Poeta (I)
Sin duda ninguna, Antonio Cano fue un
poeta notable, las composiciones que hemos podido leer salidas de su pluma nos presentan
a un joven poeta que bebe del modernismo en composiciones como “Prisioneros, tú
y yo…”, publicado en La Voz de Teruel (22
de enero de 1932):
Del jardín donde naciste,
te cortaron y llevaron
a un palacio de cristal.
Paredes
claras
y transparentes.
Estanque para bañar.
Balcón
sobre el que asomarte
puedas en tu soledad.
Vaso de agua,
vaso frágil es tu mansión
señorial.
¡Y te quejas de tu cárcel!
¿Dónde mejor estarás,
en palacio de doncellas
o siempre sobre el rosal?
¿Quieres cambiar
por la mía?
¡Yo, estoy preso,
tú, no estás!
Sobre mí, tengo cadenas
y amarguras que llorar…
¿Te aprisionaron por buena?
¡Yo lo estoy por mi maldad!
Por eso, tengo barrotes
Y tú, mansión de cristal.
En
el citado trabajo de José Enrique Serrano, se analiza la labor poética de su
primer poemario, Lírica de la ausencia,
y señala que se “sitúa en la estela de San Juan de la Cruz, en el que demuestra
“la brillantez de imágenes que define al escritor, en una línea que quizá recuerde
la más característica de la poesía andaluza”.
Uno
de sus poemarios más brillantes es, sin duda, como ya hemos anticipado, Elegía a Túrbula (Devocionario de Teruel),
cuyo prologuista, Miguel Artigas, calificó como “poema moderno de técnica y
factura nueva, de emoción contenida y diluida en una floración literaria
exuberante de tropos de imágenes bellas y afortunadas”
Cano fue miembro fundador y editor de
los dos primeros números de la revista Noroeste,
junto con Tomás Seral y Casas e Ildefonso Manuel Gil, donde publicó algunos
poemas de corte surrealista con presencia de atrevidas y sugerentes imágenes.
Colaboró con algún poema en el único
número de la revista Pregón Literario,
publicado en 1936, y también lo hizo con la gaditana Isla en sus dos épocas, compartiendo nómina con nombres tan
reconocidos como José María Pemán, Carlos María Vallejo, Guillermo Díaz-Plaja,
Manuel de Falla, Marquerie, Leopoldo Panero o Adriano del Valle, entre otros
muchos intelectuales de la época. En ella se pueden leer dos sugerentes sonetos
dedicados a la ciudad de Teruel, son los siguientes:
EXALTACIÓN DEL ORIGEN DE TÚRBULA
Corneador de Cierzo en la llanura,
Seguido de guerrera muchedumbre
Sedienta de Destinos, logras cumbre
Donde hay pasto de Estrellas, y frecura.
Altas tus astas, más que toda altura
-media luna de bronce sin herrumbre-
Entre las dos despunta leve lumbre
Ue a crecer en lucero se apresura.
No sabe el Toro qué es lo que le para,
Si flor de prado o cita que le insiste
-torerilla- desde una altura rara.
La Estrella guiña y llama, y él, de un salto,
Ágil corneador de Cierzo, embiste
Poniendo el sitio de Teruel más alto.
SONETOS DE TERUEL
Túrbula turbia, Túrbula turbada,
un milagro de yugos y de flechas
-estrekkas por el aire, recién hechas-
las piedras son de tu ciudad volada.
Túrbula turbia, Túrbula asolada,
Ángeles van llorando en tus estrechas
Callejuelas hundidas y en las brechas
Besando tanta vida aniquilada.
Oh blanca nieve vuelta roja nieve.
Oh caricia sutil de hierros duros.
Oh muerte grande de tu vida leve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario