CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

viernes, 21 de marzo de 2014

ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE. DIEZ INSTANTÁNEAS (VIII)



“Fervor en crisis permanente”


            Desde su infancia, Eloy confiesa su fascinación por lo religioso: ejerció de monaguillo en sus veranos de Alloza, una de sus asignaturas preferidas era la Historia Sagrada y declara haber tenido un cierto deseo de alcanzar la santidad y sentirse atraído por la “parafernalia sacerdotal: los hábitos, las formas de hablar y gesticular, a pesar de lo estereotipadas y con frecuencia amaneradas, la liturgia en trance de cambio, la consideración social y reverencia que acompañaban por lo general al sacerdote.” De hecho, perteneció durante bastantes años a la Juventud Estudiante Católica, realizando los correspondientes Cursillos de Cristiandad, en Alcañiz, en Los Pueyos, en Milagro (Navarra), etc.; trabajó, como hemos visto, desde 1960 hasta 1964 para dos medios de clara orientación cristiana: Radio Popular y la revista El Pilar, donde entre otras muchas colaboraciones destacan sus artículos sobre el Concilio Vaticano II o los relativos a las encíclicas Mater et Magistra y Pacem in Terris, o sus entrevistas a toda la jerarquía eclesiástica. A pesar de todo, vivía la religión en perpetuo conflicto interior, de forma un tanto atormentada, quizá por eso, y no sin cierta ayuda de su padre, se resistió a ser escolapio, para frustración de su madre, a quien le hubiera gustado que fuera sacerdote. Con la perspectiva de los años, reconoce que tomar esa decisión hubiera sido “un completo desastre”.
            La crisis estudiantil vivida en  primera persona en 1965 supuso una evolución ideológica, hasta ese momento de signo democristiano de izquierdas, para primero asentarse en el socialcristianismo y poco después en el socialismo, sin importarle las siglas.
            Durante sus años en Teruel, mantuvo su vinculación con la cara más progresista de la Iglesia católica, pero sus dudas se acrecentaron y con ellas un paulatino pero inexorable alejamiento, que al instalarse definitivamente en Zaragoza, derivaría en un inevitable y completo agnosticismo.

            Como hemos anticipado, Eloy volverá sobre esta faceta de su vida en la última entrega de sus memorias, demostrando de esta manera la importancia de la religión en su vida. A ellas remito.

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