CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

lunes, 2 de mayo de 2022

 

HOMO HOMINI LUPUS


         Julio Castedo es un narrador infatigable, medio año más tarde de su excelente Rey Don Pedro, vuelve a las librerías con El Renegado, galardonada con el XXXVII Premio Jaén de Novela, pero si en aquella los hechos históricos servían para crear el marco narrativo de una introspección psicológica y hablar de la condición humana en sus múltiples aspectos, en esta son utilizados para construir un vertiginoso relato de aventuras y, en última instancia, mostrarnos cómo el hombre es el mayor depredador que ha existido y existirá jamás, no solo para la Naturaleza, sino también para el hombre mismo. Como afirmara Plauto, “Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro”. Concepto íntimamente relacionado con el epígrafe de la primera parte, el saludo maya, “In Lak’ ech. A Lak’ en”, “Yo soy otro tú. Tú eres otro yo”, es decir, el universo es una gran unidad donde todo está relacionado: los individuos, la comunidad, las plantas, animales, espíritus… nada existe sin relación con el otro, cualquier acción de uno afecta al otro, por eso, si te respeto a ti, me estoy respetando a mí, y si te agredo, me estoy agrediendo. Por desgracia, los acontecimientos son tozudos y se impone la versión popularizada por Hobbes: “Homo homini lupus”.

         En las postrimerías de 1511, una nave zozobra en el mar Caribe frente a Jamaica y las corrientes llevan a los náufragos hasta las costas de Yucatán.       El Renegado arranca con el tenso nerviosismo de una calma chicha, en la que 19 marinos luchan por sobrevivir sobre una barcaza a la deriva en el desierto del mar, el suspense hitchcockiano se resuelve cuando arriban a la costa y son apresados por una tribu maya; el ritmo se aviva y la tensión se incrementa con los sacrificios humanos hasta que se produce la huída de algunos de ellos, que correrán por salvar sus vidas sin descanso en una persecución tan agónica como implacable a lo Apocalypto, a cuya conclusión los lectores quedarán, como los personajes, empapados en sudor, barro y sangre.

         Tan solo dos de ellos sobrevivirán, el clérigo Jerónimo de Aguilar y el alférez Gonzalo Guerrero. Salvados por una tribu enemiga y convertidos en esclavos (los mayas no conformaron un imperio en sentido estricto, dominaron una vasta y variada región controlada por ciudades-estado, similar a las de la Antigua Grecia, conectadas entre sí, pero en constante rivalidad), sus vidas tomarán rumbos diferentes: el primero servirá en principio como recolector, más tarde como aguador, en las “tierras altas” y salvará su vida aceptando con resignación cristiana su destino; el segundo lo hará como tejedor y carpintero, pero será su orgulloso espíritu de indomable guerrero el que le llevará a librar de una muerte segura a un jefe tribal y conseguir de este modo su libertad, que empleará en emprender un arriesgado viaje en solitario por la selva para tratar de rescatar a su amigo. Tras enfrentarse a un jaguar -como Hugh Glass con el oso en El Renacido-, comprenderá la necesidad de que sus recuerdos cicatricen tanto como sus heridas y que es uno con esa naturaleza, esta experiencia iniciática, unida al paulatino conocimiento de las costumbres y las formas de vida de su tribu -como Kevin Cosner en Bailando con lobos- le llevarán a ser no solo uno más de ellos, sino un líder importante que, llegado un momento, deberá optar por defender sus antiguos valores o los nuevos de su situación actual.

         Siete años más tarde, en la segunda parte de la novela, en 1519, la paz en la que vive Gonzalo y su clan, se verá alterada con la llegada de la expedición de Hernán Cortés, misión de evangélica conquista que algunos -o muchos- convirtieron en un anticipo de la búsqueda de El Dorado protagonizada por el loco Lope de Aguirre, una peligrosa aventura en la que la irracionalidad humana, la ambición de poder y la codicia se imponen y devienen en violencia extrema brevemente esbozada en los enfrentamientos narrados en el “Epílogo”, fechado en 1536, que se emparenta con ese viaje de exploración a las raíces de lo humano de El corazón de las tinieblas.

         El Renegado es una magnífica novela de aventuras, con personajes atractivos bien construidos, extraordinarias descripciones, tanto de la belleza de los paisajes, como de la crudeza de los combates, heridas y mutilaciones –en estas últimas se nota en su precisión la experiencia médica del autor- y, sobre todo, una prosa fluida y un ritmo vivo, intenso, que te atrapa y te obliga a continuar leyendo hasta el final. Sin duda la disfrutarán.


ESTA RESEÑA SE PUBLICÓ EN EL SUPLEMENTO "ARTES & LETRAS" DEL HERALDO DE ARAGÓN



JULIO CASTEDO, El Renegado, Almuzara, 2021.

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