Sinfonía
del Guadalaviar (1983)
En
marzo de 1982, Antón García Abril fue elegido académico de la Real de Bellas Artes de San
Fernando. En diciembre de 1983, leyó su discurso de ingreso en la Academia , cuyo título, Defensa de la melodía, anticipa y resume
a la perfección su contenido e intención: los principios esenciales de su
música, a los que siempre se ha mantenido fiel y, quizá, también, de su forma
de ser y de entender la vida.
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Su ciudad natal no quiso
permanecer ajena a este acontecimiento y durante ese año se sucedieron diferentes
homenajes. Así, en marzo, se le nombró Hijo Predilecto de la ciudad.
Agradecido, Antón, se comprometió a hacer una gran sinfonía dedicada a su
tierra, Teruel y Aragón, pero sin caer en populismos ni provincianismos vanos. Él
mismo anticipaba de la siguiente manera en el Heraldo de Aragón (14-05-1985) sus intenciones compositivas: “Hasta
ahora no se ha hecho nada en este terreno. Querría hacer con la música de mi
tierra lo que hizo Falla con la de Andalucía. Una obra que, partiendo de las
raíces, sea universal; estaría estructurada en tres movimientos,
correspondiendo cada uno de ellos a Zaragoza, Huesca y Teruel.” Es el comienzo
de un proyecto titánico, hasta la fecha inconcluso, que originariamente
denominó como Sinfonía Guadalaviar,
en el que integraba otros esbozos compositivos anteriores, inspirados en su
tierra como la Sinfonía aragonesa y la Sinfonía de “los Amantes”.
En vísperas de leer su
discurso de ingreso, a finales de noviembre, la banda de música Santa Cecilia
de Teruel, en su habitual concierto anual, lo nombró socio de Honor.
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