MAELSTROM DE
DELIRIO COLECTIVO
Jesús Ferrero ha obtenido
con su última obra, Las abismales, el
premio Novela Café Gijón 2018. En equivalencia mitológica a las fiestas
“saturnales”, dedicadas al dios Saturno, en las que “reinaba el espíritu
orgiástico y se trastocaban todos los papeles sociales”, un periodista italiano
destacado en Madrid titula una de sus crónicas desde la capital de España, Las abismales de julio, para dar cuenta
de los insólitos sucesos que se narran en la novela, cuya inmediata
consecuencia se traduce en persecuciones y acosos a inocentes, dando rienda
suelta al lado “más sombrío del alma” humana, surge así, de esta manera, un maelstrom de delirio colectivo, mucho
más peligroso y devastador que el individual. Ferrero así nos lo explica con
palabras de su personaje Tobías: “Es común decir que el hombre teme sobre todo
lo desconocido, pero yo pongo en duda esa presunta verdad. Es posible que
temamos más lo conocido, y la historia nos indica que ya hemos estado muchas
veces en el infierno. Imagine que se repiten de nuevo los aquelarres
sangrientos a los que se entregaron nuestros abuelos no hace tanto tiempo.
Imagínese que regresan los campos de exterminio, las depuraciones étnicas, la
irracionalidad, la perversidad extrema y las exterminaciones en masa… Los
delirios, hijo, son el motor de la historia…”
Un mal retribuido
profesor auxiliar de mitología en la universidad, David, pierde a su novia,
Berenice, en extrañas circunstancias. Paralelamente a su muerte, un suceso
extraordinario tiene lugar en Madrid: multitud de personas afirman haber sido
tocadas por una presencia intangible que produce diferentes efectos y un miedo tan
cerval como irracional. Los diferentes estamentos sociales buscan sin éxito una
explicación para tal fenómeno y pronto el caos social, el odio y el
desabastecimiento se adueñan de la ciudad. Para esclarecer las misteriosas circunstancias
de la muerte de su amada, el protagonista contará con la ayuda de sus hermanos,
Samuel y Serafina, una joven con dotes de clarividencia; también con Melisa, la
hermana de aquella, con la que guarda un importante parecido físico, y del
citado Tobías, un vecino ex presidiario, que fue injustamente encarcelado.
Como se puede deducir, la
novela cuenta con un protagonista y toda una serie de importantes secundarios
que lo asisten, pero el elemento colectivo es esencial, hasta el punto de que
la ciudad de Madrid es mucho más que un mero decorado, de hecho, el realismo,
misterio y desazón de la ficción radican en los diferentes escenarios donde
transcurre, todos perfectamente reconocibles -incluido el Café Gijón-, pero
inquietantes en su cercanía y reconocimiento por un buscado efecto narrativo de
extrañamiento en el lector.
Heredero de la literatura
de catástrofes a la que pertenecen El
diario del año de la peste, de Daniel Defoe, La peste, de Camus o La razón
del mal, de Rafael Argullol, el libro de Ferrero es también la crónica de
una ciudad acechada por la calamidad, y de la reacción de sus habitantes. Aquí,
la ciudad de Madrid -aunque bien podría ser cualquier otra de las de nuestra
sociedad occidental- sufre, como sufrieron el Londres de Defoe, la Orán de
Camus o la innominada de Argullol, la embestida de una enfermedad que se
presenta como un asalto irracional al orden establecido, y que es causante de
un período de excepcionalidad que afecta por igual a la vida cotidiana, a las
instituciones, a las convenciones sociales y culturales y a la ciencia.
Jesús Ferrero cuenta con
una voz muy personal y sus obras no ofrecen una lectura unívoca, sino que
tienen diferentes capas interpretativas, así esas constantes de su escritura relativas
a la presencia e importancia de los mitos, los sueños, el doble, la cábala, lo
metaliterario, se encuentran también en esta novela, no solo en los nombres de
los personajes: Berenice, Melisa, Absalón, Volfango, etc. o la presencia de
símbolos (la noche, los búhos, el caballo, las estatuas, etc.),sino en las referencias
explícitas a escritores concretos como Poe, Blackwood, Novalis, Cadalso, etc.
Las abismales es una narración perturbadora, de ambiente desasosegante
cuyo objeto final es hacer que el plácido lector se remueva en la silla y se
cuestione la tan falaz como aparente seguridad de su mundo inmediato, las
certidumbres de la convivencia, porque lo que en este momento es paz y
prosperidad, puede dejar de serlo en muy poco tiempo y por las razones más
peregrinas imaginables.
No cabe duda de que
Ferrero sabe cómo regar esa semilla de extrañeza que nos habita para hacerla
crecer de manera importante. Si no se hace un trabajo de renovación de la
tradición democrática pueden aparecer salvadores que nos lleven a un nihilismo
irracionalista y al caos absoluto en cualquier momento.
JESÚS FERRERO, Las abismales, Madrid, Siruela, 2019.
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