Miguel Buñuel como actor de Ceremonia sangrienta (1973) de Jorge Grau. |
EL HOMBRE
Miguel Buñuel gustaba de describirse a sí mismo en algunas de sus obras caracterizando con su físico, también con su personalidad, a algún personaje; así, en su guión de cine inédito titulado Novísima Edad Media, su protagonista, Michael Kjolas –el propio Buñuel– se retrata de la siguiente manera: “Era un hombre de cincuenta años, alto y de complexión atlética, calvo, con largas melenas grises enredadas en una espesa, poblada y alborotada barba entrecana y espesas cejas enmarcando unos ojos caídos, acuosos, brillantes, siempre de par en par abiertos, sin el menor parpadeo...” (p. 6).
José María Sánchez Silva quedó impresionado por la profundidad de su mirada: “Mi visitante hablaba despacio y pronunciaba con sorda fatiga las palabras. El arco de una calva frontal incipiente despejaba por arriba la espesura de sus cejas; debajo, los ojos profundos y ávidos desmentían, en cierto modo, las palabras arrastradas y difíciles”.
Por su parte, Manuel Estevan, recuerda su voz: “Miguel era grandote, bonachón, con voz de sordina que jamás subía de tono”. En resumen, y según los testimonios, Miguel era voz de sordina y ojos profundos: mirada y voz.
Por su parte, Manuel Estevan, recuerda su voz: “Miguel era grandote, bonachón, con voz de sordina que jamás subía de tono”. En resumen, y según los testimonios, Miguel era voz de sordina y ojos profundos: mirada y voz.
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