Si exceptuamos la película del francés Raymond Rouleau, Les Amants de Teruel, nunca se les ha dedicado a nuestros Amantes una gran película, y su historia se ha diluido en intentos frustrados de llevarla al cine. Rastrear su huella en la cinematografía nacional así nos lo confirma.
En 1912, Ricardo Baños realiza para la Hispano Films Los Amantes de Teruel, un cortometraje basado en el drama de Juan Eugenio Hartzenbusch.
Habrá que esperar hasta 1958 para encontrar una segunda referencia fílmica relacionada con nuestra historia de amor. Ese año, el británico realizador Michael Powell rueda Luna de miel (Honey moon), una coproducción hispano-inglesa (Cesáreo González y Everdene Limited), basada en un guión original del singular actor y ocasional guionista, Luis Escobar, con el que colabora el propio director. La película pretende mostrar los encantos de las tierras de España con fines turísticos, de esta forma presenta una delirante fantasía cuya acción se condensa en una débil trama: un matrimonio inglés pasa su luna de miel en España visitando los lugares más atractivos del país hasta que la joven recién casada, papel representado por la actriz y bailarina rusa Ludmila Tcherina, se enamora del bailarín español Antonio, surgiendo entre ellos un amor imposible. Como se puede observar, se trata de un pretexto temático para exaltar y enaltecer el baile español, los monumentos y los paisajes patrios, todo ello construido sobre la música de Manuel de Falla (“El amor brujo”, según el libro de Gregorio Martínez Sierra y coreografía de Antonio) y Mikis Theodorakis, quien compone el leit-motiv de la película (después sería interpretado por cantantes de la talla de Gloria Lasso o Marino Marini) y la música para una larga secuencia final en la que tiene lugar la dramática coreografía, debida a Leonide Massine, en la que se describen los amores imposibles de Isabel de Segura (Ludmila) y Diego de Marcilla (Antonio). Como se constata en una carta dirigida a la Diputación Provincial de Teruel por el todopoderoso productor del momento, Cesáreo González, en abril de 1958, algunas escenas de la película se rodaron en “varias carreteras y lugares de la provincia de Teruel”, razón por la cual solicitaba los oportunos permisos y ciertas facilidades de las autoridades provinciales, si bien es verdad que la comentada danza final tiene lugar en un Teruel imaginario de cartón piedra.
Como señala Javier Aguirre , "tan satisfecho quedó Theodorakis de esta música [se refiere a la de Luna de miel], que al año siguiente compuso un ballet sobre el tema. Se iba a titular Isa, pero acabó llamándose Les Amants de Teruel. Se estrenó en el teatro Sarah Bernardt (hoy Thêatre de la Ville ) en París con rotundo éxito, también con la Tcherina como primera actriz. A la vista de la repercusión del espectáculo, el director de escena Raymond Rouleau decidió hacer una película argumental sobre el tema”.
Efectivamente, en 1962, el realizador belga Raymond Rouleau filma una adaptación muy libre y actualizada de la historia de amor turolense, interpretada en sus papeles principales por Ludmila Tcherina, René-Louis Laffargue y el bailarín checo Mirko Sparemblek, con Claude Renoir –hijo del mítico Jean Renoir- como director de fotografía. El resultado es un original musical de intenso dramatismo, surrealista y simbólico, en el que se recurre al especular juego barroco del teatro dentro del teatro, del sueño dentro de la ficción. Así, de esta forma, una troupe de artistas callejeros representan en la ficción la trágica historia de amor de los Amantes de Teruel que ellos viven también en la vida real. Como nos descubre el citado Javier Aguirre, dos temas de la película fueron interpretados y grabados por Edith Piaf en los últimos años de su carrera.
El film alcanzó un notable éxito en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, mientras que en España pasó prácticamente desapercibido; sin embargo, en nuestra ciudad sí se tuvo noticia de su realización y, dada la mentalidad de la época, la onírica adaptación de Rouleau causó cierto malestar, como se recoge en las siguientes declaraciones del periodista y realizador turolense Clemente Pamplona, quien al ser preguntado por el proceso de filmación de la película francesa contesta: “Lo conocía y puse en antecedentes a nuestro Ayuntamiento. Supe de él cuando todavía era simple proyecto. Y con más extensión cuando la película estaba filmada y a punto de estreno. Lo mismo con anterioridad, protesté contra una película, esta vez española, en la que se desfiguraba la historia de nuestros Amantes con tan mala sombra como lo han hecho los franceses, hablo de Luna de miel". La apreciación de Clemente Pamplona responde a los gustos cinematográficos impuestos en la España franquista, poco proclives a asumir una lectura distinta de la histórica de cartón piedra tan del cine español del momento, absolutamente distante de la visión surrealista y onírica planteada por Roleau, cuya película, a nuestro juicio, es excelente.
En este orden de cosas, debemos significar que el citado director turolense y el prestigioso guionista de Mora de Rubielos, Jaime García Herranz, habían trabajado durante más de dos meses, a principios de los años cincuenta, en la elaboración de un guión sobre la historia de los Amantes de Teruel. Una vez escrito, visitaron a Navascués, a la sazón presidente de los importantes estudios Chamartín, quien, aunque manifestó su deseo de producirlo (se llegó, incluso, a pensar como posible director del film en Ladislao Vajda), no llegó a hacerlo al cruzarse en su camino Marcelino, pan y vino (1954), el éxito más clamoroso de sus estudios.
En esta línea de proyectos truncados, debemos señalar la del guionista valenciano Ricardo Blasco Laguna, quien en una entrevista publicada en Triunfo (1-06-1950) reconoce estar trabajando en un proyecto sólido sobre los Amantes de Teruel y dice textualmente: “No me gusta hablar hasta que puedo decir algo concreto. Ahora hay ese algo concreto. Voy a llevar al cine a don Juan Diego Martínez Garcés de Marsilla y a doña Isabel de Segura…” Desconocemos las razones, pero tampoco se llevó a efecto.
Todavía en 1962 alberga Clemente Pamplona la esperanza de ver materializado para la pantalla grande su proyecto, como demuestran las siguientes explicaciones: “Las distintas productoras con las que he trabajado no se sintieron con fuerzas económicas suficientes para acometer la película. He hecho algunas gestiones en el extranjero, estuve a punto de ligar una coproducción con la Titanus , de Roma, la empresa más poderosa del cine italiano, pero con tan mala fortuna que por aquellas fechas comenzaba Castellani su Romeo y Julieta y la Titanus estimó, no sin razón, que no era conveniente lanzar dos títulos con tema, sino igual, sí en la misma línea argumental” Continúa exponiendo su intención de rodar el proyecto con el productor Ángel Santacruz y manifiesta que “la película es cara, tiene un presupuesto de 20 millones de pts. Nuestras fuerzas económicas no llegan, ni mucho menos a esas cifras. Intentaremos conseguir un par de aportaciones extranjeras…” Parece ser que nunca se lograron.
En 1963, José Luis Pomarón filma para Moncayo Films un documental turístico histórico artístico de once minutos de duración dedicado a la obra del escultor Juan de Ávalos titulado Teruel la ciudad de los amantes (Teruel, ciudad de los amantes).
En 1989, el realizador Víctor Lope rueda el cortometraje experimental Amante de Teruel, que según confiesa el propio Lope tiene poco que ver con la tradición amantista, simplemente trata de “alguien que ama a Teruel y que mantiene una especie de soliloquio, donde no hay música, sólo hay algunas pequeños efectos sonoros sobre una colección de imágenes que había ido seleccionando de toda la provincia" .
Como se observa, nuestra historia de amor y sus protagonistas siguen esperando su gran película. Nosotros la vemos en dibujos animados, en una superproducción al estilo Walt Disney.´
La historia en fotografía la ha escrito DIEGO HERNÁNDEZ Y FUNDACIÓN BODAS DE ISABEL
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