Por su hermosura se le compara constantemente con un ángel: "Tan galano estaba, tanta era su hermosura... que ni Geminita era Geminita, sino el ángel del amor" "Su apacibilidad, su juventud, su hermosísimo rostro... ¿Qué le faltaba a este mozo para ser un ángel?"
Nuestro héroe cautiva y enamora mujeres con extrema facilidad, pero no es su belleza la causa de tal prodigio, es algo situado más allá de lo meramente físico, es una especie de magia o encanto. Todas las mujeres que tratan con él, lo aman desde el primer momento, su amor perdura a lo largo de su vida, es imperecedero, aun a sabiendas de que nunca serán correspondidas como ellas quisieran.
Pedro Saputo tiene el tópico de la "nobleza de alma" o "nobleza de espíritu", tan abundante en los clásicos y luego en la literatura medieval. En nuestra novela es algo más que un tópico, es toda una filosofía que anima e impregna de contenido no sólo al protagonista principal, sino a toda la obra. Se trata de una actitud filosófica muy próxima a la idea moral del humanismo, por la que la dignidad humana se basa en "la virtud racionalmente autónoma, independiente de fama, casta y linaje", en palabras de Américo Castro, relativas al humanismo de Cervantes, "cada uno es hijo de sus obras", y que se encuentran recogidas en el siguiente texto de nuestra novela: "Para nada, pues, necesitaba a su padre ni de su apellido... parece que la suerte quiso mostrar en él que los hombres que nacen de su cuenta no deben procurar ser hijos sino de sí mismos, de su aplicación y de sus obras"
El siglo XVIII hereda este ideal humano y lo recrea en la figura del "hombre de bien", dibujada en su perfil general por nuestro autor en un párrafo tan significativo como este: "... sólo puede ser verdadera y constantemente libre, el hombre justo y animoso, el hombre de bien y sereno, el hombre de conciencia clara y pura que nada teme, sobre todo si se contenta con su suerte, y no le trae inquieto y desvelado la ambición, la codicia u otra pasión lanzada a sus viciosos términos"
Foz intenta plasmar mediante su protagonista no un filósofo reflexivo, sino un hombre de acción y de progeso; su héroe no sólo conjuga talento y corazón, va más allá, los pone al servicio de la sociedad y trasciende el concepto de filósofo que goza de esas virtudes viviendo en el retiro y la soledad, para pasar a convertirse, al ponerlas a disposición de la comunidad, en un auténtico "hombre de bien".
Pese a la sarta de aventuras que le ocurren al personaje y de la utilización de disfraces: sastre, médico, estudiante, monja, etc., este no pierde en ningún momento su identidad, su talla moral, sus virtudes permanecen imprimiendo a sus actos un sello personal, inconfundible, tarde o temprano revelará la identidad y la categoría humana de su creador.
En los dos últimos capítulos, se resume el carácter del héroe desaparecido, y mediante una serie de aforismos se intenta compendiar la esencia de las críticas más importantes expuestas a lo largo de la obra. De Pedro Saputo se dice que "no hubo hombre en su tiempo ni después se ha conocido que le igualase en agudeza, en talento, en discreción", siendo su verdadera gloria y ciencia la virtud y la bondad de sus acciones: "recibió algunas ofensas, y no vengó ninguna, dándole siempre venganza a su tiempo los mismos que le ofendieron, porque su virtud y la estimación pública, y sobre todo su generosidad, confundían muy pronto a sus amigos" Texto que nos recuerda el miles christianus presente en el Demócrates de Fray Francisco de Vitoria.
La familia -especialmente el amor hacia su madre- "vos me cuidáis y yo crezco y me hago hombre para daros honra y ampararos y manteneros", "los hijos son el consuelo de sus padres", "Porque os hago saber que en mi corazón hay dos grandes amores, el de mi buena madre y el vuestro..."; la amistad (en el convento y en la tuna), y el servicio a la comunidad y a la patria constituyen sus máximas aspiraciones, "porque si felicidad hay en este mundo, es la conciencia de los beneficios que se hacen"; supera lo personal y no es suficiente para él cumplir sus propios deberes, sino que debe ponerse al servicio de los demás (el libro tercero es una buena prueba de lo expuesto).
Pedro Saputo desaparece, pero queda su fama como estímulo perenne de una vida ejemplar que debe servir de modelo para todos aquellos que quieren vivir conforme a la virtud y a la "hombría de bien".
Posee atributos superiores al resto de los nacidos, constantemente se nos recuerda esta supremacía, sin embargo, sus acciones son siempre moderadas, configurando un carácter, una personalidad atemperada que en todo momento logra una perfecta convivencia con el resto de personajes.
La familia -especialmente el amor hacia su madre- "vos me cuidáis y yo crezco y me hago hombre para daros honra y ampararos y manteneros", "los hijos son el consuelo de sus padres", "Porque os hago saber que en mi corazón hay dos grandes amores, el de mi buena madre y el vuestro..."; la amistad (en el convento y en la tuna), y el servicio a la comunidad y a la patria constituyen sus máximas aspiraciones, "porque si felicidad hay en este mundo, es la conciencia de los beneficios que se hacen"; supera lo personal y no es suficiente para él cumplir sus propios deberes, sino que debe ponerse al servicio de los demás (el libro tercero es una buena prueba de lo expuesto).
Pedro Saputo desaparece, pero queda su fama como estímulo perenne de una vida ejemplar que debe servir de modelo para todos aquellos que quieren vivir conforme a la virtud y a la "hombría de bien".
Posee atributos superiores al resto de los nacidos, constantemente se nos recuerda esta supremacía, sin embargo, sus acciones son siempre moderadas, configurando un carácter, una personalidad atemperada que en todo momento logra una perfecta convivencia con el resto de personajes.
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