Raquel Esteban, amiga y directora gerente de la Fundación Bodas de Isabel, me dedicó estas emotivas y sentidas palabras en la presentación de mi libro en el Centro Aragonés del Puerto de Sagunto, a cuya directiva agradezco la invitación, de manera especial a su presidenta, Ángela. Como dijo MacArthur: "Volveré".
Queridos amigos:
Siento mucho no poder estar hoy con todos vosotros. En primer lugar por tener que acompañar de una forma demasiado virtual a mi admirado y querido Juan Villalba, y por otro, no poder compartir este espacio con tantos amigos, ahora que nos han “soltado”y podríamos casi, casi, abrazarnos.
En cuanto recibí la propuesta de esta presentación, y temiendo (como así ha ocurrido) no poder hacerla de forma presencial, me afané en prepararla para tenerla lista en cuanto llegara el momento.
Y aquí estamos.
Agradezco la presencia de todos y agradezco especialmente a Angela quien me dijo en su momento, que si yo no podía venir, prestaría su voz para mis palabras. Merci beaucoup, Ángela.
Ganamos mucho con esto, pues voy a sonar con un acento interesante y encantador.
Juan Villalba es una de esas piezas clave en al sociedad turolense. Amable y sencillo, con una cabeza muy bien amueblada, es uno de nuestros intelectuales más brillantes. Pero tiene un valor añadido: es una persona activa y colaboradora, capaz de pasar de las teorías y del mundo mental a la acción, incluso a lo folclórico y farandulero, sin perder nunca su elegante compostura.
No me veis, pero me estoy sonriendo ahora mismo, recordando una sesión de fotos en la que Juan era nada más y nada menos que Azagra, el pretendiente, y en esa escena ya marido de Isabel de Segura (la Amante de Teruel).
Inmortalizábamos el momento en que Diego había entrado a hurtadillas en la alcoba de los recién casados para pedir a Isabel ese beso que, por no recibirlo, le llevaría a la muerte, allí mismo, a los pies de la cama.
Esta escena forma parte de una exposición que, con toda probabilidad, llegará a este Centro antes de fin de año. Os reto a que encontréis a Juan, nuestro escritor de hoy, en una de las fotos. Como pista, sabed que lleva una crespina blanca, está en camisón, y parece que “ronca”.
Pero vayamos al tema que nos ocupa.
Me gustaría saber cuántos de los aquí presentes habéis estado alguna vez en Teruel, levantad la mano por favor.
Pues resulta que hay tantos terueles como manos levantadas. Además, para cada uno de vosotros Teruel es una cosa distinta. Puede ser el Torico (porque os costó encontrarlo), o el rico jamón de aquel restaurante, el olor a historia debajo de las torres mudéjares, un atardecer, la rejería modernista, el eco de los lugares donde estuvieron vuestros abuelos y familiares, o la ciudad transformada en las Bodas de Isabel. Tantos terueles como experiencias sobre él.
Entiendo que los que no habéis levantado la mano no habéis estado allí, pero seguro que cada uno se ha hecho una idea según lo que le han contado, ha leído o escuchado. O sea, otros tantos terueles ¡Qué lío, qué montón!
Pues bien, llega Juan Villalba y escribe un libro magnífico que nos hace modificar y enriquecer lo que creíamos conocer sobre esa ciudad.
Yo diría que más que un libro al uso, es una guía. Es un cuaderno de viaje que nos invita a recorrer Teruel, a descubrirlo y entenderlo de otra manera. Cada rincón, cada piedra, cada elemento ha sido vivido, leído, interpretado o contado por muchas personas a lo largo de la historia: periodistas, fotógrafos, cronistas, poetas y músicos han vivido la ciudad y la han reinterpretado, concediendo un valor añadido a cada uno de sus elementos.
A partir de ahora, no habrá otra forma mejor para pasearlo y comprenderlo, que teniendo como libro de cabecera la otra dimensión de Teruel.
Juan reúne en forma de crisol diferentes épocas y elementos. Desde el frío de la guerra civil, pasando por hechos históricos y legendarios que tienen que ver con la fundación de la ciudad; reyes, héroes y heroínas de la Edad Media; el Renacimiento en forma de fuentes y acueductos; las preciosas huellas de la época modernista y tantas producciones contemporáneas que dan hondura y valor a nuestra ciudad. Reúne todo eso y lo ordena en forma de rutas y recorridos por Teruel.
Os va a sorprender la erudición de Juan, y tanto o más la cantidad de personajes que han escrito, vivido y enriquecido nuestra ciudad con su huella en uno u otro soporte. Españoles y extranjeros, algunos de renombre, otros más modestos… circulan por las páginas decenas de personas, de nombres que ciertamente dan otra dimensión a esta ciudad.
De la mano de Juan paseamos y entendemos cada ruta desde un nuevo punto de vista. Un nuevo Teruel se abre ante nuestros ojos. Incluso para mí, que he nacido, vivido y soñado en estas calles y plazas, me presenta una nueva ciudad frente a la que creía conocer.
No voy a dar aquí más que un par de ejemplos que me han hecho gracia (él ya desvelará luego lo que quiera) al recorrer sus páginas.
Habla, por ejemplo, de la puerta al ascensor que conecta la estación de tren con el Óvalo. Él cree ver allí un episodio del mundo de Harry Potter, a mí siempre me ha parecido la entrada a un templo egipcio.
Otro detalle que viene al caso, ya que estamos en este Centro Aragonés que asume como parte de su identidad la Jota aragonesa. Juan se entretiene en una época gloriosa de la ciudad, la Modernista, cuando a a principios del siglo XX, Domingo Gascón reúne en un cancionero decenas de versos sobre los Amantes de Teruel. Parte de ese cancionero fue llevado a escena algo antes de la pandemia, en el teatro Marín de Teruel, en un precioso espectáculo con orquesta/rondalla, bailadores y cantadores denominado “El Tercer Amante”. Fue dirigido por vuestro/nuestro César Rubio, tan vinculado a este Centro, y con él aprendimos nuevas cosas sobre la Jota, a través de las coplas que compusieron los mejores escritores del país a principios del siglo XX.
La lectura del libro ha cambiado mi Teruel. He empezado a diseñar mis paseos de siempre desde otra dimensión, ayudada por la guía que Juan propone. Y a menudo me acompaña un regalo que el autor nos hace al final del libro. Se trata de una serenata con aire jotero que siempre me emociona.
Compuesta por los hermanos Martínez Garcés, es una de las cosas más bonitas que he escuchado y que trasmite con mirada propia, la contemplación de mi ciudad.
“Trajo la aurora su color, y el beso cálido del sol la despertaba.
Junto a la torre de San Martín que se asomaba, yo la vi, de una ventana.
Tras su mirada, se fue mi vida y mi razón.
La ciudad de los Amantes
cautivó mi corazón”.
Gracias Juan.
(Me gustaría mucho que sonara este tema cuando acabe el acto, si fuera posible, y os parece bien)
No hay comentarios:
Publicar un comentario