CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

sábado, 11 de febrero de 2012

JAVIER LORENZO, "EL ERROR AZUL"

                        DE GUERRA, SELLOS Y AMOR.
Desgraciadamente, la guerra civil es el tema literario y cinematográfico por excelencia de nuestro territorio: desde el mismo año 1937, fecha de publicación de la novela L’Espoir, de Malraux, pasando por los Despachos de la guerra civil española, 1937-1938, de Hemingway o Campo de sangre (1945), de Max Aub, hasta llegar a Estragos (2000), debut novelístico del escritor murciano Daniel Pelegrín, son más de treinta los títulos que, en mayor o menor medida, se han ocupado de la contienda en nuestra provincia, especialmente de la conocida como Batalla de Teruel. A ellos se viene a sumar la última novela del madrileño Javier Lorenzo, El error azul (Planeta), si bien en este caso la guerra es el telón de fondo de un paisaje –los pueblos de la sierra de Gúdar y Teruel capital- que se rompe en mil pedazos con su estallido, como las vidas de sus habitantes, incluidas las de los tres protagonistas: Amelia, una víctima inocente cuyo mayor delito es ser amada a la vez por dos hombres de ideologías enfrentadas, el fascista Alberto y el republicano Martín.
Las tierras, gentes y tradiciones turolenses cobran una importancia fundamental en la novela de Javier Lorenzo: el paisaje imprime carácter a la historia y a sus personajes; las figuras autóctonas (Pardo Sastrón, Manuel Pamplona, Miguel Blasco Vilatela, etc.) y los hechos históricos de la guerra civil en Teruel (matanza de agosto del 36 en la plaza del Torico, la rendición de Rey d’Harcourt, el trágico final de la 84 Brigada Mixta en Rubielos, etc.) confieren verismo a la trama y las narraciones histórico-legendarias del imaginario turolense que la salpimentan en su comienzo (la de los Amantes, la de las torres mudéjares,  la de la torre de doña Blanca en Albarracín, etc.) perfilan, matizan y anticipan el triángulo amoroso de sus protagonistas, como ecos de otros tiempos de una misma historia de amor eterna. La documentación es  exhaustiva, pero no pesa, fluye por sus páginas integrada con naturalidad.
La narración es sencilla y realista, si bien con continuos saltos en el tiempo. Aparentemente su única pretensión es la de contar una historia de amor y guerra, pero es mucho más, y su género no resulta fácil de determinar: novela histórica, social, de intriga, etc. Ahí está su título: El error azul, literalmente es un sello, “un engendro singularísimo, una pieza casi única…”, cuyo valor se incrementa de forma importante si se presenta unido a su hermano de color rojo, pero los sellos –como los españoles-, en un “error” de apreciación de Alberto, han sido separados. De esta forma, Javier Lorenzo introduce en su novela el mundo de la filatelia, en el que se aúna la refinada y sofisticada afición por el coleccionismo -el paciente amor por lo bello-, con el más puro materialismo de una inversión perfecta para la evasión de capitales. Esa pasión dual de Alberto Recuero –“el alférez Repellejo”- por los sellos simboliza su no menos materialista amor por Amelia: el error azul es su amor mal entendido, el deseo insatisfecho de un vencedor en lo ideológico, pero derrotado en lo sentimental, dueño de la represión, que confunde derrota con sumisión, rendición con entrega, amor con posesión. El error azul también alude al color de la camisa falangista, una fuerza política equivocada que se levantó contra el gobierno legalmente establecido de la República y dividió España en dos mitades irreconciliables: la azul y la roja; la del victorioso Alberto, un auténtico villano de folletín,  y la del vencido Martín, idealista y librepensador, que sólo cree en el hombre y la razón. En medio de ambos, Amelia, objeto de deseo doliente y escindido, víctima inocente que luchará tras la tragedia por resurgir de sus cenizas, como la misma España después de la guerra fratricida, donde todos, vencedores y vencidos, resultan perdedores. El error azul es pues mucho más, es una historia claustrofóbica de años de violencia soterrada, de pasiones contenidas, traiciones, horror y desolación.
Con los protagonistas conviven toda una masa coral de excelentes secundarios, como la abuela Generosa, el tío Nicolás, Mr. Warrington, el sargento Honrubia, don Evaristo, etc, y, en especial, de ese personaje tan real como literario que es el falsificador de sellos por excelencia, Jean de Esperati.
En suma, El error azul conjuga el entretenimiento con el compromiso propio de la literatura de la memoria (los muertos han de ser enterrados para descansar en paz), lectura recomendable para cualquier lector, pero más si cabe para los turolenses, quienes además de disfrutar podrán reconocer y reconocerse en sus paisajes y sus voces. Siempre es de agradecer que alguien se acuerde de nosotros y nos confiera la inmortalidad de la palabra, más si con ella se escribe una gran novela.


 

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