NARRADOR.
Las palmeras de cartón (1948).
El editor Tomás Seral y Casas le pidió para su
colección “El lagarto al sol” una novela, Mingote recuperó un borrador que
había comenzado a escribir hacía algunos años y lo concluyó en pocos meses.
En 1969 el profesor Entrambasaguas la seleccionó,
junto con Nada, de Carmen Laforet,
primer premio Nadal de la historia, y Los hijos de los muertos, de Ana María
Matute, premio Nacional de Literatura, como una de las mejores del segundo
lustro de la década de los cincuenta. Se trata de un texto muy visual, un
prodigio de hermosa sencillez narrativa (elude todo tipo de digresiones y lo
accesorio, todo se explica atendiendo a los elementos esenciales, igual que en
un dibujo), donde se combinan en dosis exactas el humor, la poesía y el
simbolismo, para construir una fábula de amor maravillosa. La protagonista, Isla,
representa el mundo poético, y está cortada con el patrón de las mujeres del
mejor Mihura o Jardiel, diametralmente opuesto al de Luisa, la novia oficial de
Froilán, el protagonista masculino, mucho más convencional y vulgar. La novela
sorprende continuamente al lector con hechos inesperados que desembocan en una
última vuelta de tuerca de su ingenioso final, todo ello aderezado con agudas
frases, greguerías al gusto de su admirado Ramón, el clima misterioso tan
propio de su no menos considerado Fernández Flórez, y la inclusión de varios
relatos intercalados al uso cervantino.
La segunda edición,
publicada por la editorial Cremades, en 1958, incluye una selección antológica
de varios relatos breves como “La última aventura de Tarzán”, “La señorita
guapa y el ladrón”, “Caramba” y “El velocípedo del señor Jacinto”. También fue
adaptada con éxito para Televisión Española en 1977, con Veronica Forqué, Juan
Diego y Manuel Alexandre en los principales papeles.
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