CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

miércoles, 17 de mayo de 2017

RESEÑA DE LA NOVELA "DESPEJAMOS LA X", DE EVA FORTEA



X



Eva Fortea, escritora turolense, tiene el don de escribir novelas sencillas, sin pretenciosidad ni alardes estilísticos, pero siempre buscando la precisión en el lenguaje y una mirada original y propia. Hace unos años presentaba la guerra civil española desde los ojos inocentes de los niños protagonistas de Muñecos de hielo, y en su nueva novela, Despejamos la X, lo hace desde los de Ana, una mujer perteneciente a la denominada Generación X que vivirá una terrible experiencia al concluir un fin de semana de reencuentro de antiguos alumnos de instituto. 

La X es el símbolo de la indefinición por excelencia, es la incógnita matemática que hay que despejar, el secreto que todos llevamos dentro, el cromosoma femenino, la película porno prohibida… Pero es también el nombre de toda una generación que en la actualidad ronda los cincuenta años. Ha pasado ya un cuarto de siglo desde que saliera al mercado Generación X, la novela de Douglas Coupland que sirvió para denominar a los nacidos entre 1968 y 1980 y a la que Kurt Cobain dio el pistoletazo de salida –conste que no pretendo hacer humor negro- y puso música, estética y sentimientos antes de convertirse él mismo en la metáfora viva, o mejor dicho, muerta, del No Future, al escribir en 1994 con una bala y su propia sangre lo que se podría considerar el manifiesto de la generación X en la nota de su suicidio: “Soy el típico piscis: triste, sensible, insatisfecho.” X es pues la forma de nombrar el vacío: de ilusiones, proyectos, historia, pasión y deseo, pero lo cierto es que dicha generación, como tal, en puridad, no existió, fue un invento de los medios de comunicación para vender revistas, ropa, libros, discos, cine… Un filón publicitario, cuando se agotó, lo abandonaron y acabó en la papelera.

En su novela, Eva Fortea no debate cuestiones sociológicas ni especula con conflictos generacionales, sabe que todas las generaciones han rechazado a la anterior y buscan su propia identidad, su lugar en el mundo, por lo tanto, en el fondo, todas las generaciones son X, y liquida este tan estéril como tópico debate con su proverbial clarividencia sintética con la acertada y precisa reflexión siguiente de la protagonista: “Me di cuenta de que mi vida se debatía entre la aséptica hamburguesa y el mítico bocadillo de calamares; había nacido a caballo entre dos épocas y dos mundos, dos formas de mirar las cosas y dos formas de vivir.” 

De hecho, a la autora le interesa más despejar la X, no tanto la generacional, sino la personal de los diferentes personajes, pues todos, incluida la narradora protagonista, Ana, desde cuyo punto de vista se nos cuentan los hechos, esconden una incógnita en su vida que tarde o temprano se terminará despejando y una buena ocasión para ello es la típica fiesta de antiguos alumnos a la que ha sido invitada, en ella se hablará de esperanzas frustradas y de logros conseguidos, de amores y desamores, de trabajos y familias… Pero como en las buenas películas, en el último tercio de la historia descubrimos que todo ha sido un truco de ilusionista, se produce un punto de giro radical en el guion y lo que parecía una reflexión sobre la realización personal, la felicidad, el paso del tiempo y de la vida, con sus anhelos y decepciones, deviene en un drama de corte existencial, casi un thriller, de final imprevisible. Y es que como cantaban Presuntos implicados, “Ah! Cómo hemos cambiado/ Que lejos ha quedado aquella amistad. /Ah! ¿qué nos ha pasado?...”

EVA FORTEA BÁGUENA, Despejamos la X, Madrid, Éride ediciones, 2017.



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