrañar en el sentido literal de la palabra la esencia de su poesía. Con estas premisas, verán la luz dos obras fundamentales: Miguel Hernández, en la encrucijada (1976) y Miguel Hernández, desamordazado y regresado (1992). En ellas traza la trayectoria completa del poeta desde tres perspectivas: la biográfica, la ideológica y la literaria. Siendo la primera el hilo conductor de las otras dos, de manera que recorre las diferentes influencias recibidas por el poeta a lo largo de su vida, desde Sijé, Bergamín o “Jiménez & Giménez”, pasando por “La Escuela de Vallecas”, hasta Cossío, Neruda y Aleixandre. Quizá lo más importante de su aportación sea que aborda su figura al margen de exigencias ideológicas y recupera al Miguel Hernández de la etapa católica y purista, cuya calidad en modo alguno desmerece del resto, al tiempo que se cuestiona, pone en cuarentena y matiza los tópicos que hasta ese momento habían simplificado –también perjudicado- sobremanera la lectura de su obra, el de “poeta pastor”, “poeta del pueblo” y “poeta del sacrificio”, demostrando que lo que singulariza su producción es la asimilación de las tradiciones cultas (Góngora, Calderón, etc.) y de las vanguardias, pero no para quedarse en ellas, sino para rehumanizarlas en lucha constante con el idioma buscando su propia voz. 

Junto con los estudios son varias las ediciones críticas de sus obras, es el caso de Perito en lunas/El rayo que no cesa (1976), Poesías completas (1979), Epistolario (1986), El torero más valiente. La tragedia de Calisto. Otras prosas (1986), Obra Completa (1992 y 2010), hasta llegar a la Antología poética publicada para escolares y la colaboración en la segunda entrega hernandiana de su gran amigo Joan Manuel Serrat, Hijo de la luz y de la sombra (2010), más amplia y rica que la anterior, álbum que venía complementado por el DVD, Imágenes en busca de un poeta: veinte pequeños videoclips inspirados en sus poemas y realizados por reconocidos nombres del cine español, entre ellos uno, “Las abarcas desiertas”, realizado por Agustín, quien poco después promovió un proyecto expositivo, cuyos textos coordinó, que recuperaba la figura del poeta alicantino mediante sus propias poesías, la música de Serrat y los videos.





(CONTINUARÁ...)

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