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El viajero se ha documentado a fondo sobre su
historia, su arte, sus monumentos y personalidades más relevantes, aunque le
espera un guía autóctono, sabe que el viaje se vive en su preparación tan o más
intensamente que en su ejecución; la presencia, el vagar por sus calles es una
mera constatación de lo aprendido, una comprobación in situ de lo ya presente
en su memoria. El viaje físico por el paisaje conlleva también un viaje en el
tiempo, un viaje por la historia de esos lugares, al fin y al cabo, piensa,
este es el símbolo de la literatura: estás viajando, pero al mismo tiempo estás
asimilando unas huellas, un pasado, una cultura.
Las lecturas previas afilan los sentidos y la mente
para la observación directa, más tarde, ya en el regreso, se ordenarán las
vivencias y se volverá a disfrutar de nuevo con su recuerdo, repasando el
material gráfico, comentando con los amigos y familiares la experiencia. Tal
vez escriba algo, no sabe bien qué, pero no será exactamente una guía turística
al uso ni tampoco un libro de viajes, aunque sí participará de algunas de sus
características esenciales, junto a la información y pedagogía propia de
aquellas, querría sumar la emoción y la reflexión de los segundos; le gustaría
aunar los ojos de entendido y la documentada narración de su guía al asombro de
los suyos de viajero que constata lo aprendido con la contemplación directa;
algo que funda en sus páginas el Teruel pretérito con el del presente, un paseo
actual por sus calles que nos descubra también su pasado, una especie de viaje
sentimental, curioso y erudito, iluminado por las palabras de grandes
escritores que se sintieron fascinados por la ciudad o por los hechos que en
ella tuvieron lugar. El viajero sabe que le sería imposible abarcar en una obra
la enorme complejidad de la Historia de un pueblo y sus señas de identidad,
pero quizá sumando las miradas de muchos, se pudiera llegar a aproximar a una
visión siquiera suficiente.
Es consciente de que el suyo tiene mucho de viaje
literario, le acompañan sus lecturas sobre la ciudad, sus leyendas, la historia
de sus famosos Amantes, el recuerdo del infausto suceso de la Guerra Civil…
Sabe, como afirmó el gran escritor y viajero Manu Leguineche, que al viajar
paseamos un sueño, y eso es lo que él pretende con este viaje, pasear un sueño
formado por el juego de imágenes entre pasado y presente, por el amor y la
muerte, ahondar en la experiencia emotiva e intelectual que plantea recorrer
Teruel, describir un sueño. Como dice otro viajero impenitente, Javier Reverte,
“el viaje literario tiene algo de viaje hacia la eternidad, una búsqueda
incansable del tiempo detenido.”
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