CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

domingo, 20 de mayo de 2012

ALFONSO ZAPATER. EL ETERNO APRENDIZ (IV). TORERO.

           Yo quiero ser torero o la reencarnación de Manolete.
Coincidiendo con la muerte de Manolete en 1947, Alfonso Zapater cayó enfermo de pulmonía (fue el primero en el pueblo en recibir inyecciones de penicilina), en su larga convalecencia comenzaron a consolidarse sus inquietudes futuras, como reconoce en una entrevista en el año 2006 a su compañero del Heraldo, Juan Dominguez Lasierra: “Padecí de niño una pulmonía y tuve que guardar cama mucho tiempo. Allí, en aquella cama, se fraguó todo: los toros, la literatura, el teatro, el periodismo.” El médico le regaló un libro sobre toros y leyó durante su convalecencia todo lo que se escribió sobre el diestro, por lo que llegó, según relata, a convencerse de que el matador se había reencarnado en él. Su decisión estaba tomada: iba a ser torero. Así comenzó a prepararse recibiendo clases de toreo de salón y visitando diferentes tentaderos por toda la geografía nacional.
A los 17 años se vistió el traje de luces y debutó como novillero en la plaza de toros de Orduña (Vizcaya), luego en Graus, junto a Braulio Lausín –el hijo del famoso torero aragonés en cuya biografía colaboraría activamente Alfonso Zapater casi cincuenta años más tarde, Braulio Lausín, “gitanillo de Ricla”. Un león en los ruedos (Zaragoza, Diputación Provincial, 1998)- y José Luis Alaiza, le siguieron Albalate, Híjar, Alcañiz, Barcelona, Valladolid, Castellón, Cáceres, Plasencia, Trujillo, etc., en suma, más de treinta novilladas compartiendo cartel con figuras reconocidas y relacionándose con nombres del toreo nacional de primera fila, llegando a ser amigo íntimo de Paco Camino o de Luis Miguel Dominguín y de su familia, en especial de su hermana Carmen, a la que acompañaba al cine con frecuencia.
            Fruto de esta experiencia torera y de su afición por los toros fue la que quizá aún hoy en día siga siendo la obra más completa sobre este mundo en Aragón, nos referimos a los tres volúmenes de Tauromaquia aragonesa (Zaragoza, Urusaragon, 1998), con más de 600 protagonistas presentes en sus páginas.

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