Amanecer en Puerta Oscura, basada en el mejor argumento de nuestra autora, supuso la consagración como realizador del cineasta aragonés José María Forqué al conseguir el Oso de Plata en el Festival de Berlín y obtener una buena acogida de público. Desafortunadamente algunos sectores de la crítica tildaron la película de "españolada", probablemente porque ahonda en la recia tradición del bandolerismo español que Vajda iniciara para el cine en 1953 con Carne de horca, perfilando una línea de "western" a la española que desgraciadamente apenas gozó de continuidad, salvo en contadas excepciones, como la citada de Forqué, la de Isasmendi con Sentencia contra una mujer (1960) y la de Saura en Llanto por un bandido (1963).
Amanecer en Puerta Oscura es un relato híbrido en la que se mezcla con mano maestra el cine testimonial, realista y de denuncia social de su arranque, con el "western" de bandoleros y la sucesión de desgracias e infortunios propias del romance de ciegos de su desarrollo, para alcanzar, bordeando en algunos momentos el melodrama, el auto de fe religioso en un final memorable, demasiado, a decir de la crítica, redentorista, pero de indudable impacto visual.
Al comentar la gestación de esta película, Forqué le comentó a Florentino Soria: “A Natividad Zaro yo la llamaba la “Modesty Blaise española, porque era muy emprendedora y se le ocurrían las cosas más insólitas. Me propuso una idea suya y que fue el esquema argumental de Amanecer en Puerta Oscura: acepté encantado y solicité que Alfonso Sastre, amigo de siempre y gran escritor, colaborase conmigo en el desarrollo de la historia…”[1]
Como se deduce de la cita anterior, el asunto de la película, guionizador por nuestra escritora, Alfonso Sastre y el mismo Forqué, se inspira en una tradición auténtica de la Semana Santa malagueña, en cuyo Miércoles de Pasión un condenado a muerte deberá ser indultado por la justicia de Dios, según Real Ordenanza de Carlos III. Así, los tres protagonistas (Francisco Rabal, Luis Peña y Alberto Farnesse), cada uno de ellos autor de una muerte en circunstancias distintas, huyen a la Sierra, para finalmente ser capturados y juzgados, primero por los hombres y luego, por Dios, en una escena final de gran dramatismo en la que Nuestro Padre Jesús el Rico deberá señalar con su mano –según el viejo rito-, a aquel que será indultado entre las tres penados que se hallan en el patíbulo, al pie de las horcas. Un final impactante como hemos señalado, de gran fuerza dramática, debido a Paco Madrid –hijo del torero malagueño del mismo nombre y gerente de la productora de Natividad-, quien les propuso la idea de utilizar la tradición de liberar a un preso en la Semana Santa de una localidad andaluza. La propia Natividad asumió la idea y ella misma en persona convenció a la cofradía de la conveniencia de montar una procesión expresamente para la película.
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