CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

jueves, 20 de octubre de 2022

 

RADIOGRAFÍA DE UN ESCRITOR




            A vivir se aprende viviendo. ¿Perogrullada? Sin duda, pero esa obviedad encierra el secreto del, como diría Pavese, oficio de vivir, lleno de paradojas, entre otras la más importante: vivir es un acto individual que, sin embargo, se ejerce en sociedad. Oficio pues cooperativo desde nuestra misma concepción y nacimiento, el hilo de nuestra vida se entrecruza con los de otras para tejer relaciones familiares, sociales, culturales, religiosas… conformándose de esta manera el entramado que nos constituye como seres humanos. Escribir un diario es dibujar el plano de esas tramas en un papel, para que cuando pase el tiempo podamos o puedan otros tirar del hilo y conocernos mejor para encontrarnos en el laberinto de la existencia. Pero, claro, la memoria llega, como escribiera Goethe, “justo donde llega nuestro interés”.

            Manuel Rico tiene una importante trayectoria como crítico, poeta y narrador, avalada por numerosos títulos, algunos de los cuales han sido reconocidos con premios literarios de renombre, por eso, estos Diarios completos suponen una panorámica privilegiada para conocer los cambios políticos, culturales y sociales de la España de los años ochenta (1985-1991) y de la primera década de nuestro presente siglo (2000-2008) pero, sobre todo, son una reflexión personal de su autor sobre su propia formación como escritor -filias y fobias como lector; dudas y temores como narrador; contradicciones vitales y angustia existencial derivada de la necesidad de dividir un tiempo siempre escaso entre trabajo, compromiso social, dedicación a la literatura y familia- y un acercamiento íntimo a sus particulares fantasmas y obsesiones –la novela española de los años cincuenta; los vínculos entre política y escritura, etc.-

            Manuel Rico confiesa que estos Diarios surgen como necesidad de “hacer pluma”, de practicar la escritura para avanzar en su recién iniciada carrera de novelista y lo cierto es que en ellos muestra una abrumadora capacidad de relatar y combinar estilos, planos de lectura y temas: análisis de libros, viajes, amistades, particular visión de la cotidianeidad, literatura de la memoria, obsesiones y pasiones… Pero lo que comenzó siendo un ejercicio retórico de aprendizaje narrativo, pronto se convirtió en una necesidad de autoreflexión sobre el sentido y finalidad de su misma escritura. En última instancia son una explicación de sí mismo, pero expuesta literariamente a los otros, una forma de darse a conocer, de abrir su mundo interior a los demás desde el autoconocimiento personal.

            Divididos en dos etapas, en la primera nos encontramos con un escritor que empieza: metódico en sus lecturas, comprometido con su escritura y dividido entre el compromiso político y la vocación literaria; obsesionado con publicar y en determinados momentos abatido por los silencios editoriales; ansioso por escapar a Cabo de Palos, La Manga y Sanlúcar de Barrameda… En la segunda, superada la etapa formativa y de lucha por hacerse un hueco en el paisaje literario nacional, donde ya ocupa un lugar destacado por méritos propios, prosigue con la lectura sistemática de sus coetáneos y continúa con su particular lucha con las palabras para lograr un buen poema, pero vive con más distancia y calma los reveses intelectuales; describe la realidad política y social del país, se afana en la recuperación de la memoria histórica y critica sin acritud las obras de algunos de sus compañeros de fatigas literarias por su falta de compromiso; reflexiona sobre su pasado y se recrea en sus gustos y aficiones: disfrutar de la familia y amigos; gozar del contacto con la naturaleza; viajar, por ejemplo a Teruel  y Albarracín (“Teruel existe, pero está lejos. Por Teruel no se pasa (o solo de manera excepcional), a Teruel se va: hay que ir a propósito. Lo mismo que a Albarracín…”); refugiarse en la casa familiar de Gargantilla (“Hace cuatro días que se produjo el acontecimiento: la casa de Gargantilla, el sueño inacabado de mi padre, el lugar de los últimos momentos de felicidad de mi madre, es al fin nuestra.”)

            La descripción de un día se constituye de la suma de diferentes apuntes breves sobre materias diversas: una reflexión vital (“Qué difícil simultanear literatura y actividad política”); un ir y venir del presente al pasado (“Tardes de domingo en el barrio... La imagen de los viejos atentos a las retransmisiones futbolísticas avivó viejos recuerdos de la infancia: la sintonía del ‘Carrusel Deportivo’ que mi padre escuchaba algunas veces, los anuncios de coñac, de anís, de cigarrillos y puros, una cierta mítica de lo varonil y machista que, entonces, el mundo del fútbol albergaba, retornaron de pronto ocupando un espacio no desprovisto de nostalgia…”); una opinión literaria (“…leer a Delibes siempre ha sido un placer…”); una reflexión creativa (“…no existe obra de arte trascendente que no parta de las propias vivencias o que carezca de un marco temporal y territorial determinado…”).

            En la actualidad nos interesa cada vez más saber cómo trabajan los escritores, a qué problemas personales, estéticos y de publicación de originales se enfrentan y cómo los resuelven, por lo que recomendamos leer estos Diarios completos de Manuel Rico en paralelo a su obra poética y narrativa, para tener un mayor conocimiento de sus motivaciones, dudas y procesos creativos, así, de esta forma, comprenderemos mejor y en profundidad su mundo literario, asentado en lo fundamental en sus propias vivencias y experiencias; en la memoria personal (recuerdos, afectos y desafectos) y colectiva; en paisajes y ambientes, etc. En definitiva, son el testimonio del desarrollo de un escritor en contacto con su época. Todo esto nos lo ofrece con honesta sencillez de pensamiento y una prosa muy trabajada, brillante, rica y precisa que, cuando bucea en la memoria del pasado (los finales del verano en su infancia y adolescencia, las experiencias campestres, el descubrimiento de la vida rural por sus hijos, los paseos por los barrios de extrarradio de su niñez, los viajes familiares, el contacto con el primer ejemplar de cada libro publicado, etc.), deviene en un estilo de altos vuelos repleto de un hondo lirismo evocador, una suerte de narrativa autobiográfica que revela la radiografía del escritor que es Manuel Rico, su universo poético esencial, su arte-oficio de vivir siempre comprometido.

 

Manuel Rico, Diarios completos. Madrid, Punto de Vista Editores, 2022

Reseña publicada en la revista cultural Turia, núm. 144

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