UNA CARTA AL
FUTURO
La última obra de Javier
Sierra, El mensaje de Pandora, es una
fábula con forma de novela epistolar itinerante y de ensayo didáctico, que de
forma amena nos invita a reflexionar sobre la pandemia y sus consecuencias, con
la finalidad de aumentar nuestra perspectiva sobre la nueva realidad para
comprenderla en su auténtica dimensión.
Cuando Arys, la joven
protagonista, cumple dieciocho años, recibe una misteriosa carta desde Atenas,
en la que su tía, reviviendo un viaje realizado en su compañía cuando era una
niña por el sur de Europa, le revela un secreto fundamental para entender la
situación presente: los antiguos mitos esconden las claves para comprender el
origen de la vida, las enfermedades y tal vez incluso el futuro de la
humanidad.
La traducción de la
fábula planteada por Javier Sierra no resulta complicada: los lectores -la
sociedad en general y los jóvenes en particular- somos esa sobrina que abandona
la infancia para adentrarse en la edad adulta y se nos invita a mirar al pasado
para, de la mano de esa innominada fraternal tía -el propio Javier Sierra,
quien solo al final nos descubrirá el nombre tras el que se esconde- recorrer
toda una serie de lugares donde se encuentran mensajes aparentemente ocultos,
si bien no lo son tanto, pues solo hay que saber leerlos y formularse las
preguntas adecuadas para ver en ellos respuestas tan sorprendentes como lúcidas
y necesarias para entender el arcano de la vida y su evolución en la Tierra dentro
del conjunto del Universo, al fin y al cabo, hemos de reconocer que nuestro
hermoso planeta azul solo es un grano de arena en la inmensa playa de un cosmos
infinito.
Con un estilo claro,
conciso y directo, apela constantemente a la lógica deductiva de la niña protagonista
–a nosotros los lectores- para obligarnos a deducir lo que las ilustraciones
que acompañan al texto nos muestran. El escritor turolense maneja como pocos el
didáctico arte de la pregunta oportuna y estimulante, para motivarnos al
estudio, a la búsqueda de respuestas, tan solo nos pide una determinada disposición (ese estadio del espíritu
necesario para aprender), una actitud abierta de miras, que abramos nuestras
mentes más allá de los relatos dominantes, quien lee debe querer leer y
entender, pero sin apriorismos ni posturas dogmáticas.
Los presocráticos
defendían que una de las puertas para el aprendizaje es el asombro, que deriva de la toma de conciencia de la realidad
circundante, de la captación de su belleza. Javier Sierra maneja a la perfección
esta idea y con mano maestra mezcla mitos, historia y ciencia para estimular la
curiosidad de sus lectores, que devendrá en observación y a la postre derivará
en un esquema de aprendizaje sólido y productor basado en esencia en ese
pensamiento reflexivo por el que él nos encamina: la técnica de hacer y hacerse
preguntas. Este pensamiento no es simplemente sentir lo externo y evidente,
tener conciencia de los sentidos, ni siquiera es el acto de percibir los
estímulos exteriores, sino que consiste en relacionar esos conceptos y producir
nuevas expectativas o sugerencias de hechos, a partir de otras sensaciones
percibidas o conocimientos adquiridos.
El mensaje de Pandora plantea una lectura de los mitos desde el punto de vista de
sus mismos creadores, quienes, sabedores de la trascendencia de sus mensajes,
para evitar el desgaste del tiempo y su progresivo olvido, les daban formas de
potentes símbolos e imágenes impactantes (“…los mitos son metáforas en las que, en tiempos
en los que no había escritura ni libros, los antiguos encapsulaban sus
lecciones de vida […] instrucciones en clave redactadas para garantizar la
supervivencia de las futuras generaciones.”). Pero la novela es mucho más: es un homenaje a
su padre, cartero en Teruel, y a la carta como género literario, en la
actualidad subsumida hasta casi su desaparición en esa cultura tan impúdica
como falsa de lo virtual, donde todos parecen estar tan cerca y, sin embargo, están
muy lejos; en última instancia, El
mensaje de Pandora es una carta al futuro -escritura inmediata y personal-
con un mensaje optimista y la finalidad clara de abogar por “un pensamiento
cósmico, abierto y explorador” y defender “una forma de entendernos que nos
integre con la naturaleza y nos haga comprender que, en realidad, no hay
división entre lo terrestre y lo extraterrestre.” A su juicio -es de lógica aplastante- “poner fronteras y
marcar divisiones es un hábito demasiado humano”, un error imperdonable que
debemos corregir a base de humildad. Lúcido.
Javier Sierra, El mensaje de Pandora, Barcelona,
Planeta, 2020.
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