CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

lunes, 1 de julio de 2019

RESEÑA DE LA NOVELA "LAS ABISMALES", DE JESÚS FERRERO


MAELSTROM  DE DELIRIO COLECTIVO


Jesús Ferrero ha obtenido con su última obra, Las abismales, el premio Novela Café Gijón 2018. En equivalencia mitológica a las fiestas “saturnales”, dedicadas al dios Saturno, en las que “reinaba el espíritu orgiástico y se trastocaban todos los papeles sociales”, un periodista italiano destacado en Madrid titula una de sus crónicas desde la capital de España, Las abismales de julio, para dar cuenta de los insólitos sucesos que se narran en la novela, cuya inmediata consecuencia se traduce en persecuciones y acosos a inocentes, dando rienda suelta al lado “más sombrío del alma” humana, surge así, de esta manera, un maelstrom de delirio colectivo, mucho más peligroso y devastador que el individual. Ferrero así nos lo explica con palabras de su personaje Tobías: “Es común decir que el hombre teme sobre todo lo desconocido, pero yo pongo en duda esa presunta verdad. Es posible que temamos más lo conocido, y la historia nos indica que ya hemos estado muchas veces en el infierno. Imagine que se repiten de nuevo los aquelarres sangrientos a los que se entregaron nuestros abuelos no hace tanto tiempo. Imagínese que regresan los campos de exterminio, las depuraciones étnicas, la irracionalidad, la perversidad extrema y las exterminaciones en masa… Los delirios, hijo, son el motor de la historia…”
Un mal retribuido profesor auxiliar de mitología en la universidad, David, pierde a su novia, Berenice, en extrañas circunstancias. Paralelamente a su muerte, un suceso extraordinario tiene lugar en Madrid: multitud de personas afirman haber sido tocadas por una presencia intangible que produce diferentes efectos y un miedo tan cerval como irracional. Los diferentes estamentos sociales buscan sin éxito una explicación para tal fenómeno y pronto el caos social, el odio y el desabastecimiento se adueñan de la ciudad. Para esclarecer las misteriosas circunstancias de la muerte de su amada, el protagonista contará con la ayuda de sus hermanos, Samuel y Serafina, una joven con dotes de clarividencia; también con Melisa, la hermana de aquella, con la que guarda un importante parecido físico, y del citado Tobías, un vecino ex presidiario, que fue injustamente encarcelado.
Como se puede deducir, la novela cuenta con un protagonista y toda una serie de importantes secundarios que lo asisten, pero el elemento colectivo es esencial, hasta el punto de que la ciudad de Madrid es mucho más que un mero decorado, de hecho, el realismo, misterio y desazón de la ficción radican en los diferentes escenarios donde transcurre, todos perfectamente reconocibles -incluido el Café Gijón-, pero inquietantes en su cercanía y reconocimiento por un buscado efecto narrativo de extrañamiento en el lector.
Heredero de la literatura de catástrofes a la que pertenecen El diario del año de la peste, de Daniel Defoe, La peste, de Camus o La razón del mal, de Rafael Argullol, el libro de Ferrero es también la crónica de una ciudad acechada por la calamidad, y de la reacción de sus habitantes. Aquí, la ciudad de Madrid -aunque bien podría ser cualquier otra de las de nuestra sociedad occidental- sufre, como sufrieron el Londres de Defoe, la Orán de Camus o la innominada de Argullol, la embestida de una enfermedad que se presenta como un asalto irracional al orden establecido, y que es causante de un período de excepcionalidad que afecta por igual a la vida cotidiana, a las instituciones, a las convenciones sociales y culturales y a la ciencia.
Jesús Ferrero cuenta con una voz muy personal y sus obras no ofrecen una lectura unívoca, sino que tienen diferentes capas interpretativas, así esas constantes de su escritura relativas a la presencia e importancia de los mitos, los sueños, el doble, la cábala, lo metaliterario, se encuentran también en esta novela, no solo en los nombres de los personajes: Berenice, Melisa, Absalón, Volfango, etc. o la presencia de símbolos (la noche, los búhos, el caballo, las estatuas, etc.),sino en las referencias explícitas a escritores concretos como Poe, Blackwood, Novalis, Cadalso, etc.
Las abismales es una narración perturbadora, de ambiente desasosegante cuyo objeto final es hacer que el plácido lector se remueva en la silla y se cuestione la tan falaz como aparente seguridad de su mundo inmediato, las certidumbres de la convivencia, porque lo que en este momento es paz y prosperidad, puede dejar de serlo en muy poco tiempo y por las razones más peregrinas imaginables.
No cabe duda de que Ferrero sabe cómo regar esa semilla de extrañeza que nos habita para hacerla crecer de manera importante. Si no se hace un trabajo de renovación de la tradición democrática pueden aparecer salvadores que nos lleven a un nihilismo irracionalista y al caos absoluto en cualquier momento.
JESÚS FERRERO, Las abismales, Madrid, Siruela, 2019.


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