En 1933 interpretó junto al dramaturgo Enrique Jardiel Poncela y Santiago Ontañón Falso noticiario, un alocado guión de Edgar Neville, dirigido por el mismo y producido por José Ignacio Valdeiglesias, Marqués de las Marismas del Guadalquivir, en el que parodiaba, anticipando el absurdo en el teatro y el cine, los films de la época. Así, entre otras "noticias", asistimos a un entierro en el que los enlutados participantes se despiden del finado entonando zarzueleras melodías, a la inauguración de unos mingitorios ante la digna presencia de las severas autoridades locales, a la celebración de la fiesta de la flor a cargo de unas señoritas postulantes cuya vehemencia hace huir incluso a las figuras de un conjunto escultórico, al imprevisible reparto de premios en un colegio municipal de niños sordomudos, etc.[1]
Poco después inició un periplo formativo por diferentes países europeos que la llevó a estudiar pintura, literatura y canto en ciudades como París, Berlín, Viena , Roma o Portugal (seguramente ya como compañera del escritor Eugenio Montes, quien durante los años treinta ejerció como corresponsal en diferentes capitales europeas para los periódicos ABC y El Debate).
La guerra civil.
Ya en España, durante la guerra civil formó parte de las compañías de Carmen Díaz y de la de Niní Montián y Rafael Rivelles, compartiendo cartel en las giras con actores como María Paz Molinero, Matilde Muñoz Sampedro, Rafael Bardem, Manuel Luna, Manuel Morán, Blanca de Silos, Carlos Muñoz, José María Seoane, Vicente Soler, Joaquín Roa y el joven Luis Prendes, muchos de los cuales, pocos años después, se consagrarían como figuras del cine español de posguerra. Hacia finales de 1938 participó en la fundación de la Compañía Nacional (también conocida como Teatro Nacional de Falange) creada por Dionisio Ridruejo y con Luis Escobar como director. El debut fue en Segovia, el día del Corpus, con El hospital de los locos, de Valdivieso. La compañía viajaría por la España franquista con obras como La verdad sospechosa, La vida es sueño, La cena del rey Baltasar, etc. De igual forma, participó en la locución de La vida es sueño emitida por Radio Nacional de España en enero de 1939.
Autora teatral
El 3 de mayo de 1946 estrenó en el madrileño Teatro Lara su obra titulada Hombre en tres espejos, en la que actuó también como actriz y de cuya interpretación la crítica dijo que "matizó con admirable naturalidad y elegancia uno de los personajes" (se trataba concretamente del segundo papel femenino, una mujer fría y calculadora. El papel protagonista lo interpretó con solvencia Ana Mariscal, y la tercera mujer fue Paquita Vives); sin embargo, los comentarios no fueron tan favorables en lo concerniente a la calidad de su comedia dramática, a la que se tildó de excesivamente intelectual, de no conjugar convenientemente sus intenciones con el desarrollo teatral de la idea y por ello inducir a la confusión y al desconcierto en el público. Lo cierto es que la obra de Natividad Zaro planteaba bajo la atractiva estructura de una comedia policíaca el metafísico y unamuniano-pirandeliano tema de la personalidad: la visión que de un hombre, supuestamente asesinado, tienen tres mujeres. La propia autora así lo confesaba en una entrevista concedida al diario ABC el día del estreno: "Muchas veces en el Prado, ante "Las Meninas", sentí el mágico encanto de ese espejito en que el cuadro se refleja para ganar conciencia pensativa y, a un tiempo, intimidad y perspectiva [...] Un epigrama inglés enseña que el Pedro de Juan a quien habla Juan es el Pedro de Juan, y el Juan a quien responde Pedro es el Juan de Pedro. Confieso mis musas. Esas tardes del Prado y ese gracioso trabalenguas me sugirieron la comedia que hoy aventuro al público, con la ilusión de que le interese mirarse de soslayo en los tres espejos por los que pasa...". En suma, se trataba de una comedia dramática de corte filosófico, con un diálogo sencillo y sin concesiones a las exigencias escénicas, cuya acción, lejos de presentarse en el ámbito de lo simbólico -como cabía esperar de una obra primordialmente introspectiva-, se inscribía en el más puro realismo, de forma que la historia no queda del todo clara para el espectador según señaló la crítica del momento.
Este relativo fracaso de su obra parece que la llevó a replantearse sus pretensiones como autora dramática y, en una primera reconversión pragmática de su trayectoria profesional, pasó a poner su trabajo, talento creativo y dinero al servicio del cine. Si bien es verdad que Natividad Zaro nunca abandonó por completo su actividad teatral (escribió alguna obra más, como la que se representó en Roma, titulada Jugando a los fantasmas) y continuó ligada a este medio como traductora y adaptadora de obras de escritores extranjeros como Edward Albee (Todo en el jardín), Joe Orton (El realquilado), Eduardo de Filippo (Ciao, Antonio Barracano), Sam Locke (La mujer del cabello rojo), etc. De igual forma, adaptó algunos títulos para la televisión, es el caso de La ciudad muerta, de Gabriel D’Anunzio o La profesión de la señora Warren, de George Bernard Shaw, realizada por Pilar Miró.
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