HUMORISTA
GRÁFICO
Como humorista gráfico, Mingote vio compendiada su
obra en abundantes antologías editadas por Prensa Española desde 1956 hasta
1970. Más tarde, bajo el sello Myr hasta 1978. Otros como PPC, El Jueves,
Afanias, Edaf o la
Fundación General de la Universidad de Alcalá han
publicado antologías con dibujos suyos durante los años ochenta y noventa. Finalmente,
Ediciones B recogió desde 2006 parte de su obra en una colección de libros
titulada A. Mingote ( Señoras
y señoritas, Ricos y pobres, El toro y el balón, Justos e injustos, El pueblo y
La ciudad). Su obra es ingente,
imposible de estudiar en un trabajo como el presente, por eso tan sólo nos
detendremos en aquellos hitos a nuestro juicio más destacados de su labor como humorista.
En líneas generales, los estudiosos de su obra
distinguen en ella tres épocas: de 1945 a 1960, su etapa en La
Codorniz ; de 1960 a 1980, su grafismo se
hace más depurado y estilizado; de 1980 hasta el final, en la que predomina una
marcada tendencia al cubismo. De alguna manera, por su longevidad vital y
profesional, se le puede considerar como el eslabón de enganche entre los
humoristas de la primera mitad del siglo XX –Xauradó, K-Hito, Tono, Mihura,
Gila, entre otros- con los actuales –Forges, Gallego y Rey, El Roto, Peridis,
etc.-, convirtiéndose así en una figura central, esencial para entender el
humorismo gráfico español del siglo XX y principios del XXI.
Junto al Mingote fedatario de la realidad más próxima
e inmediata, política o social (quizá su libro más significativo a este aspecto
de su producción sea Desarrollándonos,1974),
nos encontramos a un Mingote metafísico, que reflexiona sobre la condición
humana en sus diferentes aspectos en obras como Historia de la gente (1955), una visión de la estupidez humana históricamente
documentada, o Historia del traje (1963),
donde analiza la evolución de la vestimenta y los apuros del hombre y la mujer
para tapar su desnudez desde nuestros primeros padres, pero su libro más
profundo y personal es Hombre solo (1970),
una obra absolutamente genial en la que presenta la radical soledad del hombre
con ironía, sarcasmo y grandes dosis de ternura. El mismo la reconoció como su “favorita.
Lo que no significa que sea la mejor. Pero quien sabe eso. De cualquier modo
estos son los dibujos por los que, si alguien tiene la ocurrencia de ocuparse
de ellos, prefiero ser juzgado.”
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