TEATRO VIII
La
gran performance del siglo XX
En el
siglo XX destaca la representación escénica que sobre el Poema de los Amantes, de José
María Belloch, Federico Muelas y Clemente Pamplona[1], con decorados de
Luis Górriz, se llevó a efecto en 1955 en la Plaza del Seminario de la ciudad,
un claro precedente de las representaciones actuales de las Bodas de Isabel.
Cabe
destacar también la Versión dramática en
tres actos que sobre la trágica historia escribió Arturo Civera Muñoz.
Siglo
XXI
Ya en el siglo XXI, el músico
turolense Javier Navarrete compuso para su estreno en San Pedro, la misma
iglesia en la que se desarrolló la tragedia -con su particular acústica
gótica-, un drama musical atemporal con tintes surrealistas y oníricos, en el
que fusionó con acierto la tradición musical aragonesa y la sensibilidad de la
vanguardia.
Su libreto se ajusta en
lo esencial a la leyenda, pero se permite contundentes licencias que pretenden
humanizar la historia y acercarla al espectador sin focalizarla en tiempo alguno,
a lo que también contribuyen la austera puesta en escena y un vestuario
ecléctico.
En lo musical tiene una
estructura de retablo medieval, de sucesión de cuadros protagonizados por los
distintos personajes de la tragedia y supone una acertada mezcla de lenguajes
musicales adaptados a la personalidad de cada uno de ellos.
Ese
mismo año, se estrenó en Miami, La calle
al final del mundo, de Ramón Caudet, reconocido dramaturgo en la América
hispana de EE.UU. presenta la historia
de los Amantes como hechizo que flota sobre las vidas de diferentes amantes
contemporáneos, cuyo amor, como el de los turolenses, no se consuma por
diferentes motivos, de manera que se ven atrapados en un círculo amoroso
similar al vivido por Isabel y Diego, en definitiva todos ellos terminan
protagonizando una versión diferente de sus amores, en la que se juega con el
tiempo -desde el siglo XIII hasta el XXI- y el espacio –Teruel y Miami-.
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