AÑOS CINCUENTA Y SESENTA
CASABLANCA

FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ
sábado, 20 de diciembre de 2014
sábado, 13 de diciembre de 2014
LA GLORIETA AYER Y HOY. REPORTAJE FOTOGRÁFICO (I)
La Glorieta actual se construyó en el siglo XIX tras demolerse los restos de la Ciudadela. Su primer nombre fue el de GALÁN Y CASTILLO.
GRAN PARTE DE LAS FOTOGRAFÍAS AQUÍ EXPUESTAS HAN SIDO TOMADAS DEL ECO DE TERUEL (COLABORADOR ADOLFO AINSA). OTRAS PROCEDEN DEL ARCHIVO LÓPEZ SEGURA DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS TUROLENSES.
La Glorieta con los edificios que la rodeaban antes de la Guerra Civil. A la izquierda el antiguo convento de Santo Domingo; en el centro, el edificio de mayor altura es el Banco Hispano Americano; a la derecha la Delegación de Obras Públicas.
Durante la Guerra Civil quedó en este estado ruinoso, como el resto de la ciudad.
GRAN PARTE DE LAS FOTOGRAFÍAS AQUÍ EXPUESTAS HAN SIDO TOMADAS DEL ECO DE TERUEL (COLABORADOR ADOLFO AINSA). OTRAS PROCEDEN DEL ARCHIVO LÓPEZ SEGURA DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS TUROLENSES.
lunes, 1 de diciembre de 2014
RESEÑA DE "DÍAS DE NEVADA", DE BERNARDO ATXAGA
LO
INEFABLE
Reseña publicada en la revista TURIA Nº 112
En 2007, Bernardo Atxaga recibió una invitación para trasladarse con su familia a Reno, en Nevada, durante un curso completo. Fruto de esa experiencia como escritor invitado en el “Lejano Oeste”, lo que empezó siendo una idea de escribir un poemario, derivó en la escritura de Días de Nevada, un híbrido de complicada adscripción genérica que comienza como un diario que muta constantemente en cuento de cuentos, ensayo, biografía, novela –de campus, de viajes, del oeste, etc.-. En suma, se trata de una obra abierta y fragmentaria, con visos de infinitud, concebida con absoluta libertad que es extraordinariamente compleja en su simplicidad: apuntes, recortes de diarios, sueños, historias de canciones, recetas, correos electrónicos; evocaciones, sensaciones, recuerdos… Un narrador polifónico trabajando en plena libertad de elección de tonos, géneros, estilo y estructura –en el orden, en ese mutuo rememorarse o suscitarse de los diferentes materiales está la clave: “-Decidme, caballos. ¿Alrededor de qué eje giramos? ¿Qué es lo que da un orden, una unidad, a nuestra vida?”-. Momentos, personajes, paisajes, etc., perpetuados y atrapados en el tiempo con palabras; la vida detenida por efecto del peso de la escritura y transformada en Literatura, en esa gran literatura, lírica y evocadora, de densidad proustiana (en ocasiones con divertida alusión irónica: “Yo no tuve presentimientos durante la cena, pero los pimientos rojos caramelizados me revolvieron la cabeza –no el estómago, como a muchos- y me he pasado dos semanas escribiendo acerca de los recuerdos que despertaron en mí…), capaz de hacernos vivir más despacio, de revivir en nuestra memoria imágenes y sensaciones que creíamos definitivamente olvidadas.
En 2007, Bernardo Atxaga recibió una invitación para trasladarse con su familia a Reno, en Nevada, durante un curso completo. Fruto de esa experiencia como escritor invitado en el “Lejano Oeste”, lo que empezó siendo una idea de escribir un poemario, derivó en la escritura de Días de Nevada, un híbrido de complicada adscripción genérica que comienza como un diario que muta constantemente en cuento de cuentos, ensayo, biografía, novela –de campus, de viajes, del oeste, etc.-. En suma, se trata de una obra abierta y fragmentaria, con visos de infinitud, concebida con absoluta libertad que es extraordinariamente compleja en su simplicidad: apuntes, recortes de diarios, sueños, historias de canciones, recetas, correos electrónicos; evocaciones, sensaciones, recuerdos… Un narrador polifónico trabajando en plena libertad de elección de tonos, géneros, estilo y estructura –en el orden, en ese mutuo rememorarse o suscitarse de los diferentes materiales está la clave: “-Decidme, caballos. ¿Alrededor de qué eje giramos? ¿Qué es lo que da un orden, una unidad, a nuestra vida?”-. Momentos, personajes, paisajes, etc., perpetuados y atrapados en el tiempo con palabras; la vida detenida por efecto del peso de la escritura y transformada en Literatura, en esa gran literatura, lírica y evocadora, de densidad proustiana (en ocasiones con divertida alusión irónica: “Yo no tuve presentimientos durante la cena, pero los pimientos rojos caramelizados me revolvieron la cabeza –no el estómago, como a muchos- y me he pasado dos semanas escribiendo acerca de los recuerdos que despertaron en mí…), capaz de hacernos vivir más despacio, de revivir en nuestra memoria imágenes y sensaciones que creíamos definitivamente olvidadas.
La
experiencia americana de Atxaga provoca constantemente recuerdos de su infancia
y juventud en el País Vasco; los hechos y las experiencias del presente en el
Lejano Oeste lo retrotraen a su ya lejana infancia, la infancia de todos
aquellos que ya hemos sobrepasado la frontera del medio siglo: la serie El Virginiano o la de Bonanza, con su “Ponderosa”, ese
microcosmos del rancho de los Cartwright; las películas de John Wayne o The Misfits, esas Vidas rebeldes de los no menos rebeldes John Huston, Clark Gable,
Marilyn Monroe y Montgomery Clift; la música del legendario Elvis; los mitos de
evolución inversa de la bestia con sentimientos -King-kong- y del hombre que deviene en bestia
-Paulino Uzcudum-. El presente y el pasado, lo onírico y la realidad, lo
próximo y lo lejano, EE.UU y el País Vasco, se alternan en perfecta solución de
continuidad, se promueven y se mezclan formando un todo armónico y sugerente.
El
silencio, el miedo, la soledad, la enfermedad y, sobre todo, la muerte, son los
verdaderos protagonistas de Días de Nevada,
pero concebidos no como productos librescos o meramente literarios, sino como
emociones reales. Como contrapunto, el humor y la ironía juegan su papel
paliativo y desdramatizador. Atxaga construye su artefacto narrativo desde el
dolor de la pérdida –del padre, de la madre, de los seres queridos-; el libro
tiene algo de inefable, un halo de misterio, en el que la muerte, agazapada en
cada vuelta de página, nos llega a través de sensaciones y angustias que su
fuerza provoca en el narrador y en los personajes.
Atxaga
es un verdadero maestro en crear mundos simbólicos y metafóricos, sentidos a
través de las reacciones de los protagonistas, como sombras de una realidad
sólo tangible fuera del mundo sensible. Dias
de Nevada tiene mucho de freudiano, de mundo inconsciente, simbólico y surrealista.
De ahí esa constante presencia de sueños, imágenes oníricas o de animales con
valor simbólico, metáforas del miedo, del peligro acechante, de la angustia, de
la libertad, del misterio de lo inefable: el mapache, la Viuda Negra , el oso, la
serpiente de cascabel, los caballos, etc.
Días de Nevada es un libro de alta
literatura, concebido con plena libertad creativa a base de profundas y agudas
observaciones de lo cotidiano y expuesto con
maestría en un estilo sencillo y fluido que nos lleva a afirmar sin
temer a equivocarnos que Bernardo Atxaga es un poeta en prosa matizado de
filósofo con un gran sentido del humor empeñado en capturar y detener el tiempo
con su literatura y expresar con ella lo inefable.
lunes, 24 de noviembre de 2014
RESEÑA DE "EL TETRAPLÉJICO", DE CARLOS PAJUELO DE ARCOS.
UNA
TRAMA RUSA O EL MACGUFFIN PAJUELO
Las
novelas del escritor y periodista Carlos Pajuelo de Arcos, como el cine de
Hitchcock, utilizan siempre un macguffin
en su trama para terminar contándonos otra u otras cosas. ¿Qué fue del dinero
robado por Janet Leigh en Psicósis,
del microfilm de Con la muerte en los
talones o del uranio de Encadenados?
Nunca más se supo, tan sólo eran excusas argumentales de carácter flexible (se
pueden intercambiar al gusto de unas películas a otras y daría absolutamente
igual) para narrar una historia.
En
su última novela, El tetrapléjico,
Carlos Pajuelo esbozará el macguffin de
una compleja “trama rusa bancaria” para envolver de misterio la cotidianeidad
de sus protagonistas, un tan prosaico matrimonio como anticipan sus propios
nombres de pila, Cirilo Bonacasa Ferro y Facunda Malpie Trenza -¡ah, los
nombres!, siempre tan importantes en la escritura de Pajuelo-, agotado por la
rutina y el tedio del monótono discurrir diario, fatalmente interrumpido por un
absurdo accidente doméstico: Cirilo se cae de una escalera, o mejor dicho, lo
tira el perro de su mujer, cuando estaba poniendo un ventilador en su cuarto. A
partir de ese momento, asistimos de la mano de sus hijos, Uma y Santiago, y de
los propios recuerdos del ya tetrapléjico Cirilo, al descubrimiento de la
existencia de una vida anterior y paralela del mismo ignota para todos ellos,
incluida la mujer. De esta forma, tras la cortina de un mundo aparentemente rutinario,
se esconde otro lleno de secretos, que da paso a la dialéctica
apariencia/realidad, al particular macguffin
narrativo de Pajuelo.
El tetrapléjico tiene pues ese carácter
de crónica familiar, tendente siempre hacia lo social y hacia la comprensión
-como mínimo, exposición- de una época, la que nos ha tocado vivir. El registro
familiar, el sermo humilis, es
parte de la herencia de la tradición realista de la novela decimonónica; es esa
poética que coloca a la novela en la zona de frontera con la crónica, con el
periodismo e, incluso, con la historia del presente, y es aquí donde nuestro
novelista se mueve como pez en el agua –no olvidemos su condición de prolífico
columnista de opinión y bloguero-. Así, con su estilo conversacional como medio
de expresión y con la familia como
objeto de análisis, Pajuelo nos plantea la complejidad de la vida y de las
relaciones humanas, y nos muestra su particular visión del mundo, un tanto -más bien un mucho- paradójica, pues nunca antes en la historia de la humanidad
se ha estado tan intercomunicados (Facebook, Twitter, whatsapp, etc.) para estar tan solos, solos
como su tetrapléjico protagonista, siempre rodeado de gente pero absolutamente solo, solo
con sus pensamientos en los que se confunden realidad y ficción, presente y
pasado, incapaz de comunicarse con nadie. En última instancia, El
tetrapléjico es una historia de incomunicación, individual y
colectiva.
En definitiva, para Carlos Pajuelo contar la vida de un hombre o de una mujer dentro del
seno familiar supone adentrarse en las vidas de quienes lo rodean (por muy simples
que sean las pinceladas) y en consecuencia, dado que todo el mundo es producto
o está inserto en su ámbito social e histórico, el relato de esta vida
terminará deviniendo hacia lo colectivo y su crónica. En suma, tratar el tema de la familia,
gracias a los individuos que la componen, le permite hablar de la
pluralidad de sus vidas y, con ellas, de la Vida con mayúscula, mediante
agudas reflexiones sobre la realidad contemporánea -los bancos, los banqueros y
bancarios; los médicos y la sanidad española; los problemas del mundo
globalizado, la informática y los hackers, etc.-, expuestas con un humor entre
fino y socarrón, en ocasiones, incluso, si me permiten el adjetivo aragonés,
somarda. De hecho, Carlos Pajuelo no se corta e intercala numerosos artículos
de opinión bajo la autoría de Uma, la hija periodista de Cirilo, convirtiendo
de esta forma su novela en un cajón de sastre, donde todo tiene cabida, pero
esto no es algo novedoso en su narrativa, sino una más de las constantes de su
forma de novelar.
CARLOS PAJUELO DE ARCOS, El tetrapléjico, Valencia, C.P.A, 2014.
viernes, 14 de noviembre de 2014
RESEÑA DE "EL GRAN FRÍO", DE ROSA RIBAS Y SABINE HOFMANN
FRÍO
EN EL MAESTRAZGO
Febrero
de 1956 fue un mes excepcional por sus grandes nevadas, por las temperaturas
mínimas que se alcanzaron y, sobre todo, por la persistencia y duración del
intenso frío que provocó unas heladas sin precedentes en nuestra historia
reciente; fue lo que dio en llamarse “el gran frío”, denominación que toman
Rosa Ribas y Sabine Hoffmann como título para su última novela, la segunda
entrega de la serie protagonizada por la periodista Ana Martí, tras Don de lenguas (Premio Novelpol 2013 y finalista del Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón
2014; publicada en Italia, Francia, Reino Unido, Alemania y Turquía).
Ana Martí es una mujer valiente, inquieta e independiente (el personaje está inspirado de alguna manera en una de las pioneras del periodismo español como fue Margarita Landi, pero si esta fue de derechas, aquella pertenece a una familia de izquierdas), que quiere ganarse la vida siguiendo los pasos de su padre como periodista, profesión siempre complicada, pero más todavía para una mujer en
Como
se anticipa en el título, junto con Ana, el verdadero protagonista de la
historia es el frío, un frío real, que convierte el pueblo serrano en una isla
claustrofóbica y hostil regida por leyes feudales, y también simbólico en todos
sus órdenes: político, social y religioso. Es el frío de la censura franquista;
el frío represivo del somatén y de la guardia civil en su lucha despiadada
contra el maquis; el frío de la soledad de la mujer, sometida al marido; el
frío del silencio cómplice con la injusticia; el frío de la ignorancia y de la
superstición de una población empobrecida y dependiente, dominada por el miedo
y el fanatismo religioso, que convierte a Ana en un enemigo del pueblo, etc.
A
diferencia de la anterior, más coral en su juego narrativo, El gran frío -quizá con el fin de
abundar en la soledad y el aislamiento-, presenta tan solo dos voces narrativas:
una en primera persona perteneciente al pensamiento de un joven disminuido
psíquico y otra en tercera omnisciente que sigue a la protagonista. El estilo
es sencillo, sin alardes, pero eficaz. Los personajes, sin grandes honduras
psicológicas, tienen matices, están bien construidos y cumplen con su función a
la perfección. Pero lo más destacado de la novela es su impecable documentación
-canciones, películas, libros, personajes históricos, etc.-, bien dosificada, con
la que ambienta los hechos en la
España de la época con verosimilitud, pero sin lastrar en
ningún momento la narración.
Con
estos mimbres, las cuatro manos de Ribas y Hoffmann –complicado trabajo de
coordinación- construyen un marco inicial de cuento que pronto deviene en
pesadilla de atmósfera densa y extraña que gradualmente se transforma en
opresiva y malsana, poblada por niños que cantan una perturbadora canción y por
unos adultos de conductas no menos inquietantes. La nieve, ese blanco manto
helado que todo lo cubre, esconde bajo su pureza virginal el rojo de la sangre
de las niñas asesinadas y el negro de la podredumbre de una sociedad cobarde y miserable.
Bajo
su aspecto de relato policial, El gran frío es una demoledora crítica
contra la sociedad española de los años cincuenta, pero también contra los
vestigios que, aunque parezca increíble, sesenta años después, todavía siguen
presentes en la nuestra relativos a la desigualdad de la mujer, con su goteo
continuo de víctimas inocentes, consecuencia de anacrónicos prejuicios, leyes
injustas o fanatismos religiosos todavía no superados.
El gran frío es, en definitiva, un thriller bien escrito y muy recomendable por su amena
lectura y profundidad crítica que, como poco, les entretendrá y, tal vez, les
haga pensar.
Rosa RIBAS y Sabine HOFMANN, El gran frío, Madrid, Siruela, 2014, 320 pp.
sábado, 8 de noviembre de 2014
RESEÑA DE "UN MUNDO DE ALAMBRADAS.DESPLAZADOS: CINE Y REALIDAD", DE FRANCISCO JAVIER MILLÁN.
EN BUSCA DEL PARAÍSO. GENTES DE NINGÚN LUGAR.
El periodista
afincado en Teruel, Francisco Javier Millán, fiel a su cita con el Festival
Internacional de Cine Guanajuato GIFF, en México, de cuyo Consejo Consultivo es
miembro, nos presenta su obra Un mundo de alambradas. Desplazados:
cine y realidad,
editado por el mismo Festival, con la colaboración del Gobierno del Estado de
Guanajuato, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el Instituto
Mexicano de Cinematografía (Imcine) y la Fundación Expresión
En Corto. Se trata de un riguroso ensayo, que como todos sus anteriores, aúna
rigor científico, fluida escritura, amenidad y, sobre todo –verdadera seña de
identidad de los escritos de Millán-,
compromiso social, en el que nos invita a conocer cómo el cine ha tratado el
tema de los desplazados a lo largo de la historia con la finalidad de abrir una
reflexión, personal y colectiva, sobre cómo se puede encarar el problema en la
sociedad actual.
El libro, magníficamente editado, presenta un
apoyo gráfico valioso consistente en fotogramas extraídos de algunas de las
películas comentadas, y cuenta además con la participación del fotógrafo
francés, afincado en México, Philippe Perrin, quien además de la portada, ilustra
el inicio de cada capítulo con fotografías alegóricas a la soledad y los
desplazados, pertenecientes a la serie Lejano
adentro, exhibida en diferentes salas de exposiciones.
En su estudio, Millán utiliza el termino
“desplazado” en el más amplio sentido de la palabra y comprende desde aquellas personas que huyen por las guerras y
persecuciones de toda índole -políticas, ideológicas, étnicas o religiosas-,
hasta quienes se ven afectados por todo tipo de catástrofes naturales, pero
también se refiere con él a todos aquellos que se marchan del campo a la ciudad
dentro de su mismo país, e incluso a los afectados por el fenómeno contrario,
mucho más reciente en las sociedades desarrolladas, de regreso al medio rural,
como intento de garantizarse un medio de vida más humano.
Javier Millán va de lo local a lo universal,
desde lo próximo e inmediato, su tierra –Teruel-, al mundo globalizado en el
que vivimos. Los primeros
capítulos están dedicados a analizar cómo el desplazamiento forzado de las
personas ha estado siempre presente en la historia de la humanidad, y de qué
manera las religiones, o el uso manipulador de las mismas, contribuyen a ello. En
este sentido, se nos recuerda que Adán y Eva podrían ser considerados como los
primeros desplazados de la humanidad.
Millán
conoce Teruel y su provincia a la perfección, no en vano reside y trabaja en
ella desde hace ya más de 20 años. Por desgracia, él sabe bien que se trata de
un territorio que ha conocido en el último siglo el drama de los desplazados,
primero durante la guerra civil española y después debido a la emigración por
causas económicas, que ha situado a este territorio entre los más despoblados
del continente europeo, por lo que se convierte en un magnífico microcosmos del
problema planteado que le sirve al autor como punto de partida, para desde lo
próximo extender sus observaciones al resto del mundo. De igual forma, la
mirada cinéfila de Millán abarca desde la filmografía del calandino universal,
Luis Buñuel, del que es uno de los mayores expertos, hasta directores de las
cinematografías más recónditas y desconocidas del resto del planeta, en un
alarde de ejemplificación tan exhaustivo como agudo en su análisis.
A
continuación se abordan algunos conflictos bélicos del siglo XX –Segunda Guerra
Mundial (con especial atención a Polonia y al holocausto judío), Guerra Civil
española, Revolución Mexicana, antigua
Yugoslavia y los todavía no resueltos
problemas del pueblo Kurdo, Palestina, Afganistán, Siria, etc., marcados todos
ellos por grandes desplazamientos de personas.
Prosigue
estudiando los fenómenos migratorios y sus causas (tanto políticas, como
sociales, económicas etc.), y los refugiados medioambientales debidos a
fenómenos de todo tipo, analizando en profundidad el fundamento final de todos
ellos: el cambio climático.
Por
último, se observa el fenómeno de los desplazamientos forzados en América
Latina desde diferentes ángulos, tanto los causados por los conflictos armados
(golpes de estado de Chile y Argentina, y sus consecuencias de represión y exilio)
y las desigualdades sociales, como los que son por motivos políticos (balseros
cubanos, entre otros) o por la violencia de la delincuencia organizada y el
narcotráfico.
Un mundo de alambradas es una propuesta
tan interesante como comprometida que, como hemos anticipado, a pesar de que
son cientos las películas comentadas y analizadas, no se queda en modo alguno
en la mera erudición, sino que denuncia el problema y obliga al lector a pensar
soluciones en aras de mejorar nuestro mundo.
FRANCISCO JAVIER MILLÁN, Un mundo de alambradas.
Desplazados: cine y realidad, León, Festival de Cine de Guanajuato, 2014.
jueves, 30 de octubre de 2014
¡SILENCIO, SE RUEDA!: UNA APROXIMACIÓN AL CORTOMETRAJE TUROLENSE (VIII)
Muestra
de Cortometraje Aragonés Maestrazgo Imagen.
Después de esta
experiencia, en el campo de los festivales sólo cabe destacar el tan loable
como efímero intento de la
Muestra de Cortometraje Aragonés Maestrazgo Imagen, iniciada
en 1999 y concluida en el 2003, que supuso un intento, no sólo de crear un
marco de exhibición de proyectos (muestra de carácter no competitivo, que contó
con la colaboración de la
Asamblea de Cineastas Aragoneses), sino también de concurso,
Rally Audiovisual Maestrazgo 60 (un concurso de cortos de 60 segundos de
duración que debían grabarse y montarse en el mismo día) y de consolidar una
Beca, Maestrazgo Imagen, dotada con la nada despreciable cifra para la época de
1.000.000 de pesetas, para trabajos cuya finalidad primordial era la de
rescatar y promocionar el patrimonio cultural y paisajístico de la comarca. De
alguna manera, la finalidad última de la Muestra fue la de reivindicar la belleza natural
y monumental del Maestrazgo turolense ofreciéndolo como escenario.
Por el festival pasaron
y dejaron testimonio videográfico los mejores valores del cine aragonés del momento,
algunos de los cuales todavía continúan en activo y son ya referentes del
cortometraje en Aragón, es el caso de Jorge Blas, Cristina Palacín, José Manuel
Fandós, Iván Castell, Javier Estella, José Ángel Delgado, Julián Martín, Rebeca
Cavero, Óscar Andrés, Pablo Lozano, José Manuel Herráiz, Jesús Burriel y un
largo etcétera.
sábado, 25 de octubre de 2014
¡SILENCIO, SE RUEDA!: UNA APROXIMACIÓN AL CORTOMETRAJE TUROLENSE (VII)
Un
corto mítico: Mayumea.
A mediados de los
ochenta, se crea la productora turolense Estela Producciones de Imagen, con
ella Víctor Lope (Teruel, 1958), en colaboración con José Miguel Iranzo,
realiza Mayumea (1985) y ya en solitario Mudéjar (1987) y Amante de
Teruel (1989). Mayumea es un corto de factura profesional muy bien elaborado en 35 mm . (consiguió el premio
del público en el Festival de cortos de Huesca y fue comprado por Televisión
Española para su emisión), con una magnífica ambientación en Noguera de
Albarracín, en el que se combina una historia de amor similar a los Amantes de
Teruel y la popular fiesta de los Mayos de la Sierra de Albarracín. Una verdadera proeza para la época si tenemos en cuenta los medios de que dispusieron sus creadores, que en la actualidad resiste a la perfección su revisión. Compruébenlo ustedes mismos.
viernes, 17 de octubre de 2014
¡SILENCIO, SE RUEDA!: UNA APROXIMACIÓN AL CORTOMETRAJE TUROLENSE (VI)
El
documental. El Seminario de Arqueología y Etnología
Turolense del Colegio Universitario.
En este ambiente
cinéfilo del Teruel de los años ochenta destacaron también las producciones
documentales en Super-8 de carácter etnográfico del Seminario de Arqueología y
Etnología Turolense del Colegio Universitario, donde trabajaron principalmente
Ángel Gonzalvo, Víctor Lope, Felix Serna y Jorge Escudero, realizando
diferentes documentales sobre fiestas tradicionales (Fiestas de la Virgen
del Cid o La romería de la Virgen de la Estrella ), bailes
populares (El dance de Alloza en honor de
San Blas, El dance de Visiedo), oficios (Cómo se gafa un puchero, Cestería en Mora de Rubielos, Elaboración del
pan en Mora de Rubielos y Alfarería en Huesa del Común), etc.
viernes, 10 de octubre de 2014
¡SILENCIO, SE RUEDA!: UNA APROXIMACIÓN AL CORTOMETRAJE TUROLENSE (V)
El grupo de amigos de
Sangría-Films, junto con componentes de otros colectivos (Alambique Films, con
Luis Esteban como director de cortos como El
tabaco mata (La leyenta del tabaco sin nombre); Alejandro Benedí, Robino y la princesa; Jesús Zuriaga,
etc.) crearon la Asociación de cine
amateur Cineocho, presidida por Fermín Pérez, bajo cuya dirección organizan la I Muestra de Cine en
Super-8 de Teruel, que tuvo lugar durante los días 3 y 4 de enero de 1983.
En la III edición en 1985 pasó a denominarse Festival turolense de Cine en
Super-8 y contó ya con el apoyo de las instituciones locales, provinciales y
autonómicas.
En 1986 tuvieron
lugar dos ediciones, la IV ,
en enero, como en anteriores ocasiones, y la V , en la primera semana de octubre, fecha que se
consideró más apropiada para llevar a cabo el evento y que en las próximas
fluctuaría entre finales de noviembre y principios de diciembre, al tiempo que
se incorporaron numerosas novedades que dieron un nuevo impulso al Festival: el
Concurso de Vídeo, la sección “Homenaje a…” (en esta ocasión se dedicó a
Segundo de Chomón, del que se presentó un libro escrito por Pascual Cebollada),
muestra retrospectiva (en este caso del director Fernando Colomo), muestra
internacional de cine en Super-8 y de videoclips. De igual forma, ese mismo
año, fruto del trabajo de Cineocho y del aumento progresivo de la calidad y
cantidad de los cortos autóctonos proyectados en el Festival de Cine, la Diputación Provincial
de Teruel institucionalizó una línea de ayudas a la creación Fílmica que se
mantuvo durante los dos años siguientes y que sin duda contribuyó a crear un
ambiente favorable para la creación audiovisual local de la que se beneficiaron
la mayoría de los realizadores turolenses todavía hoy en activo.
En la VI edición de 1987, se
incorporó al certamen el soporte videográfico, que convivió con el Super-8
hasta 1990 (el ganador en Super-8 fue el por entonces desconocido Juanma Bajo
Ulloa con 100 aviones de papel), año
en el que, ante la escasez de trabajos en cine, se convirtió en una muestra
videográfica exclusivamente. Durante esta edición se desarrolló una experiencia
única en Aragón al emitir la televisión local de Teruel (Teleté) programas propios durante más de ocho horas diarias,
titánica empresa debida al esfuerzo de un plantel de profesionales altruistas y
a toda una serie de colaboradores difícilmente repetible, pues a nadie se le
escapa que para tamaña proeza la mencionada televisión no contaba con recursos
suficientes.
En 1992 pasó a
denominarse AnimaTeruel, una
experiencia en España especializada en cine y vídeo de animación, para, como
hemos señalado, desafortunadamente desaparecer en 1996. Durante las diferentes
ediciones se publicaron -en su mayor parte en colaboración con el Instituto de
Estudios Turolenses- modestas pero interesantes monografías sobre Chomón,
Borau, Berlanga, los comics en el cine, el thriller
norteamericano, los cineastas aragoneses, el cine de animación español y
Luis Buñuel.
viernes, 3 de octubre de 2014
¡SILENCIO, SE RUEDA!: UNA APROXIMACIÓN AL CORTOMETRAJE TUROLENSE (IV)
Los gloriosos años ochenta: AnimaTeruel (III).
![]() |
ÁNGEL GONZALVO Fotografía de Lara Albuixech Tomada de su página http://www.laraalbuixechphoto.com |
También a comienzos
de los ochenta, Ángel Gonzalvo y Félix Serna crearon la Estética Moderna
P.C., realizando toda una serie de cortometrajes experimentales y de formación
personal con títulos como El fotograma
(1982); El delantero que nunca ha fallado un gol, el portero al que nunca le
han metido un gol (1982); ¿Qué es lo
que más quieren las mujeres? (1982), una pionera incursión en la técnica de
la stop motion con muñecos de
plastilina, filmación fotograma a fotograma, cuyo origen se fundamenta en el
descubrimiento del paso de manivela de Chomón; Para sostener esta postura, Bernstein (1984); Chupe como en América, chupe a la americana (1983). A finales de
los ochenta el grupo se amplía con Julián Martín (hasta ese momento había
trabajado el vídeo musical, por ejemplo, Esta
es mi calle o La danza de las almas
tristes, ambos de 1986, así como otros muchos proyectos que finalmente
cristalizan en PKB 6, un pequeño estudio de audio y vídeo), abandonan el
Super-8 y comienzan a experimentar con el vídeo en sus diferentes formatos. Así
realizaron, Res mes es the best
(1988), una aguda sátira ecologista narrada con la técnica del documental
periodístico; El fotodrama (1989),
una historia de amor, humor y cromos; Lección
de anatomía (1990), un original documental sobre la matanza del cerdo
realizado con la estética de un vídeoclip y música de Persa (Ángel Petisme y amigos); Una buena obra (1991), Un corazón como tú (1991), Kollita (1993) y Sin tu amor (1993).
domingo, 28 de septiembre de 2014
¡SILENCIO, SE RUEDA!: UNA APROXIMACIÓN AL CORTOMETRAJE TUROLENSE (III)
![]() |
FERMÍN PÉREZ |
Por su parte, paralelamente,
Fermín Pérez fundó otra productora independiente, Producciones Savijuc, con la
que realizó numerosos cortos, caso de Son
amigos (1983), un videoclip de 10’ ; Por un amor relámpago (1983), otro
experimento con formato de videoclip de 6’ ; Savijuc, diez años, una amistad (1983); Sociedad (1984), una experiencia en el
mundo de la animación; Casualidad
(1984), una incursión casera en el cine de la ciencia ficción; Cien cintas en el roble gris; Dejadnos
vivir; El concurso; Recuerdos; Nubes, etc. Hacia finales de los ochenta
Fermín Pérez firmaba sus trabajos como F.P.P producciones cinematográficas, productora
con la que se planteó llevar a cabo el que quizá ha sido el proyecto más
ambicioso de la cinematografía turolense, el rodaje del largometraje, “Rosario
de Pasiones”, un thriller basado en un guión de Elifio Féliz de Vargas y
ambientado en un pueblo de Teruel (Rubielos de Mora o Albarracín). Para
llevarla a cabo iba a contar como asesores técnicos con Fernando Colomo,
Antonio Cuevas y José Luis Borau, pero con un equipo de rodaje que en principio
se pretendía que fuese fundamentalmente turolense. En el elenco de actores
pensó en combinar a sus habituales colaboradores, caso del citado guionista,
Elifio Féliz, en el papel protagonista, o Tomás Pérez, quien también
desempeñaría funciones de director artístico, con profesionales de prestigio
como Ana Mariscal, Rafaela Aparicio, Guillermo Montesinos, Maribel Verdú, Luis
Ciges o Florinda Chico. También el equipo técnico estaba formado en su mayor
parte por turolenses, así a sus órdenes trabajarían Jesús Féliz de Vargas como
Ayudante de Dirección, el story board
correría a cargo de Ester Díaz, Isabel Lázaro sería la productora ejecutiva y
Rafa Hidalgo se encargaría de la composición musical que ejecutaría el popular
conjunto turolense del momento “El maquinista de la General ”, etc. Un sueño
que al final no llegó a hacerse realidad.
sábado, 20 de septiembre de 2014
¡SILENCIO, SE RUEDA!: UNA APROXIMACIÓN AL CORTOMETRAJE TUROLENSE (II)
Los
gloriosos años ochenta: AnimaTeruel (I).
El único festival de
cierta envergadura con el que ha contado Teruel fue AnimaTeruel, irremediablemente perdido en 1996 por falta de apoyos
económicos. Paradojas de la vida: el año en el que se celebraba el centenario
del nacimiento del cine, Teruel perdía su único festival. Su origen se remonta
a comienzos de los años ochenta, cuando varios colectivos de jóvenes
aficionados al Super-8 decidieron mostrar en conjunto sus producciones y unirse
para formar, en 1981, un grupo de cine independiente, San-Gría Films, compuesto
por los hermanos Elifio y Jesús Feliz de Vargas (hasta este momento habían trabajado como Vargas
Bross Producciones, realizando varios cortos en Super-8. En ocasiones
esporádicas continuaron con esa denominación, caso de títulos como Teruel, 1982; El río, 1983; Pretérito
imperfecto, 1986 y Cuando los
dragones poblaban Centroeuropa), Fermín Pérez, Ester Díaz, Tomás Pérez,
María José González, Arturo Muñoz, José Antonio Berrón, Mariano Aranda y
Alfredo Molina, quienes realizaron diferentes trabajos caseros como Que Dios nos pille confesaos; Co-chinada
(1982), una sátira de las películas de artes marciales; Ojos que no ven (1983); Por
el imperio, una parodia del descubrimiento de América; La Tierra
es redonda y se demuestra así (1984),
Los Amantes de Teruel (1985), una
película de animación a partir de un cómic de José Castañé y Javier Rubio o El chiclé-chiclete (1986) una obra
experimental con la que de alguna manera homenajeaban a los pioneros del cine,
compuesta de un único plano secuencia en el que se nos muestra los múltiples
malabarismos de un virtuoso del chiclé, etc.
viernes, 12 de septiembre de 2014
¡SILENCIO, SE RUEDA!: UNA APROXIMACIÓN AL CORTOMETRAJE TUROLENSE (I)
La presencia de
turolenses en el mundo audiovisual español puede considerarse como milagrosa si
nos atenemos a las posibilidades con las que han contado –y cuentan- los
esforzados aventureros del séptimo arte en nuestras latitudes: escasas o nulas
subvenciones, efímeros festivales y muestras, nulo tejido industrial, etc. Y
esto no sólo en nuestra provincia, sino también en la Comunidad Autónoma.
Por ello, en su mayor parte se han visto obligados a una forzada emigración o a
relegar su vocación cinematográfica al plano de las aficiones y a vivirla como
algo tangencial en sus vidas, que en el caso de los más afortunados mantiene
con sus respectivas profesiones oblicuas vinculaciones.
Los
pioneros: el Cine Estudio “Luis Buñuel”.
En el Teruel
franquista de finales de los años sesenta, como una contribución más al devenir
cultural de la capital de lo que se ha venido a denominar “generación paulina”
del Colegio Menor San Pablo, se creo el Cine-club “Luis Buñuel”, que el 19 de
noviembre de 1967 comenzó su andadura con la proyección de la película Torero, de Carlos Vela. Entre sus
primeros integrantes estaba el por entonces recién llegado profesor del
Instituto “Ibáñez Martín”, José Antonio Labordeta, quien ejerció de maestro de
ceremonias en sus primeras sesiones introduciendo la película antes de su
visionado y comentándola después. El éxito fue inmediato y en su segundo año de
existencia ya eran 140 sus socios. Así, como consecuencia del mismo, se produjo
el primer intento de crear en Teruel una muestra cinematográfica de cine amateur, de forma que entre el 9 y el 15 de septiembre
de 1968, tuvo lugar el I Certamen Nacional Amateur Luis Buñuel, organizado por
el Cine Estudio “Luis Buñuel”, de la Obra Sindical de Educación y Descanso (entre sus
miembros más destacados estaban Francisco Laínez, Antonio Cano, José Antonio
Labordeta, José Sanchís Sinisterra, Néstor Esparrells, Manolo Mengod y Julio
Salvador), al que concurrió el cortometraje de 15’ de duración de los
turolenses Felix Brun, Vidal Muñoz y Jesús Zuriaga, Años atrás, una historia ambientada en la prehistoria con toques de
humor, rodada en el “El Salobral”, un paraje natural junto al conocido como
“Puente Minero”, en las proximidades de la ciudad, que al fin y a la postre
conseguiría el Diploma a la primera realización. También concurrió al evento el
profesor Eloy Fernández Clemente (Andorra, 1942), a la sazón profesor del
Instituto “Ibáñez Martín” de la ciudad,
con Recuerdos (corto protagonizado
por alumnos de una escuela de primera enseñanza), que consiguió el Diploma a la
mejor fotografía en blanco y negro, y con A
meiga (La bruja), corto en color
de corte simbólico protagonizado por unos gatos y una gallina.
domingo, 7 de septiembre de 2014
EL PINTOR EN SU ESTUDIO: AGUSTÍN ALEGRE MONFERRER (III)
Es
inevitable la referencia a Fermín, le pregunto por su influencia en la pintura
de su hermano menor, muerto prematuramente, pero la niega tajante: “Yo no he
querido ser maestro de mi hermano. Nunca le he dado lecciones. Ni a él ni a
nadie. Fui profesor de manera circunstancial, pero no es lo mío. El pintor
aprende, pero no se le puede enseñar. Tiene o no tiene ese don. Con Fermín coincidíamos
en muchos aspectos. Él era realista como yo, más agradable, le iba más la luz,
era más levantino. Aunque tenemos muchas cosas en común.”
El
tiempo vuela y tenemos que despedirnos de este genial pintor, maestro de la
pintura figurativa española contemporánea, humilde, afable, espontáneo, alejado
de todo divismo. Se considera un artesano de la pintura, al que no le importa
la crítica y ha vivido ajeno a las modas artísticas -”El pintor ha de ser
personal”-, recluido en su trabajo diario y en su ciudad de provincias, quizá
por eso no suficientemente valorado. Pese a todo, concluye con su contundencia
verbal: “Yo si volviera a nacer sería pintor. Aunque se sufre mucho, porque
nunca consigues lo que quieres.”
viernes, 29 de agosto de 2014
EL PINTOR EN SU ESTUDIO: AGUSTÍN ALEGRE MONFERRER (II)
![]() |
Rifeño, 1971 |
![]() |
Conejos desollados, 1984. |
viernes, 22 de agosto de 2014
EL PINTOR EN SU ESTUDIO: AGUSTÍN ALEGRE MONFERRER (I)
![]() |
AGUSTÍN ALEGRE FOTO DE MIKI BARRERA |
Vuelve a
mi pregunta y recuerda a Salvador Gisbert (hijo) -profesor de dibujo en la Escuela de Arte y Oficios-,
a don Ángel Novella –a la sazón director de la citada Escuela-, al canónigo don
Emilio Rabanaque, quien le compró su primer cuadro.
Colgado
en la pared de entrada a su estudio descubro una copia del conocido Autorretrato de Velázquez y aprovecho
para preguntarle por sus pintores preferidos. “Velázquez es divino”, dice, pero
de entre los españoles muestra su preferencia por Goya: “Yo soy muy triste
pintando. A mi me inspiran mucho las pinturas negras de Goya –hay quien lo ha
calificado del “Goya del siglo XX”-. Siempre cierro la visita al Prado con su
visión. Te contaré una anécdota protagonizada por mi hija Nuria: viviendo en
Madrid, la llevé de niña al Museo del Prado. Fuimos a ver las pinturas negras
de Goya y la dejé sentada frente a ellas. Al poco la oí llorar y le pregunté la
razón de su llanto: ‘¿Los mayores se comen a los niños?’, me inquirió desolada.
Se refería al Saturno de Goya. ‘No hija, por supuesto que no’, la
tranquilicé. A la visita siguiente la llevé ante otro Saturno, el de Rubens. ‘Este ya no me da miedo’, me dijo”. Otros
pintores que cita junto al genial aragonés son Solana, Zuloaga y Sorolla. De
los extranjeros le apasiona Rembrandt, en especial su cuadro titulado La novia judía.
Vuelvo
a ser malo y le pregunto por los artistas turolenses. Me habla de su amigo y
compañero de estudios artísticos en la Academia de San Carlos de Valencia, Paco Pérez
Monleón, del escultor José Gonzalvo y del que fuera también escultor y amigo, Isaac
Rodríguez, de Jabaloyas, “un artista con unas condiciones increíbles”,
sentencia rotundo.
domingo, 17 de agosto de 2014
RESEÑA DE LA NOVELA "LIMBO" DE AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO.
Esta reseña se publicó en la revista TURIA Nº 111
En la actualidad la literatura se mide más por los resultados económicos que por su valor literario, de ahí que proliferen por doquier las novelas clónicas y el golpe del martillo creativo remache, una y otra vez -una y otra vez-, en los mismos clavos de los géneros que más venden -histórico, policíaco, fantástico, etc.- y se repudie al diferente calificándolo con sutileza eufemística de raro o excéntrico, cuando debería reconocerse su esfuerzo por salirse de los caminos trillados de la narrativa de consumo y buscar un espacio propio en el que vivir la escritura como oficio de libertad, no es fácil encontrar escritores con la personalidad de Agustín Fernández Mallo, licenciado en física, músico, poeta, ensayista y novelista, que lucha por tener voz propia y lo hace en todos sus planteamientos creativos, recordemos, por citar un ejemplo, su interesante Preyecto nocilla, una trilogía novelística ciertamente novedosa.
En la actualidad la literatura se mide más por los resultados económicos que por su valor literario, de ahí que proliferen por doquier las novelas clónicas y el golpe del martillo creativo remache, una y otra vez -una y otra vez-, en los mismos clavos de los géneros que más venden -histórico, policíaco, fantástico, etc.- y se repudie al diferente calificándolo con sutileza eufemística de raro o excéntrico, cuando debería reconocerse su esfuerzo por salirse de los caminos trillados de la narrativa de consumo y buscar un espacio propio en el que vivir la escritura como oficio de libertad, no es fácil encontrar escritores con la personalidad de Agustín Fernández Mallo, licenciado en física, músico, poeta, ensayista y novelista, que lucha por tener voz propia y lo hace en todos sus planteamientos creativos, recordemos, por citar un ejemplo, su interesante Preyecto nocilla, una trilogía novelística ciertamente novedosa.
Su
última obra, Limbo, es una nueva
propuesta personal que podrá gustar o no, pero que, sin duda, no dejará
indiferente a nadie. El arte de la novela es el arte de la forma en la que se
narra, Eloy Fernández Mallo así lo entiende y en su escritura, alimentada por
una nutrida intertextualidad literaria y científica, late siempre un impulso
experimental unido a una mirada humanista –con sobredosis de ciencia para lo
que estamos acostumbrados- que indaga en la identidad del hombre contemporáneo,
pero que nadie espere respuestas redondas, esquemáticas o ideológicas:
Fernández Mallo trata de mostrar antes que contar una historia, o historias,
con moraleja.
Limbo es una exploración de la realidad,
una visión, una intuición del mundo expuesta desde perspectivas varias que se
ofrecen al lector para que saque sus propias conclusiones: el retrato de los
otros puede ayudarnos a entender mejor el mundo y a nosotros mismos, sin
importar tanto la historia que se cuente, pues, al final, todas las historias
son la misma historia.
Su
distribución narrativa en contrapunto es un intento de reflejar la fragmentación
del mundo actual y su globalización,
donde todo está conectado y todo dota de sentido a todo y, como se dice en la
novela, donde una mínima variación cambia radicalmente el conjunto. La
heterogeneización estructural y narrativa de su propuesta viene enmarcada por
el capítulo 0, “El gran salto”, donde expone el momento en el que Werner
Heisenberg, a la edad de 23 años, experimentó la iluminación del principio de
incertidumbre, en especial su intuición de “entender cómo es el mundo fijándose
en los estados iniciales y finales de las cosas, sin preocuparse de cuanto
ocurre en medio de ambos, camino o tránsito que de este modo queda constituido
en una especie de limbo.” Limbo en el que se encuentra una mujer que recorre
Estados Unidos acompañando a un hombre obsesionado por encontrar el quimérico
Sonido del Fin, y en el que se sumió al ser secuestrada también a la edad de 23
años y sufrir un largo encierro en el que tuvo interesantes intuiciones sobre
su cuerpo, su sexualidad y la vida.
Por otro lado, en otro tiempo y lugar, dos amigos se aíslan en una extraña casa de la bretaña francesa para investigar sobre el sonido y grabar un no menos extraño disco con canciones gemelas. En otro momento, un escritor español conoce en una librería mexicana a una enigmática joven que le descubrirá el suicidio de una secuestrada años atrás, encerrada en el mismo piso que habitan, la existencia del Sonido del Fin y le propondrá viajar por Estados Unidos. En este punto, la narración se ha convertido ya en un anillo de Moebius, en un juego especular barroco y borgiano, en una fuga narrativa en la que el lector se sumerge tratando de aclarar quién es quién en la historia o cuándo sucede qué: el tiempo se estira como una goma de mascar, la frontera entre la vida y la muerte se diluye y el azar juega con las vidas, manifestando la fragilidad del ser humano y la sutil conexión holística de unos con otros. La novela se cierra con “El informe del limbo”, noticias que dan cuenta de todo aquello que pasa mientras están sucediendo las historias anteriores, donde los observadores se convierten en observados -visión escópica-, donde, siguiendo con Heisenberg, al observar cambiamos la realidad observada.
Por otro lado, en otro tiempo y lugar, dos amigos se aíslan en una extraña casa de la bretaña francesa para investigar sobre el sonido y grabar un no menos extraño disco con canciones gemelas. En otro momento, un escritor español conoce en una librería mexicana a una enigmática joven que le descubrirá el suicidio de una secuestrada años atrás, encerrada en el mismo piso que habitan, la existencia del Sonido del Fin y le propondrá viajar por Estados Unidos. En este punto, la narración se ha convertido ya en un anillo de Moebius, en un juego especular barroco y borgiano, en una fuga narrativa en la que el lector se sumerge tratando de aclarar quién es quién en la historia o cuándo sucede qué: el tiempo se estira como una goma de mascar, la frontera entre la vida y la muerte se diluye y el azar juega con las vidas, manifestando la fragilidad del ser humano y la sutil conexión holística de unos con otros. La novela se cierra con “El informe del limbo”, noticias que dan cuenta de todo aquello que pasa mientras están sucediendo las historias anteriores, donde los observadores se convierten en observados -visión escópica-, donde, siguiendo con Heisenberg, al observar cambiamos la realidad observada.
Fernández
Mallo no busca una recepción racional de las ideas, sino más bien una empatía
subjetiva con las situaciones, los sentimientos y las diferentes intuiciones de
sus personajes al percibir la realidad. Su propuesta supone un nuevo modelo de
identificación lectora: el lector no se identifica con una situación, sino con
la de todos en su conjunto. De alguna manera, su novela pretende ser un espejo
universal humano, una deconstrucción del mundo y de la realidad asentada en el
principio de incertidumbre o, mejor aún, en una poética de la incertidumbre; el
lector no encontrará un ideal encarnado en un único personaje, sino que se verá
a sí mismo incompleto, fragmentario, confundido, como reflejado en un espejo
roto que nos muestra partes de nosotros mismos que bien pudieran ser las de
otros. Limbo es una novela poema, una
novela composición musical que hace vibrar al lector más allá del sentido
controlado del relato, de lo racional, adentrándose en el terreno de las
emociones, de las intuiciones.
AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO, Limbo, Madrid, Alfaguara, 2014.
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