Se trata de una miscelánea poética de corte popular en la que se mezclan los versos de arte menor -octosílabos y hexasílabos- con los de arte mayor -endecasílabos y alejandrinos-. Prefiere la rima asonante a la consonante y, sobre todo, los versos sueltos y los libres. Estróficamente cabe destacar la presencia de varios romances y algún soneto.
En líneas generales, presenta un estilo poético poco personal sobre el que gravitan multitud de influencias, especialmente las de las composiciones más populares de Lorca, Machado o Lope; sin embargo, ya se anticipan evidentes aciertos que posteriormente desarrollará con mayor interés y calidad.
El poemario se abre con una breve composición titulada "Camino...", que remite al título general y que confiere unidad temática al conjunto de poemas: la necesidad de romper con el silencio que atenaza al poeta, aludido en los poemas iniciales -"Las palabras...", "La imagen de un absurdo", "Mis poemas", "No me da la pena el viento"- y que le impide denunciar la violencia pasada -"Doce fusilados"- y presente -"Una M...-, la existencia de dos Españas -"El adagio de Antonio Machado"- o el dolor de los que viven el exilio interior del silencio -"Quizá llegará...", "Con la mirada hundida en el pasado"-. Yuste Moreno tiene necesidad de abrir una vía comunicativa con la sociedad y ésta la encuentra en la poesía, mediante la cual expresa su vacío y su dudas existenciales -"Hombre de hoy", "Señor, ¿porqué (sic)?", "Sin nada en el alma"-, sus recuerdos, sus experiencias vitales, etc. Recorrido el camino, quedan las huellas y el dolor del tránsito, el libro se cierra circularmente con "La huella de mi silencio".
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