CASABLANCA

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FOTO DE GONZALO MONTÓN MUÑOZ

miércoles, 20 de julio de 2011

ANDRÉS MARÍN Y ESTEVAN (1843-1896): ALCALDE DE TERUEL (III)

UNA AMISTAD FRATERNAL
            De origen humilde como Marín, se conocieron en el Conservatorio, donde surgió una amistad profunda, fraternal y sincera que había de durar el resto de sus vidas y que sobrevivió a los habituales celos y rivalidades artísticas tan propias de este mundo del bel canto. Compartieron escenarios en diferentes teatros del mundo e incluso nuestro paisano formó parte de la compañía de Gayarre con la misión de sustituirlo en caso de enfermedad. Así, lo encontramos en el banquete de despedida que el navarro ofreció en Lhardy el 2 de marzo de 1886 a sus familiares y amigos más íntimos (Barbieri, Arrieta, el empresario del Teatro Real en esos momento, conde de Michelena, Marín y su mujer, etc.) tras la conclusión de una exitosa campaña en la capital y dispuesto para salir a conquistar París.
            Con ellos partió el turolense. La temporada en el Teatro de la Ópera fue tan exitosa como exigente para Gayarre, duró hasta Pascua de Resurrección y se cantaron las óperas La Africana, Los Puritanos, Lohengrin y Tanhauser. Después viajaron a Londres, donde en abril los encontramos viviendo juntos en Bedfort-Scuare, 13, con ellos estaba  también el ya citado empresario José Lago. La temporada del Covent-Garden iba a comenzar, pero Gayarre, fatigado por la dureza de la campaña de París, cayó enfermo. A este respecto, Julián Enciso, amigo, biógrafo y testamentario del navarro, que vivió junto a ellos esta difícil situación, tras reconocer que Marín y Lago eran sus mejores amigos, describía al turolense de la siguiente manera: “Andrés Marín, excelente tenor muy aplaudido en los primeros teatros de Europa, franco y leal como buen aragonés, alegre y decidor, era un carácter y un genio, el más a propósito para simpatizar con Gayarre…” Y prosigue relatando cómo Marín le daba ánimos al amigo enfermo, “lo tuyo son aprensiones”, le decía, y bromeaba con él y le contaba historias divertidas de su vida en el campo en su añorado Teruel, como la de Selika, una burra blanca que tenía en su masía de San Blas a la que bautizó con el nombre de la protagonista de la ópera La Africana. El turolense lo sustituyó  en el escenario durante todas las representaciones del mes de junio e incluso algunas más, salvando la temporada londinense con su presencia. Las óperas interpretadas fueron Lucrecia Borgia, Los Hugonotes y Un ballo in machera           
            Hoy por ti y mañana por mí. Este refrán lo aplicaron los dos grandes tenores en todo momento de su vida. Así, en octubre de 1886, Marín y su mujer, junto con otros grandes cantantes (Carolina Cepeda, Luisa Fons, Emilio Methelio, Pablo Meroles, Carlo Callioni, Blanchard, Remartínez y Osta) habían vuelto a crear una compañía de ópera italiana con el fin de recorrer la geografía nacional cantando en los principales teatros de provincias, de manera que el 13 de noviembre debutaron en el Teatro Cervantes de Málaga y tras recorrer diferentes capitales, entre ellas Valencia, recalaron el 19 de marzo de 1887 en Alicante. La primera función iba a ser Lucrecia Borgia, pero por indisposición de una de las intérpretes –Carolina Cepeda-, fue sustituida por El Trovador, continuaron con Los Hugonotes –dado su éxito se repuso un día más-, Lucía de Lamermoor, Fausto y Un ballo in maschera. En ninguna de ellas tomaron parte ni Marín ni su mujer, por lo que deducimos que ya no cantaban, sino que más bien se dedicaban a gestionar la empresa, pero sabemos de su presencia porque todos los biógrafos de Gayarre señalan que puesto que el público se había manifestado ansioso por escuchar al navarro, Marín en su condición de empresario escribió a su amigo  requiriendo su presencia en Alicante, el cual, recién acabada la temporada en el Real, no lo dudó ni un momento y viajó sin dilación en compañía del gran barítono Eugenio Labán para ofrecer al público alicantino dos interpretaciones memorables de Lucrecia Borgia y La Favorita. A decir de Enciso fueron ocho días inolvidables para Gayarre en compañía de su amigo Marín.
             Marín había iniciado su declive, en aquel tiempo no se cuidaba la voz como en la actualidad y las carreras artísticas, tremendamente exigentes para la voz, eran mucho más efímeras. Sin retirarse por completo de los escenarios, distancia cada vez más sus actuaciones, prácticamente vivía de las rentas retirado en Teruel. Tan solo esporádicamente viajaba a Madrid, pero en diciembre de 1889, sabedor de que su amigo del alma estaba enfermo, acudió a visitarlo y a entretenerlo. Así, como dice otro de los grandes biógrafos del navarro, Florentino Hernández Girbal, Gayarre pasó con Marín los mejores momentos de sus últimas semanas, pues según relata “le hacía pintorescos relatos de la vida que llevaba y éstos eran los únicos que conseguían arrancarle una sonrisa. Sobre todo cuando le narraba las mil gracias y habilidades de una burra blanca que tenía para las faenas del campo y a la que había puesto por nombre Sélika, como la tiple de La Africana.
-¡Tendrías que verla! –le decía-. Es más inteligente que muchas personas. Honra a su clase. Entiende todo lo que se refiere a su oficio; tanto si le piden que vaya a la derecha como a la izquierda, o que corra o se pare. Sabe pedir de comer de una manera que no admite dudas, y cuando no conoce a quien la monta, se echa y no hay quien la levante. ¡En Teruel es más popular que el alcalde, y que perdone éste la comparanza! ¡El verano que menos lo pienses, me voy montando en ella hasta Roncal para que la conozcas!...”
            El 2 de enero de 1890 moría en Madrid Gayarre. La prensa nacional se hacía eco del llanto de Marín en su funeral. Enciso nos presenta al turolense llevando una de las cintas de su ataúd, junto con Barbieri, Arrieta y otros amigos En ese momento tomó la firme decisión de no sobrevivirle artísticamente. Abandonó los escenarios como profesional y se recluyó definitivamente en Teruel, apetecía la tranquilidad de su masía de San Blas y quería disfrutar de la compañía de su esposa y de las gentes de su tierra.

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