CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

viernes, 15 de julio de 2011

ANDRÉS MARÍN Y ESTEVAN (1843-1896): ALCALDE DE TERUEL (I)

                                                                                                ELISA MARGARITA VILLAR Y JURADO,  LA VOLPINI.
            Una de las cantantes más brillantes del siglo XIX fue Elisa Margarita Villar y Jurado, más conocida como Volpini, nació en Madrid en 1835, contrajo matrimonio con el afamado tenor Ambrosio Volpini abandonando su incipiente  carrera artística para dedicarse a su familia. Un día, establecidos en Méjico, ante la ausencia de una importante contralto, el teatro en el que actuaba su marido, sin posibilidades para sustituirla, debía proceder a cancelar las representaciones, Elisa, que conocía la partitura, se brindó a cantarla y lo hizo con solvencia. Su marido vio en ella excelentes dotes, por lo que consideró la posibilidad de que volviera a los escenarios y reanudó él mismo su formación. Tras el triunfo en Méjico, actuó también en La Habana y después en los principales teatros de Europa: París, Barcelona, Lisboa, Londres, Viena, Hamburgo, Madrid, Moscú, San Petersburgo,  y un largo etcétera.
            Como hemos visto, Marín y Elisa se conocieron en el debut de la soprano en el Real de Madrid en el año 1865. A partir de ese momento coincidieron en diferentes escenarios internacionales (Moscú, La Habana, Londres, etc.) y tras el fallecimiento del tenor Volpini podemos afirmar sin temor a equivocarnos que eran pareja de hecho y viajaban juntos por todos los teatros de Europa, incluso en el año 1878 barajaron la posibilidad de crear una compañía de ópera italiana estable en Madrid con la Patti, Nicolini y Faure, pero el proyecto, demasiado ambicioso no cuajó.
            En marzo del año 1879, Marín y Elisa se incorporaron a la compañía del Teatro Real en sustitución de Gayarre y la Vitali, para salir de gira por España. Así, en abril actuaron en el Teatro San Fernando de Sevilla, acompañados por Aramburo. Obtuvieron grandes ovaciones en Lucía y Los Puritanos, y nuestro tenor también en El Trovador (si bien algún crítico local censuró su intervención), donde acompañó a la contralto Elena Sanz, en la que quizá fuera una de sus últimas actuaciones –o la última-, pues era la amante de el rey Alfonso XII, de quien tendría su primer hijo al año siguiente. Posteriormente, a finales de año, tras rescindir su contrato con el Real de Madrid, salieron para San Petersburgo contratados por cinco meses, donde, como veíamos, llegaron a ser verdaderos ídolos.
            En abril de 1880 volverían a Buenos Aires. Allí el turolense estrenaría una bella romanza para tenor y orquesta, “Tutto muore”, compuesta expresamente para él por  Francisco A. Hargreaves, compositor bonaerense de ascendencia estadounidense, iniciador de la música autóctona argentina. Su presentación al público se produjo con la ópera Los Puritanos y según el periódico El Porteño, “el éxito fue completamente satisfactorio”, de la Volpini señalaba “que si no la poderosa voz de antes, conserva su admirable habilidad para manejarla, logró grandes aplausos y calurosas ovaciones en la polaca del primer acto y en el rondó del segundo”. Por su parte, de Marín señalaba que “electrizó al auditorio en el cuarteto y en el dúo final de la ópera”.
Marcella Sembrich
       A su regreso de tierras americanas, el 28 de noviembre de 1880, en la Parroquial de San Martín de Madrid contrajeron matrimonio, Marín tenía 37 años y Elisa 45. Ese mismo año también se casaría el barítono que tantas veces había actuado con Marín y, sobre todo, con Elisa, Napoleón Verger, quien contrajo matrimonio con la hija de esta, Rosa Volpini, convirtiéndose de esta forma en hijo político de nuestro tenor.
            Parece ser que la gira por América de 1880 le llevó a incumplir parcialmente el contrato que tenía suscrito con el Covent Garden (había firmado con la empresa el año anterior por tres temporadas), de manera que en septiembre la justicia británica lo condenó a indemnizar al mencionado coliseo con la nada despreciable cantidad de 10.000 pesetas. Sin embargo, esta embarazosa situación no impidió que regresara a ese escenario en el año 1881, acompañando a un elenco de lujo entre los que estaban Nicolini, Gayarre, Patti, Albani, Sembrich y un largo etcétera de grandes cantantes (sin duda los mejores del momento). Así, en mayo cantó con la jovencísima Marcella Sembrich –en esos momentos adorada por el público londinense y una de las mejores soprano coloratura del mundo- y el barítono Sante Athos, una Lucía memorable, pero su éxito fue mayor,  si cabe, en el estreno  que se produjo en junio en ese mismo escenario  de la ópera del maestro ruso Anton Rubinstein, El Demonio, compartiendo cartel con la Albani, LaSalle y Rezcké, dirigidos por el propio compositor.
            El año lo cerraría  formando parte de la compañía creada para cantar en el teatro de la Scala de Milán.

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