CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

miércoles, 1 de noviembre de 2017

VOCES LÍRICAS TUROLENSES EN EL CINE (I): JUAN GARCÍA



La provincia de Teruel ha dado a la historia de la lírica cantantes de extraordinaria calidad, algunos, incluso, alcanzaron la categoría de “divos”, de hecho, proporcionalmente a su población es un número importante, contamos con tenores como Andrés Marín, Juan Francisco García Muñoz[1], Amable Leal Alegría o Pascual Albero[2], bajos como Victoriano Redondo del Castillo o sopranos como Elvira de Hidalgo y Carmen Gracia Tesán. Esta última, junto con los tenores García y Albero, tuvieron contactos con el cine y llegaron a protagonizar varias películas de las que vamos a ocuparnos en las siguientes entregas, tras esbozar una breve semblanza biográfica de cada uno de ellos. La de este primer cantante se puede encontrar en este mismo blog en las entradas dedicadas a su persona.

Juan García y el cine.

Con la llegada del sonoro, Hollywood, para mantener los nuevos mercados extranjeros, planteó el rodaje de versiones en distintas lenguas e, incluso, las grabaciones de películas directamente filmadas en los idiomas más importantes, entre ellos el español. Así, esta circunstancia conllevó un flujo constante hacia Estados Unidos de directores, escritores, actores, cantantes, etc.

En este orden de cosas, Juan García, hombre de su tiempo, de temperamento inquieto y despierto, como hemos podido comprobar, se sintió en todo momento atraído por todas las modalidades nuevas de su arte y vislumbró el enorme potencial de futuro de algunas de sus nuevas posibilidades: grabó numerosos discos, cantó en directo para emisoras de radio y, como no podía ser de otra manera, sintió la llamada del cine. 

En una entrevista de mayo de 1930, anticipaba su intención de viajar a Norteamérica para participar en los rodajes de varias películas sonoras, incluso descubría que en la primera de ellas interpretaría el papel de un baturro y, por supuesto, como no, cantaría jotas; sin embargo, aun a pesar de que él se mostraba encantado con la idea, su en ese momento representante, Casaseca, ya advertía que quedaban flecos por atar en lo relativo al aspecto económico y el contrato estaba sin firmar. Lo cierto es que al final nunca se llevó a efecto. 

En una nueva entrevista concedida con motivo de su triunfo en la “Verbena de la Regiones”, en el Pueblo Español de Barcelona, en julio, seguía barajando la idea de participar en el cine, pero en esta ocasión para la Paramount en París, “encarnando un personaje de gran fuerza racial, que sea una rotunda refutación de las burdas españoladas que por ahí se exhiben”. De hecho, incluso en alguna ocasión, habló de protagonizar Doña Francisquita, película que efectivamente se realizaría en 1934, pero en la que no intervino. 

Más adelante, en el otoño de ese mismo año, en una entrevista concedida al diario bilbaíno, El Nervión, coincidiendo con su actuación en el Teatro Buenos Aires de la ciudad, explicaba sus nuevos proyectos cinematográficos con las siguientes proféticas palabras: “Me han hecho muchas ofertas las Casas de Cine, pero en esto quiero hacerme pagar mucho. Estoy principalmente en tratos con la ‘Paramount’. Ya veré de aceptar, no es ahora precisamente. Lo que me parece es que el cinefón va a cerrar muchos teatros, visto el impulso que está tomando. La música se extenderá más, pero a los músicos les perjudica. Y el público lo aceptará bien por la economía primero y porque la obra no se desarrollará en el marco reducido de un escenario, después. Lo que pasará a los tenores es que a los malos pueden hacerles pasar por buenos, como la voz puede amplificarse […]” 

Su primera colaboración con el medio se produjo en 1933, año en el que se rodó el documental Zaragoza, imágenes de la capital de Aragón explicadas con su voz, al tiempo que también cantaba algunas jotas. Esta grabación acompañó durante varios años a películas de éxito en su exhibición. 

En julio de 1934, El Heraldo de Madrid y el Abc recogían la noticia del inminente rodaje –para septiembre- del guión de Ramón Martínez de la Riva, Rosa Marina, una película que abarcaría desde el aspecto social hasta la revista cinematográfica, sería protagonizada por Raquel Meller, y en la que intervendrían también Juan García y su orquesta. De la película se harían dos versiones, una española y otra francesa. Nunca se hizo.

FOTOGRAMA DE LA PELICULA
Sería en abril de 1935 cuando inició una corta carrera cinematográfica de la mano de Edgar Neville, para quien interpretó un breve “sketch”, de 30 minutos, significativamente titulado, Do-re-mi-fa-sol-la-sí o La vida privada de un tenor (Parodia de zarzuelas)[1], escrito por el propio Neville (en principio se iba a titular “El hijo del tenor” y la protagonista iba a ser Eva Arión), con música del maestro Jacinto Guerrero y realizada en los Estudios CEA, junto con Conchita Leonardo (Marieta), Amalia Sánchez Ariño (La tenora), José Martín (El violinista), Alfonso Ponce de León (El pianista), Pepito de la Mota (El niño) y el propio García en el papel protagonista del tenor, de quien destacó la prensa de la época además de su voz su “gran vis cómica”, como se puede leer en la siguiente noticia breve presente en Mundo Gráfico (1 de mayo de 1935)[2]

En los estudios de Ciudad Lineal, donde la actividad del trabajo va en progresión creciente, se ha rodado una película con el sugestivo título de Do, re, mí, fa, sol, la, sí o la vida íntima de un tenor, de la que viene a ser protagonista la musa inspiradora de Jacinto Guerrero, que ha escrito una partitura deliciosa, en que retoza la alegría característica del gran compositor, muy a tono con la índole humorística del asunto de este film, que interpretan con pleno acierto el tenor Juan García, auténtico prestigio del bel canto, ahora, además, revelado como actor de gran vis cómica; Conchita Leonardo, encantadora artista de sugestiva belleza y moderna línea frívola, y la gran actriz de carácter Amalia Sánchez Ariño.

La cinta fue escrita por Neville para lucimiento del mismo Juan García. Reciclaría el asunto en el número 11 de La Codorniz, con el título de “El hijo del tenor”, aunque parece ser que con elementos mucho más disparatados. El paródico argumento se centraba en el descubrimiento del flirteo del tenor con su criada por parte de su mujer, conflicto que se relega a un segundo término al llegar el hijo de ambos para abrir un nuevo motivo de tensión en la pareja: la horrible voz del niño hace sospechar al tenor de una posible infidelidad de su esposa, hasta que el muchacho, tras las oportunas lecciones de canto, rompe a cantar y revela su talento. La cinta, eminentemente musical, contenía las siguientes canciones que interpretaba Juan García: “¡El sol! ¡El sol! La tenue luz del sol…”, “Nos vamos, nos vamos”, “¡Soy feliz!”, “Un telegrama”, “La primavera en flor” y “Yo era una pura doncella”.

En 1935, para Cifesa, con Benito Perojo como director, colaboraría en la grabación de Rumbo al Cairo[3], una cinta que alcanzó un importante éxito comercial, que puede ser considerada como buena comedia musical de corte europeo, estrenada primero en Barcelona, en el Cine Cataluña, el 19 de septiembre de 1935, y en el Cine Callao, de Madrid, el 14 de octubre, en ambas ciudades con muy buenas críticas. El guión era del propio director, basado en un argumento de Alfredo Miralles, diálogos de Neville y música de Jacinto Guerrero, protagonizada por Miguel Ligero, Ricardo Núñez, Mary del Carmen, Luchy Soto, José Calle, Carlos Díaz, Leo de Córdoba, Rafael Calvo y Enriqueta Soler, con canciones de Juan García, doble en la cinta del protagonista que se supone cantante famoso. En suma, se trata de una comedia musical de enredo de la que se conservan poco más de 50 minutos, en la que no faltan los gags, ni los diálogos humorísticos y absurdos –sin duda debidos a la mano de Neville-, ni la canción pegadiza, escrita por Juan García, que daba al film un cierto aíre de misterio y que todos los espectadores salían tarareando de los cines. Llegó a hacerse muy popular y decía así[4]:

Rumbo al Caíro va la dama

en su yate occidental,

con su mono y su negrito

y en la vela su inicial.

Su figura se recorta

como en una parición

apoyada en la columna

de la rueda del timón.

¿Qué quimeras acaricia?,

¿qué le aflige?,

¿dónde va

esa dama misteriosa…?

Rumbo al Caíro va la dama,

palpitante el corazón; 

rumbo al mundo del ensueño

y al país de la ilusión.


(Texto reproducido en Cinegramas, nº 91, junio de 1936)
PROTAGONISTAS DE LA PELÍCULA

La película narra las divertidas andanzas del protagonista, Jaime Noriega (Ricardo Nuñez, doblado por Juan García) y su amigo Quique (Miguel Ligero), durante un viaje al Cairo. Fiestas en la ciudad de Bellamar, bailes, canciones y aventuras se suceden en sus vidas, compartidos siempre con bellas mujeres. 

Sobre la música la crítica se mostró unánime y reconocieron su calidad en similares términos a los siguientes de La Vanguardia: “La música del maestro Guerrero, agradable, especialmente el leit motiv que da título a la citada, de composición melodiosa y línea sencilla. A señalar también el gusto con que canta las canciones el tenor Juan García.”[5]


Para concluir, diremos que Rumbo al Cairo se estrenó en Buenos Aires en el Cine Renacimiento, el crítico Andrés Rolando escribió sobre ella: “Es una pieza de grata amabilidad, de suave intrascendencia y de acentuada propensión festiva que consigue distraer al espectador […] Tiene también la película remarcados valores; la música original del maestro Guerrero y la fotografía que refleja hermosos paisajes de Mallorca”. 

Se estrenó también en Nueva York, donde el prestigioso crítico Harry T. Smith la juzgó “deliciosa y espumeante […] Sin un solo momento de seriedad, la alegre acción de este cuento fantástico mantiene al público divertido…” El film tuvo un exitoso recorrido mundial, se exhibió entre otros reconocidos coliseos como el Grand Theater de Manila, donde tras una semana de proyecciones, hubo de prorrogar otras ocho. Recaló también en Argentina y diferentes países de Sudamérica, consiguiendo en todos ellos grandes taquillas. En fin, todo un éxito que consolidó a Benito Perojo como director.

En un día de forzosa inactividad en el rodaje de Rumbo al Cairo, Benito Perojo aprovechó para grabar el cortometraje, ¡Corre mulilla[6]!, con Juan García y Ricardo Núñez como protagonistas y con el mismo operador, Fred Mandel. Se trataba de lo que podíamos considerar un videoclip de la época, es decir, una canción, la que da título al corto, puesta en imágenes (aunque no se conserva copia alguna de esta cinta, que Hernández Girbal recuerda como un mero divertimento, parece ser, según testimonios orales, que Juan García cruzaba la pantalla montado en un carro, durante el tiempo que duraba la canción del maestro Ledesma que él mismo interpretaba) El Noticiero Cifesa, nº 10 (noviembre de 1935) daba la noticia en los siguientes términos: “Juan García, el famoso tenor aragonés, ha filmado una canción. Lo ha dirigido Benito Perojo. El film se titula ¡Corre mulilla! Y nosotros tenemos la seguridad de que el público no ha de ir remiso en correr a verla y a aplaudirla”. Se estrenó como complemento de Rumbo al Cairo, sin que el nombre de Perojo figurase en las portadas, el 14 de octubre de 1935 en el cine Callao de Madrid.

En 1940 interpretó las canciones del corto de Julián Torremocha, ¡Quién supiera escribir!, con Teresita Arcos y Joaquín Carrasco. En la mayoría de los anuncios publicitarios incluidos en la prensa, se destacaba especialmente como reclamo la interpretación de las canciones de Juan García, lo que nos da idea de la popularidad de el tenor.

En 1941, junto al maestro Constantino Ferri, prepara la música para la película que Luis Marquina rueda en Roma titulada El último húsar, interpretada por los cantantes Sagi-Vela y Conchita Montenegro[7]

Parece que su última grabación fue el tema de la película española Marcelino, pan y vino, compuesto por Pablo Sorozábal realizada en 1955 en Buenos Aires para la “RCA”, de la que dejó también testimonio gramofónico[8].


De igual forma, entre sus grabaciones se pueden encontrar canciones de películas contemporáneas, es el caso de El Danubio azul, El Congreso se divierte, Desfile de candilejas, Gloria que mata, La canción del día (una de las primeras películas sonoras españolas, con música de Jacinto Guerrero), El precio de un beso (con José Mojica) y El canto del ruiseñor (primera biografía de Julián Gayarre, con el tenor Pepe Romeu encabezando el reparto).

Para finalizar con el popular tenor sarrionense y su relación con el séptimo arte, comentaremos una suculenta anécdota que lo vincula con el ídolo de masas, Carlos Gardel, con el que parece mantuvo una cierta amistad. En una entrevista, Juan García recordaba haber enseñado a Gardel a cantar jotas (seguramente el encuentro se produciría en el año 1928 o 1929), mientras que el argentino correspondió enseñando al turolense a cantar tangos, de los que grabó varios, entre otros el popular “Cicatrices”. Según señalaba, la jota “Los ojos de mi moza”, compuesta por Carlos Gardel y Terig Tucci, con letra Alfredo Le Pera, para la película “Tango Bar”, filmada en Long Island, Nueva York, en febrero de 1935, tiene el aire de la compuesta por nuestro tenor y que grabó con el título de “Mi corazón dice, dice”.




[1] Hemos buscado en la Filmoteca Española, en la de Barcelona y Valencia, pero no hemos encontrado la película.
[2] FOTO.  FOTOGRAMA DE LA PELICULA DO, RE, MÍ, FA, SOL…
[3] La película se conserva parcialmente en la Filmoteca Española, aproximadamente unos 40’.
[4] FOTOS DE LA PELICULA: CARTELES, PROTAGONISTAS, ETC.
[5] Esta canción fue grabada por la Blue Star Jazz en 100 años de jazz español, EMI, 2CD, 1997.
[6] Tampoco hemos podido dar con ninguna copia.
[7] FOTO DEL CARTEL DE LA PELÍCULA
[8] FOTO: CARÁTULA DEL DISGO DE MARCELONO, PAN Y VINO.





[1] Sobre su vida y trayectoria profesional  puede consultarse mi libro, Juan García. El tenor de los Reyes, Teruel, Ayuntamiento de Sarrión-Unión Musical, 2010. Contiene 4 CDs con grabaciones de ópera, zarzuela, plegarias, jotas y canciones populares.
[2] Para estos dos últimos puede consultarse mi libro Voces turolenses en la lírica. Amable Leal Alegría y Pascual Albero, tenores, Teruel, Muñoz Moya Editores, 2016.

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