EL CLUB DE LOS MIÉRCOLES
El club de los miércoles lo forman las fuerzas vivas de Ballydungael, un pequeño municipio rural perteneciente al hermoso condado de Donegal en la Irlanda profunda, donde, como en Miravete de la Sierra (Teruel), nunca pasa nada. El alcalde, su mujer -locutora en una radio local-, el cura, el sargento de policía, una doctora recién llegada al pueblo y la maestra, conocida autora de novelas policíacas, se reúnen las noches de los miércoles para cenar, tomar unas copas, cotillear acerca de los principales acontecimientos ocurridos durante la semana y elucubrar sobre los crímenes imaginarios de la escritora; su pretensión no es otra que la de pasar una agradable velada cada semana para hacer más llevadera su anodina vida. Sin embargo, el lunes 8 de junio de 1992, van a tener un crimen real para esclarecer y a ello se aplicarán a lo largo de las casi doscientas páginas de La mirada del bosque (Sevilla, Paréntesis Editorial), la primera novela del escritor aragonés Chesús Yuste, una historia de intriga y sexo con mucho, mucho humor.
¿Quién mató a la Sra. Donoghue ?, esta será la pregunta fundamental que deberán resolver los miembros del club, o mejor dicho, el sargento de la Garda Síochána (la policía de la República de Irlanda), Eoghan Duffy, con la ayuda de sus amigos. Como en el simpático film de Hitchcock, Pero…¿quién mató a Harry?, la aparente tranquilidad de la pequeña villa en la que transcurre la historia se verá alterada con la aparición del cadáver de Emily, la cartera, una mujer de vida intachable felizmente casada. El lector pronto descubrirá que nada ni nadie en el pueblo es lo que parece. A partir de ese momento, los protagonistas, incluida la víctima, comenzarán a crecer, a evolucionar ante nuestros ojos para convertirse en seres de carne y hueso con pasiones inconfesables, deseos insatisfechos, turbios pasados, etc. En suma, los vicios privados y públicas virtudes propias de las sociedades religiosas y bienpensantes, la auténtica condición humana puesta al descubierto, y es que el género negro es la novela social de nuestro tiempo, un espejo en el que se refleja lo oculto, los mundos subterráneos de una sociedad hipócrita; sin embargo, no esperen digresiones filosóficas profundas, ni sesudas reflexiones, ni pesadas caracterizaciones, los personajes se perfilan por medio de sus palabras, Chesús Yuste se descubre como un verdadero maestro del diálogo y sus breves acotaciones nos describen un rico y esclarecedor lenguaje no verbal –miradas, gestos, sonrisas, etc.- propio de un tan buen observador de la realidad como conocedor del alma humana.
La mirada del bosque es una novela visual -cinematográfica en su discurrir-, con evidentes homenajes al séptimo arte, en especial al cine de John Ford; su magnífica película El hombre tranquilo (quizá también La salida de la luna) gravita sobre toda la narración desde la primera frase -“Era una luminosa mañana de junio”-, hasta recrear por completo esa hilarante secuencia que abre el film de Ford en la que un ingenuo John Wayne pregunta al bajar del tren por dónde se va a Inesfree.
Tampoco esperen grandes descripciones de los hermosos paisajes irlandeses, casi no hay ninguna; sin embargo, las páginas de la novela rezuman Irlanda por todos sus poros, de hecho, en cierto modo, La mirada del bosque es de alguna forma una novela de viajes, pues tiene mucho de retrato de gentes, usos y costumbres hecho con el corazón, desde la admiración por una tierra a la que se ama: es el “pub”, su música y veneración por la cerveza –quizá la descripción más extensa sea la de cómo se debe tirar una buena pinta de cerveza-, la iglesia, la granja, las colinas, los lagos, los bosques… Pero todo dibujado con sutileza, con trazos ligeros, con la levedad, el lirismo, la plasticidad, la ternura y la sinceridad de quien sabe que el verdadero amor por un lugar comienza con la mirada; Irlanda no es un mero decorado, tampoco es un personaje, sino que es los personajes mismos; La mirada del bosque es una novela coral salpicada con los colores de un costumbrismo que impregna su estética con ese espíritu burlón, socarrón y “somarda” de un pueblo combativo, bebedor e irreductible. En ella hay un mucho de canto a sus tradiciones, pero eso no es óbice para que en ocasiones se pueda observar con claridad meridiana un juego de espejos -ciertos guiños cómplices- que relacionan determinados hechos de la narración con situaciones actuales de la realidad aragonesa (a nadie se le escapa que el proyecto New Paradise de la historia, por citar tan sólo un ejemplo de los más evidentes, es trasunto de nuestro todavía non nato megaproyecto de Gran Escala en los Monegros).
Hay quien dice que para escribir una buena novela negra tan solo se precisan dos cosas: tener una historia y contarla bien. La mirada del bosque tiene ambas cosas, pero además participa de ese sentido del humor, de ese antidepresivo tan fascinante que es El hombre tranquilo de John Ford. Disfrútenla con una buena pinta de cerveza irlandesa y aprovechen su lectura para revisar la excelente película del genial Polifemo irlandés.
CHESÚS YUSTE, La mirada del bosque, Sevilla, Paréntesis Editorial, 2010.
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