Tras el fracaso comercial de Surcos, se dedicó como productora a colaborar con otras empresas y a la coproducción internacional, buscando películas comerciales y rentables, pero sin desdeñar la calidad cinematográfica. Entre 1951 y 1961, fueron doce los trabajos de Atenea Films, es decir, su producción alcanza una media de poco más de una película por año, entre las cuales destaca por su calidad y extrañeza su colaboración en el excelente filme de José María Forqué, Amanecer en Puerta Oscura (1957), si bien podemos afirmar que su productora se había instalado definitivamente en el cine de subgéneros que eclosionó en la España de finales de los cincuenta y alcanzó su máximo apogeo en la década de los sesenta con la apertura de Fraga Iribarne. Su filmografía se centró fundamentalmente en las películas "de romanos" y en algunas incursiones esporádicas en el chorizo-spaghetti-western, el musical español, el subterror hispano y las de espadachines.
De esta forma, en 1952, Henri Decoin rueda la coproducción italo-hispano-francesa, El tirano de Toledo, basada en uno de los mejores relatos de Stendhal, Le doffre et le revenant y que en su versión española fue producida por Atenea Films, adaptada por Natividad y dirigida por el también aragonés, Fernando Palacios.
Dos años más tarde, junto con otros cuatro guionistas, preparó la continuidad de Para siempre, clásico melodrama al gusto azteca realizado por Tito Davison, en el que se narraba la escisión sentimental de un joven mejicano, felizmente casado en su país, durante un viaje profesional a España, en el que se enamora apasionadamente de una joven.
También en 1955 Atenea Films se embarcó en una nueva producción con Méjico y Chile en la realización del film, Cabo de Hornos, con el director ya citado Tito Davison e interpretada por Silvia Pinal y Jorge Mistral, con la audaz novedad de ambientar parte de su historia en la Antártida, localizaciones que la propia Natividad visitó personalmente.
En 1956 escribió y produjo el argumento de Dos novias para un torero, dirigida por Antonio Román, quien fue también el guionista junto con José Luis Codina. Se trata de una comedia musical puesta al servicio de Paquita Rico y del torero mejicano Manuel Capetillo que conjugaba en su desarrollo elementos folclóricos tanto españoles como mejicanos, argucia frecuente en la época, cuya finalidad no era otra que la de facilitar la exhibición de la película en ambos países.
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