CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

viernes, 22 de marzo de 2019

TUSITALA: AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL O EL CONTADOR DE HISTORIAS (VIII)


El rabo por desollar (1999): no dar puntada sin hilo o la perfecta fontanería intelectual 



Aparentemente, El rabo por desollar (1999) podría parecer una obra menor, nada más lejos de la realidad, todo el universo de Sánchez Vidal se condensa en esta obra miscelánea en la que con un estilo ágil, espiga con gusto y gran sentido del humor toda una serie de artículos y breves ensayos que resumen los casi veinte años que a la fecha de su publicación llevaba escribiendo en diferentes periódicos y revistas nacionales y regionales, desde que comenzó sus colaboraciones a los diecisiete años en El Correo Español y en La Gaceta del Norte. 

De alguna manera, podríamos decir que el universo sanchezvidaliano, tanto de temas como de estilos, se recogen en este volumen, en el que, como él mismo confiesa en su prólogo, desmonta “parte de la fontanería que conecta un circuito que asciende desde la investigación universitaria, va cobrando forma en libros, monografías, congresos y trabajos académicos, y se ventila y oxigena en la prensa”. Es decir, Sánchez Vidal recicla todo el material con el que trabaja, no da puntada sin hilo y en este libro se pueden observar las tramas que se entretejen en obras aparentemente de mayor calado, como por ejemplo Sol y sombra o El siglo de la Luz, que a su vez sirven de base para sustentar el rigor documental de su obra narrativa en novelas como Viñetas

Los artículos de El rabo por desollar van desde la corta distancia expositiva de los apuntes de no más de diez líneas cada uno, en los que cuenta los cambios del país a finales de los ochenta, hasta colaboraciones de más largo aliento que incluyen incluso conferencias, como la magnífica “La España Negra como síndrome de Estocolmo”. En los agrupados bajo el título de “La Tribu” analiza Aragón y el aragonesismo para desmontar ese visión tópica baturrista y cachirulera del ser aragonés y apunta a una identidad más digna sustentada en personalidades de la tierra tan contundentes como Fernando el Católico, el conde de Aranda, Costa, Servet, Cajal, etc. En otras secciones nos habla de sus pasiones literarias, musicales (debemos recordar que ejerció de crítico de música en el periódico El Día a principios de los ochenta), cinéfilas y pictóricas, junto con una visión fresca y alejada de los tópicos de los nuevos medios audiovisuales.

sábado, 9 de marzo de 2019

TUSITALA: AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL O EL CONTADOR DE HISTORIAS (VII)



De Sol y sombra (1982-1990) a El siglo de la Luz 
(1994-1997). 




Planeta le publicó en 1990 un delicioso ensayo, Sol y sombra, personalísimo y desenfadado recorrido por saberes al margen del canon oficial, en paralelo a los grandes acontecimientos históricos, es la intrahistoria, la cotidianeidad de los españoles a partir de los años sesenta hasta el comienzo de la transición, con la que recupera nuestro pasado más inmediato para explicar nuestro presente, partiendo de temas corrientes y cotidianos, como el azúcar, el grano de pimienta, el tabaco, el Anís del Mono, el futbolín, el Biscúter, el bikini, la fregona, la Formica, el Kleenex, etc., hilado todo con fina y sutil ironía y un gran sentido del humor. 

Sánchez Vidal trasciende el mero trabajo documental para explorar los universos simbólicos, las tramas sociales, las conexiones entre lo que sucede y cómo luego determinadas cuestiones terminan formando parte del imaginario colectivo de un pueblo. 

Animado por este mismo objetivo, inició su monumental estudio dedicado al cine en Zaragoza. En 1996 presentó la primera parte de El Siglo de la Luz (Aproximaciones a una cartelera), un repaso del influjo del séptimo arte en la capital aragonesa entre 1896 y 1946. La segunda apareció en 1997 bajo el epígrafe De ‘Gilda’ a ‘La Red’, en la que continuó con el trabajo desde 1947 hasta 1996. En primera instancia, como labor previa, la investigación fijó la cartelera de la ciudad de Zaragoza, objetivo importante, pero en modo alguno final, se trataba más bien de un estudio sociológico del cine -por el que tanto abogó Borau como Académico de la lengua-, en el que Sánchez Vidal “surfea” por la cartelera para explicar el acto social de “ir al cine” y su impacto en la vida cotidiana de una ciudad concreta, hasta el punto, por ejemplo, de que la película con la que se cerró la temporada de 1946, Casablanca, dejó su impronta en el nombre de un barrio, hasta entonces llamado Casa Blanca, que pasó a escribirse todo junto como en el título del film, pero las pretensiones van más allá y trascienden lo meramente local para terminar hablando de las complejas relaciones del cine con el siglo XX en España y en nuestro idioma, cuya presencia se puede rastrear en palabras como marabunta, rebeca o chirucas. Se trata pues de un documentado estudio, broche de oro con el que cierra la investigación abierta con Los Jimeno y los orígenes del cine en Zaragoza (1994), que en su conjunto se constituye como modelo y obra de referencia para construir la historia social del cine en nuestro país.

domingo, 3 de marzo de 2019

TUSITALA: AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL O EL CONTADOR DE HISTORIAS (VI)



Dalí, ese filósofo “de incomparable potencia intelectual” 



El estudio de Buñuel desembocó inevitablemente en el de Dalí, de quien Agustín se convirtió en uno de los mayores especialistas mundiales y al que le ha dedicado, entre otros muchos trabajos, cuatro monografías, en Alianza Editorial (1995), Electa (1999), Aldeasa (2002) y MAPFRE (2007), mientras que en 2004 firmaba el tomo tercero de sus Obras Completas para Ediciones Destino, donde presentaba su obra creativa en el ámbito de la ficción: narrativa, poesía, cine y teatro. En su estudio nos descubre a un Dalí brillante, ingenioso, desbordadamente creativo, y demuestra que, como ya ocurriera con Buñuel, sus destrezas plásticas arrancan de una experiencia previa literaria y de la frecuentación de determinados escritores. De hecho, su única novela, Rostros ocultos, es un documento imprescindible para entender su evolución como pintor y su escritura supone un antes y un después en su creación. Viene a decirnos que Dalí –también Buñuel- es un filósofo, un pensador “de incomparable potencia intelectual”.

lunes, 18 de febrero de 2019

TUSITALA: AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL O EL CONTADOR DE HISTORIAS (V)



Buñuel, Lorca, Dalí: el enigma sin fin o la importancia de un buen título 



Otra de las características más destacadas de la obra de Agustín es su gran capacidad de síntesis unida a una enorme precisión y claridad expositiva, ambas cuestiones se ejemplifican a la perfección en los atractivos títulos de sus libros, verdaderos modelos de cómo titular con gancho a la vez que se anticipa y resume en ellos la esencia de su contenido. Como muestra este botón, Buñuel, Lorca, Dalí: el enigma sin fin, con el que obtuvo en 1988 el prestigioso premio de ensayo “Espejo de España” de la Editorial Planeta. 

Título redondo y preciso con el que invita al lector a recorrer en su compañía la trayectoria vital y profesional de las tres personalidades del mundo de la cultura más grandes que ha dado España en el siglo XX y adentrarse en el laberinto de su turbulenta amistad para intentar resolver el misterio de sus complejas personalidades y de sus obras, en las que se puede rastrear cómo los tres "amigos se acechan e interpelan a través de sus producciones respectivas", confeccionadas en determinados momentos a base de estímulos de profunda amistad, rivalidad e incluso desafecto. 

El cuadro de Dalí, El enigma sin fin, sintetiza la pretensión última del libro, la misma que animaba el método paranoico-crítico daliniano -una imagen no tiene una lectura unívoca-, así, de igual forma que en el cuadro se pueden llegar a ver hasta seis imágenes superpuestas -incluido el retrato físico y metafísico de Lorca-, las personalidades y las obras de Buñuel, Lorca y Dalí se reflejan entre sí conformando una perspectiva en abismo de difícil sondaje. 

La sesuda investigación se lee como una novela enigma o policiaca, pero la propuesta trasciende la mera anécdota para explicar cómo se deciden aspectos tan relevantes como el nacimiento del surrealismo, su introducción en España, etc., para lo cual presenta un interesante cañamazo epistolar inédito de Buñuel con Pepín Bello, de Dalí con Buñuel a propósito de La edad de oro, y sus documentos en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

sábado, 9 de febrero de 2019

TUSITALA: AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL O EL CONTADOR DE HISTORIAS (IV)



De Buñuel, ese “director de directores”, a Saura, Borau, Florián Rey y Chomón. 




En 1975 conoció a Luis Buñuel y en 1980 viajó a México para preparar con él la edición de Luis Buñuel. Obra literaria (1982), investigación que explica la inicial vocación literaria del director y recopila toda una serie de escritos de juventud fundamentales para entender sus particulares relaciones con Lorca y Dalí, y demuestra que en sus escritos se encuentra el “eslabón perdido” dentro del vanguardismo español, al haber dado el paso hasta el surrealismo que Gómez de la Serna “no quiso o no supo dar.” 


Esta investigación le acercó al cineasta, con quien mantuvo una relación de amistad, y a partir de ese momento comenzó con el espíritu crítico que lo caracteriza a descubrir al genio de Calanda, lo sometió a un cerco constante y se convirtió en uno de sus mayores especialistas con estudios fundamentales como Luis Buñuel: obra cinematográfica (1984), Vida y opiniones de Luis Buñuel (1985), Luis Buñuel (1992) y El mundo de Luis Buñuel (1993 y 2000), quinta entrega de una serie de estupendas monografías editadas por la CAI, con la que cerraba el ciclo dedicado a los directores aragoneses más destacados: Saura (1988), Borau (1990), Florián Rey (1991) y Segundo de Chomón (1992). Estudios que sintetizaría con afán divulgativo en Realizadores aragoneses (1998). 






De su abundante producción sobre el realizador calandino destacaríamos de manera especial su capacidad para dinamitar, como ya ocurriera con Miguel Hernández, los tópicos y lugares comunes, así como la continua renovación de sus aportaciones, siempre novedosas y diferentes. 

Pero su labor no se ha limitado a la investigación, también ha ejercido un papel activo en la recuperación, revalorización y divulgación de su cine, en especial en las celebraciones que tuvieron lugar con motivo del centenario de su nacimiento, entre otras actividades escribió el guion del documental dirigido por Rioyo y López Linares, A propósito de Buñuel, y poco después, en colaboración con Carlos Saura, el de su película, Buñuel y la mesa del rey Salomón (2001).



domingo, 3 de febrero de 2019

TUSITALA: AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL O EL CONTADOR DE HISTORIAS (III)



Miguel Hernández: una investigación siempre en marcha o como huir de los tópicos 



Hizo el Bachillerato y la Reválida por Ciencias con premio extraordinario, pero se cruzó en su camino un profesor de Filosofía extraordinario, el jesuita Ignacio Zumeta Olano y terminó matriculándose en Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza. Dentro de la Facultad, fascinado por el estructuralismo y su semántica, su siguiente opción fue Lingüística, pero al trasladarse Ynduráin a Madrid, se llevó consigo a Santos Sanz Villanueva, Díez Borque, etc., por lo que se le propuso integrarse en el Departamento de Literatura Española nada más terminar la carrera. 

Se doctoró en 1974 con una tesis sobre Miguel Hernández, significativa elección de un poeta de orígenes claramente populares que anticipa y evidencia los gustos y las afinidades del por entonces jovencísimo profesor universitario, que ejercerá la docencia durante más de 38 años, y someterá desde ese momento su obra a una constante revisión, en lo que podemos considerar una investigación siempre en marcha. 

Su trayectoria profesional se divide en dos etapas de duración casi idéntica: una primera en el que imparte clases de Literatura Española, con Miguel Hernández y la obra literaria de Buñuel como objetos principales de estudio; y otra segunda -desde 1991-, como catedrático de Cine y otros medios audiovisuales, con la producción fílmica del calandino y la pintura de Dalí como temas centrales de su labor investigadora, si bien tuvo un largo periodo de transición -desde 1984-, durante el que impartió simultáneamente ambas especialidades. 

Como profesor de literatura explicó casi todos los periodos de su historia, en especial la contemporánea, enorme trabajo que le obligó a leer de forma sistemática las obras más relevantes de cada uno de ellos y, por consiguiente, a conocer en profundidad la tradición del idioma y del ser español. Esta contundente preparación lectora explica su excelente uso de la lengua en todos sus escritos, pero de manera especial en sus novelas, siempre acorde con la época en las que se ambientan. 

Con ser importante lo anterior, lo más destacado de su dilatada labor docente ha sido su capacidad para conectar con las sucesivas generaciones, esfuerzo mantenido en el tiempo para estar siempre al día, no solo en lo que respecta a todo tipo de informaciones, sino también en sensibilidades y gustos, quizá aquí radique la explicación de otra de las características esenciales de su obra: su frescura y modernidad. 

Su exhaustiva investigación sobre la vida y la obra de Miguel Hernández, le llevó a cuestionarse los tópicos y lugares comunes preexistentes y a desentrañar en el sentido literal de la palabra la esencia de su poesía. Con estas premisas, verán la luz dos obras fundamentales: Miguel Hernández, en la encrucijada (1976) y Miguel Hernández, desamordazado y regresado (1992). En ellas traza la trayectoria completa del poeta desde tres perspectivas: la biográfica, la ideológica y la literaria. Siendo la primera el hilo conductor de las otras dos, de manera que recorre las diferentes influencias recibidas por el poeta a lo largo de su vida, desde Sijé, Bergamín o “Jiménez & Giménez”, pasando por “La Escuela de Vallecas”, hasta Cossío, Neruda y Aleixandre. Quizá lo más importante de su aportación sea que aborda su figura al margen de exigencias ideológicas y recupera al Miguel Hernández de la etapa católica y purista, cuya calidad en modo alguno desmerece del resto, al tiempo que se cuestiona, pone en cuarentena y matiza los tópicos que hasta ese momento habían simplificado –también perjudicado- sobremanera la lectura de su obra, el de “poeta pastor”, “poeta del pueblo” y “poeta del sacrificio”, demostrando que lo que singulariza su producción es la asimilación de las tradiciones cultas (Góngora, Calderón, etc.) y de las vanguardias, pero no para quedarse en ellas, sino para rehumanizarlas en lucha constante con el idioma buscando su propia voz. 

Junto con los estudios son varias las ediciones críticas de sus obras, es el caso de Perito en lunas/El rayo que no cesa (1976), Poesías completas (1979), Epistolario (1986), El torero más valiente. La tragedia de Calisto. Otras prosas (1986), Obra Completa (1992 y 2010), hasta llegar a la Antología poética publicada para escolares y la colaboración en la segunda entrega hernandiana de su gran amigo Joan Manuel Serrat, Hijo de la luz y de la sombra (2010), más amplia y rica que la anterior, álbum que venía complementado por el DVD, Imágenes en busca de un poeta: veinte pequeños videoclips inspirados en sus poemas y realizados por reconocidos nombres del cine español, entre ellos uno, “Las abarcas desiertas”, realizado por Agustín, quien poco después promovió un proyecto expositivo, cuyos textos coordinó, que recuperaba la figura del poeta alicantino mediante sus propias poesías, la música de Serrat y los videos.





(CONTINUARÁ...)