CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

viernes, 28 de marzo de 2014

ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE: DIEZ INSTANTÁNEAS (IX)

Tirar con bala


            Me ha resultado tremendamente original y acertada la comparación que realiza el profesor Carlos Forcadell sobre su compañero de trabajo y amigo con la figura de Braulio Foz (1791-1865), un ilustre “bajoaragonés de Fórnoles que fue catedrático y decano en nuestra Universidad, un primer historiador general de Aragón (Eloy habría sido el último), fundador de periódicos (El Eco de Aragón, 1838), escritor de miles de artículos sobre muy diversos temas, político liberal progresista siempre desavenido con sus propios partidos y gobiernos, ocasional candidato electoral por Teruel (1841), y que, en tiempos de transición política, siempre reivindicó con pasión la escala territorial aragonesa así para actuar en presente como para narrar en pasado […]”
            Si la trayectoria vital y profesional de Eloy guarda evidentes paralelismos con la de Braulio Foz, su personalidad responde de alguna manera a la de su mítico personaje de origen popular, Pedro Saputo, pues con él comparte su ansia de saber, su vitalidad y humanismo; como él conjuga talento y corazón puestos al servicio de la sociedad. Es, pues, un hombre de bien, un verdadero sabio que no espera premios ni favores, sí ingratitudes y reveses, siempre íntegro y al servicio de la comunidad, sus críticas y consejos persiguen fines utilitarios –mejorar al hombre-, es decir, su ética es, sobre todo, social. Como dice Foz en su novela: “… sólo puede ser verdadera y constantemente libre, el hombre justo y animoso, el hombre de bien y sereno, el hombre de conciencia clara y pura que nada teme, sobre todo si se contenta con su suerte, y no le trae inquieto y desvelado la ambición, la codicia u otra pasión lanzada a sus viciosos términos.”
En este sentido, voy a reproducir dos simpáticas anécdotas presentes en las Memorias de Eloy, que tienen como protagonista a Manuel Fraga, de alguna forma el responsable último de muchas de sus tribulaciones -primero de aquel expediente consecuencia de la ya comentada polémica carta a Le Monde; después, de los numerosos problemas sufridos como director de Andalán derivados de su célebre Ley de Prensa-, y que en cierto modo dan cuenta de su bonhomía y  fino sentido del humor. La primera tuvo lugar un año después de su encarcelamiento, durante su estancia vacacional en el pueblo gallego de su mujer, Cariño, cuando un vecino y amigo, aprovechando la presencia del entonces vicepresidente segundo del Gobierno, se lo presentó dando lugar a la siguiente conversación:
“-Don Manuel, no sé si se conocen con Eloy Fernández…
-Hombre, ¿qué tal va Andalán?
-Pues… vamos tirando –dije desconcertado por esa buena memoria, aunque la cabecera hubiera ganado justa fama combativa.
-Ya sé, ya sé: con bala –dijo divertidísimo de ponerme en aquel trance, y con gesto amistoso, sin embargo. En ese momento se acercó al grupo mi hija Elena, de seis años, sudorosa tras corretear por el campo, pidiendo agua. Fraga, ni corto ni perezoso, pidió un vaso de agua a una señora cercana, se lo dio a nuestra hija, y ahí quedó todo. ¡Hasta unos días después, en que Luis me hizo llegar de parte de Fraga una fotografía que recogía la escena!”
       La segunda, no menos divertida, ocurrió algunos meses más tarde, se produce en una conversación con el líder socialista catalán, Joan Reventós, durante una comida de coordinación para formar la Federación de Partidos Socialistas:
“-¿Sabéis, supongo, que tenemos muy buenos contactos con Fraga?
            Yo me quedé mudo un momento, totalmente descolocado, pensando con gran susto en lo raro que resultaba que se llevaran bien con el político gallego; menos mal que por una vez no metí la pata y me limité al ilativo:
-Ah, ¿sí?... –No sé si se percató, o pensó que era despiste mío, en todo caso añadió:
-Sí, los del Cinca son gente estupenda. Como la mayoría son de militancia cristiana progresista, han entablado buenas amistades con muchos de los nuestros.”
Resulta evidente que en estas menciones no hay rencor, sí mucho sentido del humor. Su actitud es la de un miles christianus capaz de perdonar. Como dijera el propio Foz de su personaje, “recibió algunas ofensas, y no vengó ninguna, dándole siempre venganza a su tiempo los mismos que le ofendieron, porque su virtud y la estimación pública, y sobre todo su generosidad confundían muy pronto a sus enemigos.”

Menos original resulta decir que Eloy es costista, de hecho, tampoco es exagerado ver en él, como hace su paisano y amigo, Ángel Alcalá, ”la continuación personificada de Costa […]” Resulta lógico que quien ha dedicado tantas horas y esfuerzos al estudio de su obra y persona (le dedicó su tesis de licenciatura y ha publicado hasta la fecha un total de siete libros, una veintena de artículos, varios prólogos, introducciones, etc.) acabe de alguna manera secuestrado por el personaje y asuma sus postulados básicos cifrados en su lema por excelencia, “despensa y escuela”, transformado por Eloy en “escuela y prensa”, pues, a nuestro juicio, por encima de la economía, en él prima sobre todo y ante todo la investigación, la docencia y la divulgación cultural, sin importarle el medio: aula, libro, prensa, radio, televisión, cine, Internet.

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