UNIVERSO SÁNCHEZ
VIDAL
Agustín Sánchez Vidal siempre titula con gran precisión y
enorme atractivo sus obras, la última, Genealogías
de la mirada, es exactamente eso, una suma de miradas, de sugerentes
ensayos escritos en su mayoría como conferencias impartidas para diferentes
museos y universidades, tanto nacionales como internacionales, a lo largo de su
dilatada trayectoria profesional. Pero no se confundan, no es únicamente un
ensayo sobre pintura, es mucho más, es una “summa artis” integradora de sus
muchos saberes acumulados durante años, en la que su cátedra y toda su
producción ensayística y narrativa establecen entre sí un diálogo constante
hasta convertirla en un “agujero
negro” donde se concentra todo su universo sapiencial y creativo. Aquí están
sus estudios sobre literatura, cine y cines, fotografía, pintura, Chomón, Buñuel,
Dalí, Goya, Saura, España… su Llave
maestra, Nudo de sangre, Viñetas, Quijote Welles… pero, sobre
todo, Sol y sombra, El rabo por desollar,
La especie simbólica, embriones
originales de estas recién alumbradas y orondas Genealogías de la mirada, un libro de semiótica general, de estudio
de las producciones artísticas como procesos de comunicación, en el que las artes,
las ciencias y la tecnología conversan entre sí y se explican mutuamente.
El primer bloque de ensayos se agrupa bajo el título
genérico de “Puntos de fuga” y nos habla de relojes, viajes en el tiempo,
héroes cuánticos, agujeros negros, la revolución de las tramas -desde los
quipus incas hasta los códigos de barras- y del código fuente, esa primigenia escritura de Dios.
El segundo, “Genealogías de la mirada”, se ocupa de la
perspectiva renacentista, con su nueva concepción del espacio, y de las
anamorfosis, una verdadera revolución en la pintura y la arquitectura, con ecos
en la literatura barroca (Góngora y Quevedo violentan la lengua con metáforas y
figuras retóricas extremas en una suerte de renovadoras anamorfosis lingüísticas
generadoras de inéditos enfoques literarios: el culteranismo y el conceptismo);
de la cámara oscura y las perspectivas ilusionistas, base de la fotografía y principio
del camino hacia el cine; de la cartografía moderna; de la globalización del
ojo, esos deseos panorámicos de expandir la mirada limitada del sujeto para
alcanzar mucho más: el cinemascope, las enciclopedias, los esfuerzos intelectuales
y de escritura de la gran novela realista, Balzac con su Comedia Humana, Galdós con sus Episodios
Nacionales, Calatrava con su Hemisferic,
la biblioteca china de Tianjin…
En “Mas allá del tableau
vivant” aborda las relaciones entre la pintura y el cine, entre la imagen
estática y la imagen dinámica, los modos diversos de atrapar el movimiento, los
juegos de luces y sombras, el retrato en la pintura y el cine, la vida de los
artistas en la pantalla, el arte como ilusionismo y prestidigitación y el
intento de la pintura y, en especial, del cine por atrapar lo onírico, ese
espacio de libertad creativa que es “El burdel de los sueños”, en el que Dalí y
Buñuel se erigen como maestros absolutos.
El cuarto bloque, “El rabo por desollar”, toma su título de
unos versos de Machado presentes en sus “Proverbios y cantares”, en los que
habla de la distancia y escepticismo con los que son recibidos en la piel de
toro los radicales cambios históricos producidos tras la Gran Guerra, en este
apartado, Sánchez Vidal estudia la pintura de El Bosco y lo carnavalesco para
analizar la “Leyenda negra” de España y los tópicos nacionales, que nos llevan
hasta el extremo opuesto de la “España blanca”, la españolada de charanga y pandereta
en el que nos encontramos instalados, incapaces de gestionar nuestra propia
imagen sin salirnos del tópico, y entre ambos extremos, aparece el verso suelto
de Orson Welles y su proyecto de vida fílmico inacabado del Quijote, a la postre un ensayo muy
particular sobre España, una España que Sánchez Vidal disecciona con precisión
de cirujano en “Una cultura de masas” y en “Del juego al ocio”.
Desde su privilegiada
atalaya de sabiduría lúcida, la comprensión del pasado le permite a Sánchez
Vidal desvelar claves de nuestro presente y, de algún modo, cerrando el círculo
–o deberíamos decir mejor la espiral- inicial de la cuantificación del mundo
planteada con “el escape de foliot” al comienzo del libro, asentada con la
perspectiva renacentista, los mapas portulanos y el dinero en papel moneda, en
el quinto y último bloque se ocupa de la era digital y sus consecuencias
estéticas (el cine, la pintura y la arquitectura pixelada, por ejemplo) que
apuntan, como reza su explícito título, “Hacia un nuevo régimen cultural”
regido por los ordenadores, los dispositivos móviles y las bioprinters, las impresoras 3D que abren nuevas posibilidades creativas.
Cierra su universo de miradas con un obligado “Recuento”, un
estado de la situación actual, en modo alguno conclusivo, tan solo entreabre
puertas y dibuja bosquejos prospectivos sobre el paso de las señas de identidad
al mestizaje cultural, se lamenta de la “litronización” de España y del
desguace de la cultura, observa la eliminación de las barreras de género y
comenta la transversalidad y lo trangenérico.
Con Genealogías de la
mirada, Agustín Sánchez Vidal nos demuestra de manera fehaciente que “mirar
no es solo ver, ni un simple proceso óptico, sino algo cultural, una lectura
del mundo”, y se nos muestra, una vez más, como un escritor polifónico, que
pasa y lo hace pasar bien a sus lectores enseñando, transmitiéndoles con
pasmosa facilidad sus conocimientos, no siempre sencillos de explicar, pero que
él, con ejemplos visuales de todo tipo, formato y arte meticulosamente
escogidos y analizados (el apoyo gráfico es magnífico), logra simplificar y hacérnoslos
comprensibles, traspasa las fronteras académicas de la reflexión teórica
especializada y consigue contagiarnos su enorme pasión por el conocimiento, su
humanismo abierto hacia el hombre y su trascendencia, su concepción del saber entendido
como organismo vivo e interconectado.
Artículo publicado en el suplemento ARTES & LETRAS. HERALDO DE ARAGÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario