TEATRO (II)
Tirso
de Molina y su destierro en Estercuel
La
biografía de Tirso de Molina es un enigma, su máxima estudiosa, Blanca de los
Ríos, establece que Gabriel Téllez -este era su nombre verdadero- nació en
Madrid en 1583 y murió en Soria en 1648, profesó en la orden de la Merced de Guadalajara y
tuvo una vida un tanto agitada, con viajes continuos, amenazas y destierros
varios.
Sería en uno de esos
destierros, que tuvo lugar entre 1614 y 1615, en el Monasterio del Olivar de
Estercuel, cuando el mercedario escribiría su drama sobre los Amantes,
seguramente al conocer de primera mano la historia, como también le ocurrió con
su comedia hagiográfica, La Dama del olivar, una historia de bandoleros
y señores tiránicos, cuyo telón de fondo es la milagrosa aparición de la Virgen, en la que encontramos a ese comendador –una
especie de don Juan feudal-, claro precursor de esos otros más populares comendadores
del teatro de Lope y de sus propios burladores, y una venganza colectiva del
pueblo en su final que anticipa con claridad meridiana a la de Fuenteovejuna del Fénix de los ingenios.
Para Esther Borrego, la
obra de Tirso sobre los Amantes supone “la plenitud de la fórmula de la comedia
nueva”, rompe las unidades de lugar (la acción fluctúa entre Teruel y África;
su novedad más destacable es que la ambienta en la toma de la Goleta de Túnez durante el
reinado del emperador Carlos V, a quien Diego –llamado así por primera vez-
rescata en acción heroica y es generosamente recompensado, consiguiendo de esta
forma las riquezas necesarias para volver a su ciudad y casarse con Isabel) y
tiempo (el plazo concedido es de tres años) y añade antes que ningún otro
escritor ese componente de enredo tan propio de la innovación teatral de Lope.
Sin ninguna duda, la obra del mercedario es más ágil y tiene un mayor sentido
dramático que la anterior del valenciano.
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