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© Archivo Edo |
Hasta hace unos meses, buscar información sobre Godofredo Edo era poco menos que una tarea imposible, ni el proceloso mar de Internet suministraba prácticamente ningún dato sobre su vida, tan sólo mínimas y parciales menciones que no servían ni siquiera para dibujar una somera aproximación biográfica, únicamente aquellos que lo conocían personalmente sabían de su dedicación a la pintura, una inclinación callada y perseverante, de fidelidad y entrega al arte, de toda una vida dedicada a una pasión personal vivida en la intimidad.
Edo es un pintor raro, un pintor que nunca se ha preocupado por mostrar su obra. Confiesa sentir una “rebeldía intestinal” hacia el mundo de las galerías de arte, por eso quizá nunca ha exhibido su trabajo. De ahí que, durante décadas, sus pinturas se hayan almacenado en su propio estudio-vivienda y su contemplación haya estado al alcance de muy pocos.
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Edo en su estudio. Barcelona, 2011 (© Archivo Edo) |
Afortunadamente, el Museo de Teruel rompió con ese silencio y nos ofreció una magnífica exposición acompañada de un interesante catálogo, Edo. s/t., que contiene, junto con la relación de obras expuestas, sendos trabajos de los comisarios, que nos aproximan, por un lado, a su obra pictórica, “El gesto ucrónico”, del profesor y crítico de arte Jesús Martínez Clarà, y, por otro, a su trayectoria vital y artística, “Godofredo Edo”, del pintor Gonzalo Tena. Desde aquí queremos agradecerles su información, así como también a la coordinadora del Museo, Ana Isabel Herce, por facilitarnos la apoyatura gráfica que acompaña a esta entrada.
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Padre (© Archivo Edo) |
Godofredo nació en Hospitalet de Llobregat en 1926, en el seño de una familia de procedencia turolense (su madre era de Teruel y su padre de Sarrión). Estudió Bellas Artes en Barcelona y posteriormente viajó a París donde conoció en el Colegio de España (1957-1959) a jóvenes artistas como él y, entre ellos, estableció una importante amistad con el pintor de Rubielos de Mora, Salvador Victoria.
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Con Aurelia. Londres 1959 (© Archivo Edo) |
En el año cincuenta y nueve participó en dos exposiciones colectivas y conoció a Aurelia Pérez, su compañera de toda la vida, quien desde el año setenta regentaría la librería Arrels, en el número 14 de la calle Ferrán, cerca de las Ramblas, todo un referente cultural en
la Barcelona de la transición.
A su regreso de París, se estableció en
la Ciudad Condal. Al poco de su llegada, sus relaciones con la izquierda intelectual próxima al P.S.U.C (llegó a militar, pero abandonó el partido algunos años más tarde para prácticar su particular anarquismo vital), le llevaron a la cárcel de Carabanchel, donde conoció las celdas de aislamiento y protagonizó una huelga de hambre. Tras nueve meses de prisión, salió a la calle, pero se encontraba sin trabajo -es su mujer la que trabaja-, por lo que, sin otra cosa que hacer, se dedicó por completo a su pintura, iniciando de esta forma una larga y fructífera etapa creativa, sin que esa intensa pero callada labor trascendiera apenas a los circuitos habituales del arte. Una dilatada tarea que, contemplada ahora y a juicio de los expertos, permite valorar su obra como una de las más relevantes y coherentes en la línea del informalismo y la abstracción en España. Su pintura es, como él mismo confiesa, “un reflejo emocional”, su obra no esconde mensaje alguno, sino que cada cuadro expresa la “sensación particular” que experimentaba al lanzar determinados colores sobre el lienzo, unos tonos que elegía “dependiendo” de su estado de ánimo.
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s.t. 1957 (© Museo de Teruel)
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s.t. 1964 (© Museo de Teruel) |
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s.t. 1964 (© Museo de Teruel) |
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s.t. 1965 (© Museo de Teruel) |
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1964-1966 (© Museo de Teruel) |
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